(Columna de Facundo Matos Peychaux)
Gobierno Nacional, gobernadores provinciales e intendentes apuestan a un esquema de negociaciones constantes donde todos ganan, en mayor o menor medida.
Reunidos en Córdoba, el Gobierno Nacional y las veinticuatro provincias alcanzaron un acuerdo para la devolución gradual del 15% que se detrae de los fondos de coparticipación desde un pacto fiscal de 1992. Desde el punto de vista económico, el convenio es el término medio entre lo que hubieran querido las provincias y lo que hubiese esperado la Casa Rosada. "El mejor acuerdo posible, no el más deseable", coinciden funcionarios del Ministerio del Interior y de las administraciones subnacionales.
El acuerdo contempla la devolución gradual de los fondos hasta 2020 de a 3% anualmente -de los que se podrá se podrá detraer hasta la mitad para cancelar deuda de las provincias con la Nación-, más un 6% adicional este año y 3% extra en 2017, 2018 y 2019 a través de un préstamo del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la Anses que se devolverá a una tasa anual de 15% los primeros dos años y 12% en los dos restantes.
Sin embargo, sotto voce reconocen desde algunas provincias que el acuerdo es menos significativo desde lo económico que lo que parece, ya que aunque por un lado todas las provincias recibirán sumadas cerca de $ 38.000 M por el 9%, solo alrededor de $ 12.000 M corresponden al 3% en efectivo, que se reducirá a 1,5% una vez que se use la otra mitad para cancelar deuda previa con la Nación. Así, las provincias podrían llegar a recibir en términos agregados apenas cerca de $ 6.000 M, en un contexto en el que además la masa de recursos coparticipables se reduce por la caída de la recaudación por la menor actividad económica, los cambios en el impuesto a las Ganancias y los proyectos legislativos que modificarán cuestiones impositivas, como la quita de IVA a los productos de la canasta básica.
No obstante, los gobernadores ganan dos cosas principales que buscaban. Por un lado, fondos frescos para salir del paso este año, en un contexto de cuentas fiscales en rojo heredadas en la mayoría de los casos provinciales. Por otro lado, la promesa de mayores fondos para 2017 y más aún, para 2019, cuando se jugarán la gobernación casi todos los mandatarios.
Por su parte, el Gobierno Nacional, cumple con el mandato de la Corte Suprema de dar respuesta -aunque parcial- al problema de la coparticipación, y asegura gradualidad a la retribución de esos fondos, algo a lo que no podía renunciar dadas las cuentas públicas heredadas del gobierno saliente.
Sin embargo, el evento fue más significativo aún desde lo político para ambos actores.
Para los gobernadores, la foto con Macri, el ministro del Interior Rogelio Frigerio, u otros funcionarios nacionales, ya es un activo en sí mismo. Intervenir en la escena nacional, mostrarse llevando reclamos de sus coprovincianos a Casa Rosada son puntos valorados en las provincias. Más aún cuando eso implique la posibilidad de volver a sus distritos con declaraciones favorables o soluciones, algo altamente factible con el gobierno actual, que ha (retro)cedido en varias oportunidades ante las críticas a medidas ya tomadas, como en el caso de los ministros de la Corte nombrados por decreto, la primera oferta de devolución de recursos coparticipables o más recientemente, la suba de tarifas de gas natural en la Patagonia.
Por su parte, el Gobierno Nacional también sale ganando. Mauricio Macri quiere ser el Presidente del federalismo. Le sirve como punta de lanza para plasmar en acciones el cambio en las formas de hacer política respecto del kirchnerismo que -como señala en esta edición de el estadista el sociólogo Ricardo Rouvier- es uno de los objetivos pilares de este Gobierno. Lo ayudó y ayudará a construir mayorías en un Congreso -y una Cámara de Senadores, en particular- adverso al PRO en términos de su composición. Contribuye, además, a subsanar un déficit que el Gobierno tiene desde incluso antes de llegar al Gobierno: su fórmula presidencial y la primera plana de ministros está plenamente compuesta por porteños y sus votos provinieron en abrumadora mayoría de la franja central del país. Y al mismo tiempo le permite aislar al kirchnerismo, cada vez más distanciado de los gobernadores peronistas a medida que avanza la reconstrucción del partido pos derrota. Todo ello se condensa en el concepto de “socios”, al que Presidente, ministros y funcionarios acuden de tanto en tanto.
Pero además, la noción de socios responde a una genuina visión de que los objetivos nacionales solo se pueden lograr si los mandatarios provinciales también los incorporan a sus agendas provinciales y aprueban el rumbo nacional. Así se vio, por la positiva, en el acuerdo con los fondos buitres, para el que el Gobierno logró el aval de los gobernadores, y en su versión opuesta, en la quita de subsidios a las tarifas de gas, que cosechó el rechazo de los gobernadores patagónicos, lo que mostró en la práctica el poder de veto de los mandatarios provinciales.
Cada foto de Macri o sus ministros con gobernadores e intendentes, entienden en Casa de Gobierno, dará una buena imagen. Habrá al menos una por mes, cuando se junten los veinticuatro gobernadores y Frigerio. Y más también.