Frente al fin del segundo mandato de Cristina Fernández, académicos de distintas áreas evalúan la larga década kirchnerista.
Los debates académicos, políticos, mediáticos y de la opinión pública arrojaron múltiples evaluaciones sobre el ciclo político kirchnerista iniciado en 2003. Por un lado, aquellos alineados con los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner no dudan en calificar a sus gobiernos como los mejores que ha tenido el país desde 1983, cuando no en toda la historia. Quienes adhieren a este pensamiento, destacan la implementación de un conjunto de políticas públicas progresistas en materia económica, social, política y de ampliación de derechos: el famoso modelo de crecimiento con inclusión social.
Por otro lado, están quienes tienen una visión más pesimista, con una visión más crítica del desenvolvimiento de la economía y el foco puesto más en los casos de corrupción y las formas y el estilo de conducción de NK y CFK.
Lo que para unos fue una “década ganada”, para otros fue una “década perdida”, o en el mejor de los casos, “desperdiciada”.
En el sentido contrario de esta polarización, Década Ganadapresenta una serie de artículos escritos por un grupo de economistas, politólogos, sociólogos y académicos de otras ramas que rompe con la polarización y aborda el análisis del ciclo político iniciado en 2003 con todas sus contradicciones desde campos de análisis tan distintos como la democracia, los derechos y las libertades, el modelo económico y la equidad social, la política exterior, el Estado, y el kirchnerismo como objeto y productor de interpretaciones.
DEMOCRACIA, DERECHOS Y LIBERTADES
A partir del análisis de los distintos conceptos de democracia, Carlos Gervasoni examina el sistema democrático bajo los gobiernos kirchneristas y concluye que aunque estuvieron lejos de representar un peligro para la democracia argentina, dejaron “un significativo (pero no fatal) retroceso para la 'democracia liberal'”, no compensado en ninguno de los otros frentes del sistema democrático.
Por su parte, María Matilde Ollier pone foco sobre las figuras presidenciales de NK y CFK en el marco de un fenómeno frecuente en las democracias sudamericanas, que es la emergencia de presidencias dominantes, tanto de cuño neoliberal como estatistas, caracterizadas por la aparición de gobiernos fuertes con oposiciones débiles y fragmentadas. En ese sentido, Ollier repasa cómo llegaron y qué recursos utilizaron NK y CFK para establecer su dominio y descubre que es la relación de subordinación que establecen con el Poder Legislativo, el Judicial, sectores económicos y partidos opositores, entre otros actores, lo que los lleva a ejercer una presidencia dominante, amparados en las ventajas que otorga a la posición político-institucional presidencial su proveniencia del peronsimo.
En tanto, Martín Becerra trata un tema que no por ser muy abordado deja de ser trascendente: la vinculación de los gobiernos kirchneristas y los medios de comunicación. Para ello, pone el foco en la pelea con Clarín, la ley de medios, la reestructuración del mapa de empresas del rubro y la discrecionalidad en el reparto de la pauta pública.
MODELO ECONOMICO Y EQUIDAD SOCIAL
La evaluación de la cuestión económica, por la diversidad de índices y por los diferentes parámetros de comparación (en relación a otros países u otras épocas de Argentina), supone siempre un desafío. Sin embargo, los economistas Roberto Frenkel y Mario Damill no dudan en aseverar que en la etapa posdevaluación “Argentina perdió una oportunidad extraordinaria de colocar la economía del país en un sendero sostenible de crecimiento inclusivo”, y Jorge Strebb ?en un artículo diferente- advierte que lo que existió en los años kirchneristas fue “una fuerte recuperación cíclica aunque no un mayor potencial de crecimiento a largo plazo”. Esa lectura hace converger de algún modo el discurso oficial, que plantea que el país que heredará el próximo Gobierno está mejor que el que recibió NK en 2003, con el planteo de los más críticos, que habla de un desperdicio de oportunidades para realizar cambios estructurales y plantear una agenda de desarrollo a futuro. En lo social, Agustín Salvia reconoce la existencia de derechos adquiridos -especialmente en torno a los ingresos de los asalariados formales y de quienes reciben asignaciones estatales-, pero advierte que la existencia todavía de casi un cuarto de la población que “no ha logrado salir de su condición de exclusión estructural”.
Otro de los temas tratados en el libro es la política exterior de los gobiernos kirchneristas. Como deuda, señalan Roberto Russell y Juan Tokatlian, durante la década no pudo establecer un nuevo paradigma de política exterior que trascendiera y en cambio, durante la larga década kirchnerista “primó la táctica sobre la estrategia y las necesidades domésticas de corto plazo por sobre una visión estratégica de largo plazo”.
Sobre el mismo tema, Anabella Russo desmitifica la visión que señala que la Argentina kirchnerista es un país aislado del mundo y advierte que “el eje de debate no es aislamiento o integración sino el disenso con el Gobierno en torno al perfil ideológico que condiciona la elección de los aliados y los temas de agenda”.
A su vez, Roberto Martínez Nogueira pone el foco sobre la impulsiva gestión de lo público y Fabián Repetto destaca los avances y las limitaciones del kirchnerismo en materia social.
Otra forma de analizar el fenómeno kirchnerista es en función de la imagen sobre la cual se asentó y aquella que vieron los grandes productores de conocimiento. En ese sentido, Ana Wortman pone luz sobre las continuidades y rupturas del kirchnerismo con respecto a las imágenes y los significados del peronismo, y Enrique Peruzotti describe los abordajes del kirchnerismo que hicieron dos de los máximos referentes de la teoría política argentina como son Guillermo O'Donnell y Ernesto Laclau.