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El kirchnerismo a través de sus ministros y aliados

09 mayo de 2012

Luego de las elecciones del 27 de abril de 2003 Néstor Kirchner asumía el Gobierno con un esquema de alianzas que guarda poca relación con el actual.

Cuando el 25 de mayo de 2003 asumía el Gobierno de Néstor Kirchner tras la renuncia malintencionada de Carlos Menem a presentarse al balotaje que surgió de las elecciones del 27 de abril, la palabra que mejor describía a aquel gabinete era la de “continuidad”.

Tras la exitosa presidencia de Eduardo Duhalde, que había logrado cimentar las bases del modelo económico que se asentaría durante el kirchnerismo, y cuando las imágenes del estallido de 2001 aún seguían frescas, era de manual que el flamante Presidente apostaría a mantener los cimientos de aquel Gobierno. Por eso Kirchner jugó fuerte, y logró la continuidad de Roberto Lavagna, que exactamente un año antes de esa victoria (ver entrevista aparte) había asumido como ministro de Economía. El spot que los mostraba juntos, de hecho, fue el que más se proyectó en la campaña.

Un vistazo más amplio sobre los integrantes de aquel primer gabinete y sobre las figuras más relevantes de hace nueve años, cuando comenzó el ciclo kichnerista, muestra cómo han ido cambiando las alianzas y los esquemas de poder desde 2003 a la fecha. Con un Presidente que había llegado al poder con el 22% de los votos, se imponía, y así fue, un gabinete con ministros con peso propio, reconocidos en lo político y con capacidad de gestión.

Un modelo distinto al actual, en el que la Presidenta, tras ganar con el 54% de los votos, puede darse el lujo de conducir un equipo de gobierno con escaso peso político propio. Heredados de la gestión Duhalde, además de la necesaria y estratégica presencia de Lavagna, quedaron Ginés González García en Salud, y otros dos ministros que cambiaron de puesto: Aníbal Fernández en Interior, y José Pampuro en Defensa. Cuatro hombres del peronismo bonaerense que cimentaban los lazos del distrito más importante con un núcleo chico K llegado desde el Sur. Hoy sólo dos siguen siendo miembros de la coalición de Gobierno: Fernández, que en el Senado ha quedado más lejos de los ámbitos de decisión y lo mismo ocurre con Ginés, que es embajador en Chile.

Pampuro terminó su mandato como senador en diciembre y fue cobijado por el sciolismo en el Banco Provincia. Gustavo Béliz, como ministro de Justicia, fue una apuesta inicial de Kirchner que duró un año, y hoy prácticamente ha dado por terminada su carrera política. El resto de los nombres fueron nuevas designaciones de Kirchner que respondían a lo que el ex Presidente ya imaginaba como una coalición orientada hacia el progresismo: Alberto Fernández, figura central del armado K durante la campaña, quedó al frente de la jefatura de Gabinete y tuvo un protagonismo y peso propio a la hora de las decisiones más importantes que ningún otro funcionario que antes o después haya ocupado el cargo.

Fue Fernández quien acercó a Daniel Filmus para la cartera educativa, en un brazo tendido hacia el progresismo porteño, uno de los flancos débiles de lo que había sido la construcción duhaldista y territorio al que el kirchnerismo casi no se había dedicado en la campaña. Rafael Bielsa y Carlos Tomada eran dos hombres de extracción peronista que también mostraban una apertura hacia el progresismo, condición que era muy demandada para rodear al Presidente. Tomada es, de hecho, uno de los tres funcionarios que continúa en el mismo cargo desde aquel 25 de mayo de 2003 y acompañaba a Kirchner desde lo inicios del Grupo Calafate.

Los otros dos son Alicia Kirchner y Julio de Vido, que en aquel momento fueron los dos nombres de extrema confianza, y propios, que aportó Kirchner. Más allá del breve lapso de Alicia como senadora, ambos siguen siendo miembros del gabinete. Pero si Alberto Fernández fue el jefe de gabinete con más poder de la era kirchnerista (y el que más duró), se debe también a la contraposición con sus sucesores: el más inmediato, Sergio Massa, tuvo un despliegue mediático importante, pero sin la visión general de construcción de poder de su predecesor.

Aníbal Fernández fue, durante los más de dos años en la cartera, más un vocero político que un jefe o coordinador del resto de las carteras. En la actualidad, Juan Manuel Abal Medina, con gran formación académica, ha quedado relegado a un segundo plano por la nueva pirámide de jerarquías a la hora de las decisiones ?y de comunicarlas? que se ha concentrado en la figura presidencial. El resto de las figuras más importantes del escenario político también ha cambiado.

