¿Qué clase de “restauración conservadora” es esta?
Las críticas al proyecto de ley de Presupuesto 2017 vinieron por derecha. Las principales partidas en servicios sociales (jubilaciones y pensiones, planes sociales, educación o vivienda) aumentan más que la inflación prevista. No se vislumbra, en el Presupuesto al menos, una tendencia de reducción en el tamaño del Estado, o en el alcance de sus funciones.
Días después, al presentar el índice oficial de pobreza producido por el Indec, el Presidente insistió con su proyecto de eliminación de la pobreza y afirmó que esa vara sería la que el público debía utilizar para evaluarlo. Entonces, ¿qué clase de “restauración conservadora” es esta?
Diferentes economistas ortodoxos que publicaron sus análisis en los días posteriores a la difusión del proyecto oficial de Presupuesto pusieron el grito en el cielo. Los más fundamentalistas tienen, desde hace algunos meses, una frase para definir al macrismo: “kirchnerismo de buenos modales”.
Sostienen que se trata de un Gobierno que no ha introducido cambios sustanciales respecto del anterior: que no recorta el gasto público ni los derechos laborales, no baja los impuestos, no libera el comercio exterior.
Estos críticos económicos “por derecha” del macrismo preferirían un Gobierno que enfrente a los sindicatos y se olvide de la región para abrazarse con los países de Occidente. Pero lo que más les quita el sueño es el modelo económico: no ven a Mauricio Macri como un gobernante decidido a romper el “modelo argentino”. Rescatan la gestión monetaria de Federico Sturzenegger al frente del BCRA, pero deploran el “keynesianismo” de Alfonso Prat-Gay y el “gradualismo” del gabinete político presidencial.
No es eso, naturalmente, lo que saca en limpio alguien que sintonice a Roberto Navarro por C5N o Radio 10. Para Navarro, el periodista que hoy expresa al sector de la opinión pública más enojado con el Gobierno ?como antes lo hacía Jorge Lanata, hoy reconvertido a una especie de normalidad?, el de Macri es un Gobierno de ajuste, represión y corrupción trepidantes. Todo lo cual derivaría del aparentemente brutal “giro a la derecha” iniciado el 10 de diciembre de 2015.
Ninguna de estas dos semblanzas de la realidad es exacta. Una caracterización más aproximada del Gobierno de Macri estaría entre ambas. Pero no necesariamente en el justo medio: esta vez, tienen algo más de razón los críticos del grupo uno.
Si bien es cierto que el Gobierno de Macri hizo un ajuste macroeconómico inicial, con devaluación, ajuste de tarifas, reducción de retenciones y despidos en el Estado, y que nunca hubo tantos gerentes de empresas en la administración pública, lo que señalan los críticos por derecha es lo estructural.
El Gobierno podrá tener políticas anticorrupción, tender puentes con los mercados de capitales, transferir ingresos y seducir a los empresarios. Pero sin tocar el Estado, ni las relaciones laborales, ni el federalismo, los cambios en Argentina no van a fondo. Y esto es, además, lo que opinan varios altos funcionarios del PRO. Muchos de los cuales quisieran “profundizar los cambios”, como decían sus archinémesis kirchneristas, pero no avizoran el cómo ni el cuándo. Dicen que el Gobierno de Macri no es ni será conservador, o liberal.
Y atribuyen esto tanto a las ideas personales del Presidente y sus colaboradores más estrechos (“la experiencia de la Ciudad”), como a las restricciones que hoy impone la realidad social nacional. La del 32,2% de pobres, la del empleo informal y las provincias en rojo. Aunque se lo proponga, dicen, ningún Gobierno podría hoy quemar los puentes con los sindicatos de la CGT, los gobernadores o la protección social. Ni prescindir de las retenciones, o del Impuesto a las Ganancias sobre el salario.
¿Qué es, entonces, el Gobierno de Macri,que administra con normalidad sus relacionescon los actores políticos y socialesdel modelo argentino? Que sostiene queArgentina necesita un “cambio cultural”para convertirse en un país competitivo,pero cree que tal vez no sea el tiempo deabordarlo. Mientras no tengamos mejoresdefiniciones, podemos echar mano de la categoríaresidual de “moderado”.
Una categoría que nunca deja contento a nadie, y que se asemeja demasiado a la que uno usa cuando no tiene una mejor. Pero por ahora sabemos es un Gobierno de cambios moderados, de continuidades moderadas, y que modera los tiempos y los conflictos hacia arriba y hacia abajo.