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El peronismo del medio

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06 febrero de 2018

Por Joaquín Múgica Díaz

Los líderes peronistas del interior y los intendentes del GBA quieren transitar el camino del medio para encarar un inevitable cambio de ciclo

Cristina Kirchner mantiene el encanto de las especies en extinción. Sin demasiadas expresiones públicas pero con la entereza de una líder poderosa, la expresidenta se mantiene en el centro del debate peronista. Ella no habla pero hablan de ella. Los dirigentes que tratan de encontrarle un rumbo al PJ se preguntan sobre el rol que ocupará en el futuro. Analizan si debe formar parte de la reconstrucción del espacio o si, para dar un salto cuantitativo y cualitativo, hay crear un frente electoral sin ella y sin el kirchnerismo.

El gobierno nacional bajó el nivel de confrontación con el kirchnerismo después de las elecciones. Abocados a la gestión nuevamente, en la Casa Rosada apuestan a seguir manteniendo a la exjefa de Estado como la principal rival política. La propia Cristina se plantó como una líder opositora el día que hizo su debut en el Senado. Se cruzó con la vicepresidente, Gabriela Michetti, y afirmó: "Estoy aquí porque me votaron para ser opositora". Esa mañana de verano Cristina les hizo un favor. Se posicionó nuevamente en el lugar donde el oficialismo quiere que esté.

En paralelo, el peronismo atraviesa un tiempo de restructuración. En esta nueva etapa, la mayoría de los dirigentes quieren lavarle la cara al PJ. Eso implica deformarle lentamente el caparazón construido por el kirchnerismo y construir una nueva identidad que sea más compatible con las necesidades del electorado actual. Moderación, diálogo y consenso son las palabras que más se utilizan en el interior del espacio político. El peronismo debe afrontar un cambio de ciclo. Lo saben todos en su interior. Hasta aquellos kirchneristas que mantienen las posturas más radicalizadas y añejas.

Un grupo de gobernadores del PJ analiza la posibilidad de construir un peronismo que abra un camino entre el gobierno nacional y el kirchnerismo. Una calle del medio similar a la que intentó mantener Sergio Massa luego de su triunfo en las elecciones del 2013, cuando le dio vida al Frente Renovador y se posicionó como una figura de peso político dentro del peronismo. Las ideas son similares pero los contextos son distintos. El cambio del escenario temporal modifica las posibilidades de efectividad. Las necesidades políticas actuales de la sociedad argentina son distintas a las que tenía cinco años atrás.

El gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, es el mandatario que ostenta el perfil más alto entre sus pares. Y es uno de los dirigentes que propone generar una alternativa electoral que contenga a las diferentes vertientes del peronismo, menos al kirchnerismo. Considera que el espacio que controló el poder en la década pasada ya no tiene puntos en común con el peronismo. Representan ideas cada vez más diferentes. Mientras el kirchnerismo se corrió hacia la izquierda, los representantes del peronismo del Interior mantienen un perfil conservador y pragmático.

Urtubey se animó a proponer públicamente un nuevo camino del medio y un grupo de gobernadores sigue su línea de análisis. Para ellos el peronismo debe ofrecerle a la sociedad un proyecto de país restaurado, con un perfil de diálogo claro y una propuesta económica más beneficiosa para las clases media y baja. Ese plan de acción tiene que ser llevado adelante por un espacio unificado, en forma de bloque, que pueda tener solidez para gobernar o, en el peor de los casos, cintura política para negociar con el oficialismo.

Los intendentes de la provincia de Buenos Aires, liderados por el presidente del PJ Bonaerense, Gustavo Menéndez, también tienen la idea de pintar de otro color el frente del PJ. Siempre menos arriesgados que los legisladores y gobernadores, mantienen un discurso ambiguo con respecto a la figura de Cristina. Se fueron de Unidad Ciudadana pocos días después de la derrota electoral, pero no se animan a dar un portazo seco que deje a la ex presidente en una habitación separada.

Los jefes comunales temen que Cristina siga siendo influyente en el territorio bonaerense más allá de una posible candidatura. Por eso declaran entre líneas, mantienen en alto su foto y se aferran a una estrategia prudente. Quieren un peronismo con el kirchnerismo adentro pero sin la conducción de la ex jefa de Estado. Quieren los votos pero no a la dueña de los votos al mando del nuevo proyecto.

Florencio Randazzo y Sergio Massa tienen una diferencia y una coincidencia trascendente con respecto al futuro del peronismo. Ambos están de acuerdo en que hay tirar abajo la estructura endeble que aún sostienen los ultra K. No es posible un partido moderno anclado en un estilo de conducción personalista y vertical. Pero existe una diferencia clave. El ex ministro del Interior piensa que Cristina puede formar parte del esquema y que la solución para establecer un nuevo liderazgo son las PASO. El exintendente de Tigre quiere formar parte de un espacio peronista que no tenga ningún tipo de relación con la ex mandataria.

Massa ya intentó llevar adelante una propuesta que esté en el medio del kirchnerismo y el macrismo. Logró hacerlo con éxito en el 2013 cuando el gobierno de turno tenía intenciones de reformar la Constitución para lograr un tercer mandato de Cristina Kirchner. Ese fue el principal argumento para darle volumen a un espacio con impronta peronista pero alejado de las directivas de la entonces presidenta. En ese momento el gobierno kirchnerista estaba instalado en el poder y concentraba un amplio respaldo popular. En el 2015 tuvo un intento fallido por ser presidente. Quedó encerrado en la polarización que plantearon Mauricio Macri y Daniel Scioli en la lucha por la banda presidencial. En el 2017 se desinfló por completo y apenas logró el 11% de los votos en Buenos Aires.

La nueva calle del medio que plantean los dirigentes del interior tendría lugar en un contexto diferente al que existía en el momento en que la propuso Massa. En 2018 el kirchnerismo tiene cada vez menos respaldo y el gobierno de Cambiemos hace equilibrio en una gestión marcada por decisiones antipopulares. El espacio para construir una alternativa peronista y moderada existe. Los gobernadores lo ven desde hace un año y por eso insisten que es la mejor opción. Ellos, al igual que el gobierno, consumen encuestas y leen las respuestas de una sociedad harta de la confrontación de sus dirigentes políticos. La polarización es un negocio en caída

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