El Banco Central estaba presidido por Alfonso Prat-Gay, hoy diputado pero por la Coalición Cívica. Incluso quien fuera su reemplazante en 2004, Martín Redrado, también cambió de bando y en las últimas elecciones fue candidato a diputado por el peronismo opositor. Pero el cambio más profundo en Economía se produjo con la llegada de Amado Boudou, ya que la mayoría de sus antecesores había sido ?con sus matices? continuadores del legado de Lavagna. Algo similar ocurrió en el Banco Central: la diferencia en cuanto a su visión de la política monetaria entre Prat-Gay y Marcó del Pont es enorme. A su vez, al inicio de este ciclo político la figura más fuerte que tiene actualmente el oficialismo en las cuestiones económicas ?Axel Kiccillof? mantenía un perfil distante y crítico de la gestión económica oficial.

El Congreso comenzó con viento a favor para Kirchner. Mantuvo la cohesión de un bloque que heredaba el recambio de 2001, favorable al peronismo y que se mantuvo unido durante 2003. En su primer año de gobierno, el justicialismo obtuvo 69 de los 130 diputados que se pusieron en juego, y bajo la conducción de José María Díaz Bancalari ese bloque acompañó al Presidente hasta mediados de 2005. Ese año se produjo el gesto que determinaría claramente la orientación futura del kirchnerismo, con la ruptura con el duhaldismo en las legislativas.

Tras esas elecciones, el Congreso y el peronismo comenzaron a teñirse de kirchnerismo. Pero figuras que hoy son centrales como Agustín Rossi harían su irrupción en el escenario político nacional bastante después.

En el Congreso hubo distintas etapas. Primero, un intento transversal con sectores de izquierda, posteriormente una concertación con radicales disidentes y finalmente la consolidación de un bloque muy identificado con la figura presidencial. En el mundo sindical también había un panorama diferente al actual. Hasta apenas unos meses antes de la asunción de Kirchner, la CGT estaba dividida entre la CGT oficial, a cargo de Rodolfo Daer y la CGT disidente, bajo el mando de Hugo Moyano, quien tras al apoyo a Rodríguez Saá durante la campaña electoral, se unió al triunvirato que Eduardo Duhalde logró acordar para cimentar su gestión: lo completaban Susana Rueda (Sanidad) y José Luis Lingieri (Obras Sanitarias).

Tras la victoria de Kirchner, las tensiones internas se multiplicaron y Moyano fue designado secretario general en 2004. Hoy, ocho años después, tambalea por primera vez como resultado de una nueva redefinición de alianzas y aliados dentro del kirchnerismo.

La Justicia también era distinta al asumir Kirchner, con una composición que reflejaba el paradigma político de la década anterior. De los nueve jueces que integraban la Corte Suprema el 27 de abril de 2003, sólo Carlos Fayt (pese a sus 94 años), Carlos Maqueda y Enrique Petracchi continúan en el cargo. El resto de los jueces (por entonces de nueve miembros) eran Julio Nazareno, Adolfo Vásquez y Guillermo López, que renunciaron en 2003 ante la posibilidad de resultar destituidos por juicio político, y Eduardo Moliné O'Connor que fue removido de su cargo a fines de ese año. Allí se produjeron los nombramientos de Raúl Zaffaroni, Ricardo Lorenzetti y Elena Highton. Luego fue destituido Antonio Boggiano, en septiembre de 2005, y renunció Augusto Belluscio, nombrándose a Carmen Argibay, que fue la última de los siete magistrados actuales en incorporarse.

La remoción de esa vieja Corte Suprema y el quiebre con el duhaldismo de 2005 fueron dos de los puntos salientes del primer gobierno kirchnerista: el tercer punto de la trilogía puede considerarse el pago de la deuda al FMI, imitando lo que había dispuesto Brasil meses antes. Ese primer mandato de Kirchner se caracterizó por ser más negociador y las grandes medidas del oficialismo llegaron en el primer turno de Cristina (AFJP, AUH, Medios) y, ahora en este turno, con YPF. Pero también fue la etapa de la 125 que llevó al Gobierno a una dura derrota.

El Gobierno de Kirchner que salió segundo en esa primera vuelta de abril de 2003 continuó el inicio de la recuperación que se había dado durante la presidencia de Eduardo Duhalde y sentó las bases político económicas para recomponer la figura presidencial. Un debate que se ha puesto de moda en los últimos meses trata de comparar ese primer período con los de su esposa. Desde la oposición se señala permanente que Kirchner era “más conciliador y negociador”, pese a que durante su Presidencia ninguna de las voces que ahora proclama eso lo dijo públicamente.

Desde el oficialismo, en tanto, se hace hincapié en la disparidad de contextos, locales e internacionales, que han dado marco a los tres gobiernos del ciclo kirchnerista que comenzó simbólicamente ese 27 de abril de 2003 y que lo hizo en una circunstancia específica con una lógica de elección de aliados bien determinada. Del repaso de funcionarios, aliados y figuras políticas del armado kirchnerista que pasaron en los últimos años surge muestran una alta rotación, que expresan distintas etapas del Gobierno. Pero no se trata de una excepción dado que casi todos los gobiernos desde el retorno de la democracia tenían al final de sus mandatos elencos que poco tenían que ver con los iniciales.

(De la edición impresa)

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