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10 mayo de 2021

Por Julio Burdman

De a poco, se va instalando un sentido común en la política argentina: que será 2022, y no el actual 2021, el año decisivo del ciclo político de Alberto Fernández. En consecuencia, hoy la pregunta más frecuente no se refiere a las próximas elecciones, sino a lo que sucederá el día después de ellas.

Las elecciones intermedias de 2021 llegan con un cúmulo inusual de datos descontados. Es como si el habitual misterio del resultado no inquietase. En rigor, todavía es imposible proyectar un ganador nacional, porque las dos coaliciones dominantes -Frente de Todos y Juntos por el Cambio- lucen sólidas y marchan relativamente parejas. Pero eso no es hoy lo más importante, porque ya sabemos o creemos saber otras cosas.

Tenemos tres aparentes certezas: 1) el resultado no va a alterar la gobernabilidad, 2) probablemente, no se saldará este año la interna de los dos grandes espacios, y 3) tampoco se verá afectada la estructura bipolar de la política argentina actual -o sea, no se espera que surja un tercer actor relevante. Como ya creemos saber que esas tres cosas seguirán sin novedad, la votación se ve como un trámite sencillo, casi previsible.

El resultado no afectará la gobernabilidad por diferentes razones. La primera es la emergencia pandémica, que se extenderá por todo el año, y eso reduce la acción del Congreso frente al poder decretista del Ejecutivo. Y algo similar sucede en la relación con las provincias, o la justicia; la crisis sanitaria no fortalece a los presidentes, pero les brinda el paraguas de la legítima excepción. Y eso ya está descontado: aunque se produjera un milagro y mañana cayeran 50 millones de vacunas del cielo, 2021 será otro año de la pandemia y sus efectos de arrastre. Además, en Diputados se renuevan las bancas elegidas en 2017, cuando Cambiemos hizo una buena elección. Eso significa que aún si JxC saliese primero, sería difícil que su bloque crezca. Si el oficialismo no se quiebra, todo seguiría más o menos como ahora.

Aún cuando en ambas coaliciones hay competencias para 2023, por ahora nadie ha planteado que en 2021 se definan. No hay escenarios como el Cristina vs. Chiche de 2005. En la provincia de Buenos Aires el kirchnerismo se juega su reputación de vencedor electoral, pero no compite con un peronismo no kirchnerista organizado; en el FdT, las negociaciones se dan en la cúpula. En cuanto a JxC, es probable que las urnas sean hoy algo más relevantes para que sepamos dónde está parado cada uno. Sin embargo, la popularidad de Mauricio Macri y su liderazgo del núcleo duro opositor no parecen depender de que él sea candidato. Macri hace política de otra forma. Es posible que Horacio Rodríguez Larreta digite los encabezamientos de lista para 2021 en Capital y provincia, que eso sea avalado por Macri, y que luego el expresidente se reserve la palabra final para 2023.

Ya estamos a pocos meses de las PASO -con o sin movimientos en el calendario- y ni han surgido terceros actores relevantes, ni hay tendencias rupturistas en las dos grandes coaliciones. Esas serían noticias mayores, de esas que moldean escenarios para 2023, y no se están registrando.

Las elecciones intermedias importan por lo que dicen de las elecciones ejecutivas por venir, y no tanto en sí mismas. Y de acuerdo a lo que vimos, estas elecciones de 2021 dirán menos de lo habitual. Sin embargo, el 2022 está lleno de interrogantes. La deuda, los reclamos sociales latentes, y las definiciones políticas de cúpula por la sucesión, entre otras cuestiones, se postergaron para entonces. Es como si el mundo esperase la "superación" de la pandemia para ponerse a rodar.

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