Se abre una nueva etapa política en el país luego del triunfo de Mauricio Macri. Por primera vez habrá un Presidente que no es peronista o radical. Un tercer partido ha llegado al Gobierno y el sistema político argentino ya no volverá a ser como antes. El peronismo gobernó durante veinticuatro de los últimos veintiséis años y la alternancia que se va a producir es un dato positivo. Para la democracia es esencial porque es necesario que se renueven ideas y elencos de gobierno.
Muchas veces se sostuvo que en Argentina sólo podía gobernar el peronismo. Es una buena oportunidad para demostrar que la democracia tiene más alternativas. Las condiciones para la consolidación de un presidente no peronista son mejores que en las experiencias anteriores. En primer lugar, porque las condiciones económicas son ahora mejores que las imperantes cuando asumieron Raúl Alfonsín y Fernando De la Rúa. El endeudamiento es menor y no está vigente un esquema insostenible como el de la convertibilidad. Hay que corregir desequilibrios pero de una magnitud menor que en el pasado. Los desafíos de tipo estructural que enfrenta la economía necesitarán más tiempo para ser resueltos.
En segundo lugar, el nuevo Gobierno se encontrará con todos los actores políticos con incentivos para buscar acuerdos. El peronismo, que contará con menos recursos institucionales que en cualquier otro momento desde 1983, gobernará en doce provincias que necesitan de una relación fluida con la Nación. El poder en el Congreso estará repartido, por lo cual el diálogo y la búsqueda de acuerdos tendrá que ser una constantes si se quiere avanzar en algunos temas. El conflicto, que es propio de la política, deberá canalizarse de manera distinta.
Mientras tanto, el Presidente electo anunció un gabinete en el que no hay grandes sorpresas. Muchos de los ministros designados tienen actualmente responsabilidades en la gestión de la CABA. Otros se han desempeñado en cargos públicos en otra época y, por lo tanto, habrá un experimentado equipo de Gobierno.
Rogelio Frigerio es el más político de todos los economistas del PRO y por eso había pocas dudas sobre su designación en el Ministerio del Interior. La relación con los gobiernos provinciales ?de los cuales sólo cuatro pertenecen al mismo espacio del Presidente? tendrá un fuerte sesgo económico.
En el caso de Alfonso Prat-Gay, la designación también era previsible. Tuvo una experiencia ?positiva? en la función pública como presidente del Banco Central y posee una sólida formación técnica.
También se esperaba la llegada a la esfera pública de Juan José Aranguren luego de muchos años en la actividad privada. Una sorpresa fue la decisión de mantener a Lino Barañao en su cargo, pese a que desde el macrismo siempre se había reivindicado la política del actual Gobierno en materia de ciencia y técnica.