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¿Cuanto poder tiene Macri?

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03 abril de 2017

(Columna de Mariano Fraschini y Nicolás Tereschuk)

El Presidente tenía un déficit al iniciar su mandato que todavía se mantiene.

Disculpen profesores, pero realmente estoy conmovida. Le han realizado tres marchas seguidas al Presidente y no se escuchó nada parecido a un 'fuera Macri'. No lo comprendo”. La alumna ecuatoriana interrumpió hace algunos días la clase con una pregunta que lejos de ser un interrogante atemporal muestra lo afincada que se encuentra la “inestabilidad de los presidentes” en Sudamérica.

Como dijimos en columnas anteriores, la estabilidad política en Sudamérica es un activo que los líderes regionales ansían para poder transitar la totalidad sus mandatos en estas latitudes. La evidencia empírica demuestra que muchos presidentes sudamericanos han debido dejar el cargo antes del plazo establecido por la Constitución ya sea por “juicio político”, “declaración de incapacidad”, “elección por parte del Congreso” o por simple “renuncia”. Entre 1980 y 2003 había sido el 23% quienes debieron dejar el cargo antes de tiempo, a lo que habría que sumar los casos del paraguayo Fernando Lugo y la brasileña Dilma Rousseff (y si lo extendiéramos a Latinoamérica, el caso de “Mel” Zelaya en Honduras). Desde allí que el comentario que abre nuestra columna de hoy, no se trate de una opinión extemporánea, ni mucho menos. Los presidentes sudamericanos deben cuidar bien ese tesoro que es la estabilidad política. En ese sentido, los recursos de poder con los que cuentan para hacer más sólida su posición política institucional deben ser incrementados, o al menos tendrán como meta evitar que se evaporen durante el ejercicio del poder.

El gobierno de Mauricio Macri llegó al año y tres meses de gestión con tres movilizaciones multitudinarias que implican el reconocimiento de un contexto social intenso, y con posibilidades concretas de agravarse y convertirse en un dolor de cabeza para el Gobierno. ¿Esto implica que Macri corre un cierto riesgo de convertirse en un “presidente inestable”? ¿Hay que tomar en serio las acusaciones “al aire” de funcionarios y comentaristas oficialistas en el sentido que hay un sector “destituyente” de la política local cuyo objetivo es poner fin de manera anticipada al mandato de Macri? Como señalamos, los recursos de poder con los que cuenta un presidente son la variable clave a observar si uno pretende dar cuenta de las posibilidades de que un líder del Ejecutivo pueda mantenerse o no en el gobierno. En ese marco, la posición político institucional que le provee los recursos de poder deviene decisiva para comprender si ese presidente será estable o sufrirá un proceso de inestabilidad. El apoyo popular ciudadano (de las cuales la contracara pueden ser las movilizaciones populares) es un recurso importante, pero no concluyente para entender la performance de un Gobierno. Hay que mirar también a los otros recursos de poder que existen en lo institucional, partidario, financiero, y en los que el propio presidente puede generar durante el ejercicio de su poder.

Observemos entonces con qué recursos cuenta Macri hoy y cuáles logró conquistar (o perder) desde que comenzó su gestión. Desde el inicio de su mandato el líder de la alianza Cambiemos no contó con mayoría parlamentaria en el Congreso. Una escasa cantidad de senadores, y una bancada en diputados que no alcanza ni siquiera una centena, fue desde el vamos la composición legislativa del Gobierno. Hasta hoy, el presidente no logró modificar esa relación de fuerzas, ya que no consiguió incrementar su bancada, ni tampoco perdió legisladores. El aporte de votos legislativos provisto por el massismo y de algunos otros lemas en el interior del peronismo, le garantizó aprobar, hasta el mes de diciembre, leyes clave. Es decir, el gobierno debió “abrir sus leyes” a la cuchara legislativa de la oposición no pudiendo aprobar a “libro cerrado” leyes muy necesarias. Las escaramuzas por Ganancias y la frustración por el voto electrónico hacia fines de 2016 hacen pensar en mayores desafíos para el año electoral que se avecina, lo que se suma a la alternativa que el Congreso funcione escasamente este año.

En cuanto a los recursos de poder partidarios, el PRO no pudo incorporar a nivel nacional dirigentes del justicialismo (sí logró respaldos del Frente Renovador), y su alianza con el radicalismo, a pesar de mantenerse, se vio cuestionada por sectores internos que criticaron el rol del partido en la coalición.

En cuanto a los recursos sociales, en notas anteriores nos interrogamos acerca de la “gran paradoja” de un gobierno repleto de empresarios encuentra un mayor “entendimiento” en los sindicatos que en los grupos económicos. Sin embargo, luego de un año de mandato, el gremialismo anunció el primer paro nacional al Gobierno mientras que los empresarios -aunque sí algunos sectores económicos- aún no han mostrado un apoyo contundente al plan económico oficial. Por lo tanto, los recursos sociales con los que contaba el presidente el año anterior, se encuentran en la actualidad debilitados, y se presentan como un gran interrogante a futuro. La popularidad en baja del primer mandatario es un aliciente para que los sindicatos intenten despegarse de Macri y adoptar posiciones más duras.

El recurso de poder de apoyo popular/ciudadano con el que el Presidente contó hasta el año pasado, hoy pasa por el peor momento desde que inició su gestión de gobierno, según los sondeos que difunde el propio oficialismo. El peso que tendrá este descenso en las encuestas se verá los próximos meses, pero ya es un alerta en las filas de Cambiemos.

Hay que agregar a este panorama que el partido del Presidente gobierna relativamente pocas provincias y municipios. El hecho de que se asiente sobre los mayores presupuestos le suma recursos y centralidad. También lo hace su relación estrecha con las grandes empresas de medios de comunicación, a los que cedió grandes negocios (4g para Nextel y la transmisión del Fútbol para el Grupo Clarín, por sólo mencionar algunos). En este balance de los recursos de poder generados, objetivamente un Presidente que contaba con algún déficit al iniciar su mandato, el ingreso en su segundo año de gestión lo muestra aún con más preocupaciones en este sentido. Si bien este tipo de análisis impide adivinar el futuro, sí nos hace pensar con cierto grado de certeza que la capacidad de maniobra del Primer Mandatario se verá puesta a prueba en un país en el que la construcción y sostenimiento del poder es una tarea sin horarios y “cuerpo a cuerpo”. Hace más de 500 años atrás un joven florentino, señalaba a la “virtù” como una variable decisiva para el mantenimiento en el poder. Desde allí que la importancia de conquistar y generar nuevos recursos de poder es una tarea para el sostenimiento de su gobierno. Descuidar esto atrae consecuencias para nada agradables para el Primer Mandatario.

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