Luego de Carta Abierta, han surgido distintos grupos de intelectuales. Novedades y especificidades de esta nueva tendencia.
En los últimos años han surgido distintos grupos de intelectuales con el objetivo de participar e influir en el de bate político. “En la Argentina, tenemos una tradición de intelectuales en el debate público que tiene subas y bajas, pero que siempre está”, sostiene Julio Burdman. “Coherente con una tradición arraigada en nuestro país, los intelectuales más temprano que tarde politizan su discurso”, agrega la politóloga Liliana De Riz.
En 2008, el año de mayor debilidad política del kirchnerismo y al calor de las “amenazas destituyentes”, surgió Carta Abierta (CA). En la Carta Abierta/1, se autodenominan “Un espacio signado por la urgencia de la coyuntura, la vocación por la política y la perseverante pregunta por los modos contemporáneos de la emancipación”. Entre sus principales exponentes figuran el filósofo Ricardo Foster y el sociólogo y director de la Biblioteca Nacional, Horacio González.
Si bien en sus documentos hay fuertes críticas a algunas cuestiones de la Argentina actual, desde la situación del transporte público hasta algunos episodios de represión de las fuerzas públicas, fue y es una fuente de respaldo al kirchnerismo. Al poco tiempo, vio la luz el Grupo Aurora, formado por intelectuales pero también por ex funcionarios públicos, entre los cuales están Víctor Martínez, Jorge Vanossi e Hipólito Solari Yrigoyen, con un discurso republicano y de tinte liberal. “Aurora fue integrado por intelectuales anti-K en situación de espejo con CA. Era como una respuesta automática al apoyo de CA al Gobierno. Tuvo una escasa duración y escasa significación”, razona el sociólogo Ricardo Rouvier.
A finales de 2011, luego de la categórica victoria de Cristina Fernández, apareció Plataforma 2012, que se autodefine como “una iniciativa de un grupo de trabajadores de la cultura, reconociendo que hay una necesidad social de configurar un pensamiento crítico. Es un colectivo horizontal y en formación con la idea de fomentar la apertura y salir de la dicotomía que se viene planteando en el ámbito intelectual”.
Con una impronta progresista, desde su fundación ha emitido documentos, entre otras cuestiones, en contra de la minería y ha lanzado críticas hacia la “falta de independecia” de muchos intelectuales K. Compuesta por más de un centenar de intelectuales, parece tener la vocación de evitar un discurso excesivamente ideologizado y centrarse sobre cuestiones más reales y tangibles. Como Carta Abierta, Plataforma 2012 es contracíclico: el primero surgió en un momento muy desfavorable, mientras que el segundo emergió en un momento muy favorable para el kirchnerismo, poco tiempo después del histórico 54,11%.
Según Rouvier, que formó parte de CA hasta mediados de 2011, “Plataforma apresuró su nacimiento a partir de la Carta/11 de CA en el que esta asociación señala con énfasis, por primera vez, algunos aspectos críticos del Gobierno. De este modo, un grupo de intelectuales no K observaron que su rol era ocupado por CA”, razona Rouvier. El conglomerado más reciente es el Grupo Alternativa Malvinas que emitió un documento criticando “la peligrosa pretensión de instalar un pensamiento único sobre delicadas cuestiones argentinas”. Muchos de ellos formaron parte del Club Socialista y, más cercano en el tiempo, del Club Político Argentino. La agrupación, a su vez, también cuenta con la presencia de figuras muy convocantes, pero que no provienen de la intelectualidad, como el periodista Jorge Lanata.
En diálogo con el estadista, Vicente Palermo, uno de sus impulsores, confiesa su sorpresa por la repercusión del documento (“probablemente por la originalidad del punto de vista y porque dijimos cosas que, tal vez, muchos piensan y no se animan a decir”) y anticipó que pronto difundirán una segunda declaración.
LOS INTELECTUALES
Como señala De Riz, la participación de los intelectuales en el debate público no es un hecho novedoso, “aunque en circunstancias críticas no siempre rompen el silencio”. Pero, ¿qué tiene de específico el momento actual? Para De Riz, “el gobierno kirchnerista operó como un parteaguas en el seno mismo del campo intelectual”. Burdman, con matices, coincide: “En la era de Néstor Kirchner, a medida que los temas polarizantes ocupaban la agenda, la tendencia de participación de los intelectuales resurgió”.
Palermo cree que “hay una especificidad en la actualidad que tiene que ver con las condiciones del espacio político. El kirchnerismo deja poco espacio para adhesiones moderadas y críticas. No hay espacio para eso. Exige una especia de adhesión incondicional”. Asimismo, “los partidos políticos dejaron de ser un espacio para los intelectuales en general. Los intelectuales no se sienten convocados. Eso estimula el surgimiento de grupo de intelectuales autónomos”.
Rouvier entiende que el surgimiento de estos grupos responde a la falta de una oposición política institucionalizada. “Sin duda, la ausencia de oposición es de tal naturaleza que es inédita desde 1983, y esto lleva a que personas no encuadradas orgánicamente se agrupen para expresarse”, dice. Sobre su capacidad de imponer agenda, Rouvier es más escéptico: “No creo que ninguna organización de este tipo imponga agenda en el país. La lucha por la agenda es entre el Gobierno y los grandes medios. Por el momento, la oposición política profesional no logra ese rol, y no hay ningún otro sector que la pueda imponer”.
De Riz tiene una visión distinta: “En qué circunstancias se rompe el silencio es una pregunta difícil de responder, ya que la intervención no depende sólo de la voluntad. Cuánto serán oídas estas voces en la sociedad, es una incógnita. En todo caso, los intelectuales- especialistas devienen publicistas”, sostiene la politóloga, que integra el Grupo Alternativa Malvinas.
(De la edición impresa)