El Gobierno está dispuesto a sostener económicamente a la provincia más grande del país y evitarse sorpresas en las elecciones de 2017.
El Gobierno Nacional no quiere sorpresas políticas desagradables y por eso va a jugar fuerte en la provincia de Buenos Aires. Es un territorio en el cual se genera buena parte de la riqueza del país y que alberga al 38% de sus habitantes pero es políticamente débil. Eso es consecuencia de su déficit estructural de financiamiento que lleve a que sus autoridades sean muy dependientes del vínculo con el Gobierno federal. Cuando es malo, como lo fue en muchas etapas entre Cristina Kirchner y Daniel Scioli, la provincia se estanca porque carece de recursos para hacer inversiones. En este momento existe la mayor identificación política entre el Presidente y el gobernador desde el periodo 1983-1987. Todos saben, oficialista y opositores, que las grandes batallas electorales se libran en la provincia de Buenos Aires y son sus resultados los que determinan el curso de los acontecimientos políticos en el resto del país. Pero el control de ese extenso territorio es, además, un factor clave para la gobernabilidad. El PRO debe también cuidar la gestión de María Eugenia Vidal, su figura más importante luego de Mauricio Macri. Por eso hará todo lo posible para sostenerla. Empezando por los recursos. El Gobierno Nacional tiene decidido girarle este año más fondos a la provincia y a partir de 2017 le daría $ 45.000 millones adicionales. Con una parte de ese monto ?30.000 M? se cubriría todo el financiamiento necesario y los 15.000 M restantes se destinarían a obras de infraestructura postergadas en la provincia. Los funcionarios bonaerenses no piensan en ningún mecanismo en particular para recibir esos fondos porque “lo importante es que lleguen” aseguran. Es impensable sancionar una nueva de ley de coparticipación federal en el corto plazo y tampoco es viable reeditar el fondo de reparación para el conurbano.
Los bonaerenses, sin distinción política, creen ser discriminados en la distribución de recursos. Por lo tanto, Vidal intentará presentar la demanda por más fondos como una cuestión de toda provincia y no sólo de su Gobierno. Esa estrategia implica un posicionamiento frente al resto de las provincias y no una presión a la Casa Rosada que es considerada una aliada en está causa.
De todas maneras, el Gobierno provincial tiene autorización de la Legislatura para colocar más deuda, lo que hará antes de que termine junio. Allí buscará una tasa inferior a la que tuvo que pagar por la emisión de marzo gracias al arreglo con los holdouts pero también a los números provinciales.
LAS ELECCIONES
Por otra parte, el oficialismo necesita consolidarse políticamente en la provincia en las elecciones legislativas del año que viene. A nivel provincial, la situación es muy cómoda para Cambiemos dado que pone en juego sólo nueve diputados y tres senadores con lo cual se asegura un aumento de su representación en la Legislatura. En el plano de las comunas, la situación es más compleja. Si bien se supone que Cambiemos ganará las elecciones para concejales en la mayoría de las más de sesenta intendencias que gobierna, la situación dista de ser homogénea, en particular en el GBA. Hay gestiones locales muy consolidadas como las de Jorge Macri en Vicente López y Diego Valenzuela en Tres de Febrero. Pero tienen dificultades Martiniano Molina en Quilmes, Nicolás Ducoté en Pilar, Ramiro Tagliaferro en Morón y Néstor Grindetti en Lanús (aunque en este caso más por Panamá que por Valentín Alsina).
Para encarar las elecciones nacionales en el distrito, las principales figuras del PRO ? Vidal, Jorge Macri y Emilio Monzó? han ido acercando posiciones. La elección de senadores nacionales por el distrito, sumado a la resonancia nacional que tienen sus resultados, requiere deponer diferencias como las que siempre hubo entre Vidal y Monzó.
Por otra parte, el esquema de acuerdos políticos en la provincia está asentado sobre bases más estables que a nivel nacional. Mientras que la Casa Rosada debe negociar con la oposición ley por ley y manejar una relación con los gobernadores que está muy sujeta al cumplimiento de los requerimientos de las provincias, en Buenos Aires hay una alianza permanente con el Frente Renovador. Su expresión más clara es que la presidencia de la Cámara de Diputados la ejerce Jorge Sarghini. Más compleja le resulta al Gobierno provincial la relación con los intendentes más cercanos al kirchnerismo como Jorge Ferraresi de Avellaneda. De todas maneras, el peronismo provincial muestra fisuras que se ponen de manifiesto en la Legislatura y eso le amplía el margen de acción al oficialismo.
En los años electorales los ojos del país se posan sobre Buenos Aires y 2017 no será la excepción. El oficialismo espera estar a la altura del desafío y para ello no solo necesita un armado político sólido sino también recursos que el Gobierno Nacional está dispuesto a darle.