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Corrientes y Santiago, las provincias que votan distinto

30 marzo de 2017

(Columna escrita junto a Miguel De Luca)

Cambiemos podría quedarse con solo cuatro gobernaciones, pero de provincias en las que vive la mitad de la población del país.

Desde 1983 se produjeron seis intervenciones federales, pero sólo las sufrieron cuatro provincias. Catamarca y Tucumán aprendieron la lección de una; Corrientes y Santiago del Estero reincidieron. En consecuencia, su calendario quedó desfasado y ahora votan gobernador en elecciones que, para los demás argentinos, son legislativas. Como si esto no alcanzara para hacerlas únicas, decidieron sumar otra rareza: después de la segunda intervención se pusieron a elegir gobernadores radicales.

Gerardo Zamora, es cierto, ya no es radical. Ni gobernador, pero casi. Primero cambió de partido y después hizo elegir a su esposa como gobernadora. Esta práctica es muy frecuente: desde el punto de la vista de la sucesión, el único marido impotente es Bill Clinton.

Ricardo Colombi, en cambio, es radical y gobernador. Todavía, porque ya agotó sus reelecciones. Y esta vez resulta difícil que lo suceda su primo Arturo, como hace doce años, porque están peleados.

¿Qué nos deparan, entonces, las únicas elecciones para gobernador que se realizarán este año? Van cuatro pistas provinciales y dos corolarios nacionales.

Primera pista: a no esperar novedades en Santiago. La tasa nacional de reelección de los gobernadores, desde 1983 hasta hoy, es de nueve cada diez. Como doña Claudia Alejandra Ledesma Abdala de Zamora tiene habilitado un turno más, el único que podría evitar la reelección es su marido. Claro que no sería por la fuerza, sino instalando un mecanismo de rotación conyugal como el que los Kirchner ambicionaron sin concretar.

Segunda pista: las novedades no deberían sorprender en Corrientes. Ya van cuatro mandatos radicales consecutivos, y desde 1983 la UCR logró ganar cinco elecciones para gobernador al hilo sólo dos veces: en Río Negro y Catamarca. El peronismo, en cambio, lo consiguió en trece provincias. Esto no significa que el peronismo tenga la elección ganada. Al contrario, Colombi podría ungir a un tapado radical o a un candidato de otro partido de la coalición gobernante.

Tercera pista: ambas provincias conocen la experiencia de calientasillas puestos a esperar el regreso del jefe que terminaron siendo delfines traicioneros (como César Iturre). En Corrientes, la puja enfrentó a primos (los Colombi) y hasta hermanos (los Romero Feris).

En Santiago del Estero, la sucesión pactada funcionó pero con esposas: primero Nina Aragonés de Juárez y ahora Claudia. La solución santiagueña se demostró más eficaz que la maniobra correntina. En política, el registro civil ofrece más garantías que la sangre salvo, quizás, en Chaco. O en Río Negro.

Cuarta pista: si no median locuras imprevistas, nadie jugará con fuego. Ambas provincias se quemaron con intervenciones federales y, cuando ven una votación terminada en pastiche, lloran. Seguro habrá denuncias de fraude, porque hay que respetar las tradiciones, pero difícilmente la sangre llegue al río.

Estas elecciones desfasadas, aunque provinciales, tendrán lectura nacional. Y también consecuencias.

Una derrota en Corrientes dejaría al oficialismo nacional con cuatro gobernadores en veinticuatro. Aunque en esas cuatro provincias vive la mitad de la población, el aumento de poder institucional en manos de la oposición dificultaría la articulación de políticas federales. Además, la pérdida de una de las tres gobernaciones radicales alterará aún más el equilibrio interno de Cambiemos a favor del socio mayor. En Santiago del Estero, la previsible continuidad de los Zamora abre otra incógnita: ¿seguirán acercándose al gobierno en desmedro del kirchnerismo, en una jugada camaleónica que tan bien practican, u olfatearán que vienen tiempos peronistas para 2019 y se quedarán quietos? El contingente legislativo de los Zamora en el congreso incluye tres senadores y seis diputados, un botín jugoso para cualquier actor nacional.

Desde la democratización, candidatos peronistas ganaron 137 elecciones para gobernador, postulantes radicales o de PRO vencieron en 46 casos y aspirantes de otros partidos lo hicieron en 27. La estadística debería actuar como consuelo para el gobierno nacional: perder ambas provincias es lo esperado, cualquier otro resultado será una buena noticia

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