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Estrategias ante un final abierto

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17 octubre de 2015

Las elecciones a gobernador en la provincia de Buenos Aires revisten de una inédita competitividad. ¿Qué planea cada espacio para quedarse con la madre de todas las batallas?

A menos de un mes de las elecciones de las que saldrá el próximo gobernador de la provincia de Buenos Aires, no hay un ganador seguro. Las elecciones bonaerenses muestran una competitividad atípica en comparación a los últimos 28 años en los que el peronismo ganó en todos los comicios ejecutivos.

¿Qué dicen las encuestas más recientes? Auguran un final abierto: menos de cinco puntos separan a María Eugenia Vidal y Aníbal Fernández para Management & Fit, Rouvier & Asociados e Ipsos Mora y Araujo. Algo debajo de ellos, pero creciendo, los sigue Felipe Solá.

Como suele suceder en la PBA, ninguno de los candidatos logra representar a un electorado enorme y heterogéneo y la elección no despierta mayor atractivo para la sociedad, lo que se ve reflejado en el elevado porcentaje de votos en blanco.

De todos modos, los equipos de campaña de las tres fórmulas con mayores chances de llegar a La Plata se mueven para mejorar sus chances de cara a octubre. ¿Con qué estrategias?

PRIMEROS Y CONFIADOS

En el FpV descansan sobre el activo que representa ser oficialismo y tener una etiqueta partidaria sólida y fácilmente identificable, con ofertas competitivas en todos los niveles. “No existe en la provincia de Buenos Aires posibilidad de ganar sin tener una boleta con concejales, intendentes, un gobernador y un presidente fuertes”, asegura Gustavo Filareti, concejal de Quilmes e integrante del armado de campaña de Aníbal Fernández, en diálogo con el estadista.

Por otra parte, el arrastre que recibirá Aníbal Fernández del crecimiento que pudiera tener Daniel Scioli es fundamental. La meta en el entorno del jefe de Gabinete es que Scioli se aproxime lo más que pueda al 45%, lo que prácticamente le daría la victoria al quilmeño, por cuanto no hay balotaje en la provincia y por ende, con solo un voto más que sus competidores, ya lograría el triunfo.

En ese sentido, la estrategia de Fernández es mantener el escenario actual hasta el día de la elección y rodearse de triunfalismo. “La pelea de María Eugenia Vidal y Felipe Solá es por el segundo lugar, nuestra campaña gira solo en torno a nosotros y nuestras propuestas”, dice Filareti. Mientras tanto, lo que suceda con los 500.000 votantes que no fueron a las urnas en las PASO será fundamental para el FpV.

UNA OPORTUNIDAD HISTORICA

A su vez, Vidal aspira a alcanzar un 45% en el interior provincial y el 30% en el conurbano, donde más dificultades tiene el PRO. En las PASO, la fórmula encabezada por Vidal obtuvo 27% en la Primera Sección Electoral y 23% en la Tercera. Para superar esa marca, Macri tendría que estar por encima del 30% en el distrito, entienden en el macrismo, y confían en que a medida que se acerquen las elecciones, el escenario se volverá más polarizado y el líder del PRO se volverá más claramente la figura para canalizar el voto útil antikirchnerista con el objetivo de forzar un balotaje. De eso se beneficiaría Vidal.

Con el affaire Niembro el PRO sintió el cimbronazo. Sin el periodista deportivo y con la menos popular Silvia Lospennato encabezando la lista de diputados, Cambiemos perdió uno de sus activos para hacer pie en el conurbano. Por eso, en el equipo de campaña de Vidal -que encabeza el legislador porteño Federico Salvai- aseguran que el GBA será donde más horas pasará ahora la candidata a gobernadora y donde más estará acompañada por Macri.

El gran foco donde ven posibilidad de capturar nuevos votos en cantidad es en las ciudades del interior, que le fueron esquivas a Scioli y donde Macri tiene buena imagen: Pergamino, Bahía Blanca, Mar del Plata (General Pueyrredón) y La Plata, centralmente, más los municipios donde tienen candidatos locales competitivos (Pilar, Morón y Tres de Febrero, Quilmes, Lanús, Magdalena, Lobos y Brandsen).

TERCERO EN AVANCE

Mientras tanto, el massismo, estando tercero, se ve forzado a una campaña más activa, más agresiva y con más propuestas, lo que le está dando resultados. Obligado a sacarle votos tanto a Vidal como a Fernández, para lo primero hace hincapié en la falta de experiencia de la candidata macrista y en su origen porteño y no bonaerense, mientras que para lo segundo, vincula al jefe de Gabinete con el narcotráfico y y saca a relucir el peronómetro contra Martín Sabbatella. “Que no se digan peronistas, que no nos vengan a correr. Serán reformistas, del PC, pero de peronistas no tienen un carajo”, lanzaba Solá en su spot más reciente, bajo la consigna #ElVerdaderoPeronismo.

Es que para el massismo, los votos centrales a conquistar de cara a octubre son los 1,47 millones que consiguió Julián Domínguez en las PASO. ¿Quiénes son? En términos nominales, por lógica, se concentran en la Primera y Tercera Sección Electoral, con poco más de 440 mil y 630 mil votos, respectivamente. Pero donde mejor le fue en términos relativos fue en la Tercera Sección, donde se encuentra el voto más alineado con el peronismo y los intendentes del PJ que sustentaban su candidatura. De allí provino el 42% de lo que cosechó en toda la provincia, una sobrerrepresentación del 7% respecto del 35% que aportó esa sección al total de votos provinciales. Esos votos son los que desde el massismo buscan convencer, a través de una figura con mucha identificación con el peronismo como Solá.

De todos modos, el 100% de los intendentes de esa sección son peronistas y por más rechazo que tengan a Fernández y Sabbatella, articular un corte masivo de boletas que deje afuera a la categoría de gobernador pero no la de intendente ni la de Presidente es poco probable que suceda. El corte de boleta se suele dar en un porcentaje menor y mayormente en los extremos de la boleta. Por eso, en el FpV se confían: “El voto de Domínguez se mantiene en su totalidad dentro del FpV. Y aunque quieran mentir con eso de la imagen negativa de Aníbal, cuando fue primer candidato a senador nacional en 2011 no hubo el corte de boleta que dicen ahora”. En efecto, según Management & Fit, Fernández es quien más surge al preguntarle a los bonaerenses a quien nunca votarían, pero un estudio de la misma consultora que los cortes de boleta entre presidente y gobernadorno suelen darse en grandes proporciones. Desde 1983, las diferencias oscilaron entre un 3,1% negativo para el gobernador (en el caso de Graciela Fernández Meijide respecto de Fernando de la Rúa en 1999) y el 4,9% a favor (con Eduardo Duhalde respecto de Carlos Menem en 1995). Con esto, los antecedentes y la inexistencia de un balotaje, aunque el escenario permanezca abierto, el kirchnerismo ya se ve gobernando la provincia por otros cuatro años.

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