Los radicales discuten sobre si su partido quedará fortalecido o debilitado por el acuerdo
con Macri. Para el veredicto final, será clave el resultado de las elecciones presidenciales.
SI
Desde el punto de vista de los números, el acuerdo con el PRO tiene todo lo necesario para verse como positivo. Si en octubre se repitiesen los resultados de las PASO, la UCR sumará seis o siete diputados nacionales a los que tiene en la actualidad. Perderá tres senadores, pero salvo en el caso de Córdoba, eso no sería como consecuencia del acuerdo sino porque el FpV ganaría en provincias en las que anteriormente lo había hecho la UCR. Conservará su condición de mayor fuerza no peronista en el Congreso.
Y tendrá más legisladores provinciales, intendentes (los duplicará en el caso de Buenos Aires) y concejales de los que hubiese podido lograr sin el acuerdo con el PRO.
Más aún: el radicalismo habría hecho un aporte significativo para que se conformase una alianza electoral competitiva y capaz de derrotar al peronismo. No integra una frente testimonial ? en el que hubiese derivado Unen? sino uno que está en condiciones de disputar en serio el poder.A su vez, para obtener la gobernación de Mendoza, la única que logró el radicalismo en esta larga temporada electoral, el aporte de sus aliados fue importante dado que otra hubiese sido la historia si el PRO hubiera llevado un candidato propio. En las provincias en las que todavía puede ganar la gobernación (Jujuy y Santa Cruz) el aporte del PRO ?pero en esos casos también del massismo? es clave. Hoy es muy difícil construir en política sino se cuenta con recursos institucionales suficientes. Quienes ahora compiten con posibilidades por la Presidencia han desempeñado previamente algún cargo ejecutivo. Sin una gestión que mostrar, se hace difícil instalar una candidatura.Un eventual triunfo de Macri le daría necesariamente un papel a la UCR en el futuro gobierno. Puede aportar nombres a un inevitable gobierno de coalición porque a Argentina o la gobierna el peronismo o lo hace una coalición. El aporte de sus legisladores sería decisivo y el partido podría ponerles límite a iniciativas del Gobierno que no comparta.
NO
No El partido hizo una alianza con una fuerza con la que no comparte ni ideología, ni historia, ni cultura. Son, por lo tanto, acuerdos difíciles de explicar y que dejan heridas que son complicadas de cerrar. El apoyo a la candidatura presidencial de Roberto Lavagna o el acuerdo con Francisco De Narváez en la provincia de Buenos Aires siguen siendo cuestionados por los radicales mucho tiempo después de su concreción.Siempre fueron traumáticos salvo cuando se realizaron con fuerzas afines como en 2009 y 2013. Al no tener una fórmula presidencial propia ?o con al menos un radical integrándola? por primera vez en 125 años, no puede difundir su propuesta para el país y no compite por el voto popular en todo el territorio. Se aleja de la idea de conformar un partido nacional porque concentra su esfuerzo en los distritos asemejándose así a una confederación de partidos provinciales. Un partido con vocación de poder no se conforma sumando pequeños retazos sino con una visión general.
En otras etapas la UCR también contó con muchos legisladores nacionales e incluso gobernadores pero ese poder diseminado y sin una estrategia federal no sirvió para construir una fuerza nacional.
Tanto en las elecciones legislativas de 2009 como en las de 2013 la UCR obtuvo un buen número de bancas pero esa base no sirvió para lograr buenos resultados en las elecciones presidenciales realizadas dos años después.Por otra parte, los avances que pueden lograrse en materia de cargos no son tan relevantes y se pagó por ellos un precio demasiado alto para el futuro del partido. Habrá más diputados radicales pero menos senadores y varios de los intendentes de las capitales de provincias vienen ocupando ese cargo desde hace muchos años. El acuerdo con el PRO es incompatible con la ideología partidaria y genera confusión en la sociedad sobre el lugar que ocupa la UCR. La reconstrucción vendrá de la mano de una propuesta clara que vuelva a entusiasmar a amplios sectores de la sociedad y no a partir de ir sumando cargos en distintos niveles. El eventual triunfo de Macri obligará a la UCR a sostener un gobierno al que habrá ayudado a encumbrar pero al que no sentirá como propio.