(Entrevista a Antonio Cicioni publicada en la edición Nº28)
Con 15 millones de habitantes, la “ciudad real” (la CABA más el conurbano) requiere de enfoques y soluciones creativas
El politólogo Antonio Cicioni, uno de los miembros fundadores de Cippec, dialogó con
el estadista sobre la cada vez más importante cuestión metropolitana. Compilador
de “La Gran Buenos Aires” (Konrad Adenauer, 2010), Cicioni cree que debería haber
un ente, subnacional y soberano, que se ocupe de gobernar la metrópolis, como lo han hecho otras ciudades del mundo con muy buenos resultados.
¿Cómo surge la expresión “la Gran Buenos Aires”?
-El nombre es creación de Pedro Del Piero y sus colaboradores en la Fundación Metropolitana. Es un intento, en mi opinión acertado, de dar nombre y así distinguir a una entidad urbana de existencia evidente pero que, políticamente, es prácticamente ignorada. Es decir, la Buenos Aires que es, ante todo, una ciudad ?una megalópolis? de quince millones de habitantes. Olvidamos esto porque desde la federalización de la ciudad, en 1880, existen otras dos Buenos Aires: la ciudad autónoma y la provincia.
¿Cuáles son o deberían ser los principales temas de discusión de la “agenda metropolitana”?
-El tema se resume en la siguiente pregunta: ¿qué consecuencias tiene para los quince millones de habitantes el hecho de que el gobierno de la metrópolis esté fraccionado en tres poderes soberanos? Esto es así porque no sólo la ciudad autónoma y la provincia gobiernan Buenos Aires. También lo hace el Gobierno Federal, en niveles de soberanía que serían insólitos en otras provincias. El creciente caos en la movilidad es uno de los más claros ejemplos. Nada relevante pueden hacer la ciudad o la provincia al estar limitadas por las fronteras políticas. El Gobierno Federal es responsable y el único capacitado jurídicamente para introducir las reformas necesarias en esta área. Sin embargo, ¿podemos pretender con realismo que el transporte de la región metropolitana sea una de las prioridades del Ejecutivo Nacional? Esto es lo que se denomina el “déficit democrático”: a diferencia del resto del país, los niveles subnacionales de gobierno no pueden dar respuestas en áreas vitales de las políticas públicas.
En la presentación del libro en el Congreso, Daniel Filmus y Horacio Rodríguez Larreta coincidieron en la necesidad de coordinación entre la CABA y la provincia de Buenos Aires. ¿Existe esa coordinación? ¿Cómo evolucionó en los últimos años?
-La intención de coordinación existe y ha mejorado en los últimos años. Pero el problema, justamente, reside allí. En mi opinión, es un error clave pretender soluciones a través de la cooperación de los distritos. Los problemas a solucionar son simplemente demasiado complejos como para que sean encarados por dos gobiernos separados. Y esto va más allá del punto anterior, referido a la falta de soberanía
que estas jurisdicciones tienen para resolver muchos de los problemas que conciernen
a la calidad de vida de la población y la productividad de la economía.
¿Qué ejemplos positivos hay de coordinación y solución metropolitana? ¿En cuáles temas hay más retrasos y problemas?
-El mejor, seguramente es el Ceamse. El peor son los varios intentos fallidos para crear una entidad de transporte metropolitano. De todos modos, vale insistir, pretender mucho más de la coordinación es un error. Es necesario crear un ente con soberanía política propia, que responda a la voluntad popular a través del sufragio. Esto es exactamente lo que se hizo en el Reino Unido con Londres, luego de largos debates, en 1998. Los resultados han sido excelentes.
¿Cómo debería ser la reforma institucional que mejore la gobernanza metropolitana?
-Como decía, en mi opinión es necesaria la creación de una entidad metropolitana que gobierne a toda la ciudad real, a toda la Gran Buenos Aires. Es preciso aclarar, sin embargo, que esta opinión no es compartida por muchos de los coautores del libro. Es un debate complejo, que implica decidir si la Argentina puede vivir con una Buenos Aires unificada. En mi opinión puede, y debe además complementarse con un proyecto de largo alcance de descentralización poblacional, lo cual seguramente incluya revivir el viejo proyecto de traslado de la sede del Gobierno Federal.
¿Por qué sostiene que el “conurbano bonaerense ?temido y poco comprendido? es el gran agujero negro de la política argentina”?
-Porque es el lugar que, por lejos, recibe menos fondos por habitante en la Argentina. La consecuencia inevitable son las enormes manchas urbanas donde el Estado no logra garantizar los derechos más básicos. No hay escuelas suficientes, ni servicios de salud, ni de vivienda, ni espacios urbanos, etcétera. Y esto no es por incapacidad de la dirigencia política. Tiene que ver con los ridículos montos fiscales que recibe por habitante, fruto de la coparticipación y varios otros arreglos fiscales. Va más allá de los subsidios energéticos y al transporte y a pesar de los significativos e imprescindibles incrementos de inversión pública que se han producido en la región desde 2005. Lo irónico y preocupante del caso es que la percepción pública suele ser la opuesta, es decir, que el conurbano bonaerense es una de las áreas más subsidiadas por el resto del país.
¿La Gran Buenos Aires es un problema o una oportunidad?
-Es una inevitabilidad. Podremos darles vueltas al tema por décadas. Pero, con el tiempo, las ciudades siempre terminan por obtener su gobierno. Podemos llegar a eso a través del caos o de la planificación. Yo creo que sucederá, por suerte, lo segundo