(Reseña publicada en la edición nº32)
El politólogo italiano Loris Zanatta analiza el rol de Evita en la construcción política del peronismo y aborda sus lazos con el populismo.
En “Eva Perón. Una biografía política”, el historiador italiano Loris Zanatta, especialista en la historia de América Latina y, fundamentalmente, en peronismo e Iglesia argentina, analiza la herencia política que la figura de Eva Perón tuvo para el movimiento justicialista y las encrucijadas que, tras su muerte, debió enfrentar Perón.
Así sostiene, por ejemplo, que la relación de Eva con Perón “no era de subordinación ni de dependencia, como muchos se obstinan en afirmar, sino de inevitable y creciente competencia”. Asignándole un rol central a Eva dentro de la construcción del poder peronista, y lejos también de la versión canónica sobre la caída de Perón, el autor afirma que “de ninguna manera se trató de que el régimen perdiera fuerza por no contar ya con la presencia de ella, sino que más bien Perón cayó porque había terminado siendo el prisionero de la herencia política que ella le había dejado”.
Con un buen acceso a fuentes históricas poco hallables en la historiografía local, Zanatta analiza un aspecto poco abordado, como la relación de Evita con la Iglesia Católica que, según él, funcionó como una barrera de contención para conciliar a la clase obrera con el cristianismo y neutralizar al comunismo en la Argentina. Rastrea allí la presencia de un personaje clave en la formación política de Eva, el sacerdote Hernán Benítez.
Según el autor, el peronismo de Evita fue “una religión secular, con sus dogmas y sus devotos” que cuestionó en sus fundamentos más profundos las relaciones entre modernidad y tradición, política y religión, legitimidad popular y democracia.
En diálogo con el estadista, Zanatta explicó algunos de los ejes centrales del libro.
¿Qué lugar le asigna a la figura de Eva dentro del entramado peronista?
Eva era “el poder activo” del régimen peronista. Era la que le daba un sentido misional
y lo mantenía vivo en las masas. Hay una anécdota que cuento en el libro sobre que cuando ya habían transcurrido diez o doce días desde la muerte de Evita, los diplomáticos brasileños, impresionados, como todos, por la enorme repercusión popular de su deceso, fueron un poco más lejos, de modo de captar un elemento
político fundamental para el futuro del peronismo: la impresión de que ella había dado
forma al movimiento social peronista de manera irreversible y de que una vez muerta
su peso sobre el peronismo sería todavía más intenso de lo que había sido estando viva. Como si dijéramos que ahora existía un peronismo de Eva que no era el de Perón, que se diferenciaba de él muy bien. Y creo que no se equivocaron.
Usted analiza la formación política de Eva, ¿qué conclusión sacó al respecto?
Lo más interesante de Eva es que es un populismo no intelectualizado, no elaborado teóricamente. Lo que aparece a través de ella es un fascinante fenómeno social en el cual la legitimidad popular chocó frecuentemente con la institucionalidad democrática, y ésa es otra recurrencia del populismo. Ella tenía un extraordinario poder, ella le dio fortalezas a un montón de sectores, y se configuró un “peronismo de Eva”, que era la punta de lanza para una agenda de demandas que se canalizaban a través de ella. Es muy importante también el rol de Eva en la política exterior del peronismo, algo pocas veces analizado.
¿Cómo define al populismo de Eva?
El populismo es más que una ideología, es algo así como una visión del mundo. Muchas veces implícito e inconsciente, se refiere a un imaginario de tipo religioso, y muchas veces prepolítico que piensa en la sociedad como un organismo natural con tendencia a la homogeneidad y no como un contrato social racional. En esa vocación se reconocen aspectos de los fenómenos de los totalitarismos de derecha, a partir de los fascismos europeos, y los totalitarismos de izquierda, a partir del socialismo real. Como yo entiendo al populismo es en ese punto de contacto, que se vuelve antiliberal y propone otra forma de integración política y piensa que la democracia es un concepto social y no político necesariamente.
Usted también hace hincapié en el tema del aparato comunicacional del peronismo, ¿cuál es el rol de los medios de comunicación en esa búsqueda de integración política?
Los medios de comunicación siempre fueron y seguirán siendo un instrumento extraordinario para crear la comunidad imaginada que requiere todo Estado para consolidarse. Aún hoy, en estos regímenes, la tentación de manipular la información sigue existiendo. Pero ya hay formas de pluralismos inevitables de reconocer, existe una sociedad civil y formas de legitimación política que antes no existían y que demandan un nuevo modelo de comunicación. Contrario es el tema de los intelectuales, hay poco espacio en los populismos para ellos. Digamos, para el intelectual no orgánico, que es algo típico de los populismos. El régimen populista tiende a ser bastante antiintelectual, si por él entendemos a quien tiene una conciencia crítica.
¿Cómo es explicar al peronismo fuera de la Argentina?
Yo con el tiempo me convencí, de tanto estudiar al peronismo, que sí es un fenómeno único, como fueron el varguismo o el PRI, pero también creo que hay ciertos puntos que lo hacen comparable a otros. En lo que es el peronismo creo que hubo una mezcla de tomar el tren de la modernización que estaba pasando por el mundo pero con primitivismo político, porque no se siente la necesidad en el imaginario peronista de crear una arena política institucionalizada, que reconozca la legitimidad de la oposición. Creo que es un fenómeno histórico, del pasaje de los antiguos regímenes a los democráticos, de las sociedades rurales a las modernas. Entonces el peronismo termina siendo, con sus particularidades, la expresión argentina de una tendencia mundial. Y esto de que tiene adentro a la derecha y la izquierda, es totalmente normal en los populismos. El PRI mexicano, que fue el populismo perfecto, también tuvo diversas vertientes que convivieron dentro. Así que el peronismo no termina siendo tan excepcional como lo definen acá.