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Gobernabilidad y desaceleración

15 junio de 2012

A diferencia de 2008-2009, el kirchnerismo tiene más recursos políticos para administrar el enfriamiento económico y no depender exclusivamente de la opinión pública.

La etapa kirchnerista, ya en su tercer mandato de gobierno, está signada por la expansión económica, y por esa razón la desaceleración del crecimiento que estamos viviendo en 2012 genera un interrogante: ¿Cómo impactaría en la política un cambio en la economía?

ANTECEDENTES

La historia de la relación entre kirchnerismo y crecimiento es elocuente. Tras el rebote poscrisis, el ciclo de las “tasas chinas” se inicia a mediados de 2003. Durante los años siguientes la economía voló, gracias a un contexto internacional favorable y una gestión acorde a las condiciones del momento. Hasta que, tras el verano de 2008, el mundo entra en crisis recesiva y la economía argentina se desacelera. No fue casual que las protestas del “campo” y sus devenidos referentes, como Julio Cobos, hayan logrado tanta repercusión en aquellos meses en los que se registraba un malestar social creciente por la combinación de los aumentos de precios de los alimentos ?recuérdese la “crisis alimentaria mundial”? y los primeros indicadores de una recesión en la Argentina. Combinación que, cabe aclarar, tuvo una fuerte caja de resonancia por la mencionada crisis del campo que potenció los efectos recesivos locales de la crisis financiera global.

Los peores veinte meses de la economía argentina a partir de 2003 fueron, con correspondencia matemática, los peores veinte meses del kirchnerismo político. Entre la crisis del campo, que estalla en marzo de 2008 y el pobre desempeño oficialista en las elecciones legislativas de junio de 2009, todas las encuestadoras medían que la popularidad del Gobierno caía a pique, hasta tocar el 20%.

Luego, a comienzos de 2010, las tendencias recogidas por las encuestas comienzan a revertirse, coincidiendo también con los indicadores de una recuperación económica que se sintió en el verano: la Argentina estaba saliendo de la incipiente recesión. En la calle y en los puertos ya se respiraba otro aire. Mejora el humor, el Gobierno implementa el nuevo paquete de políticas sociales, mes a mes las encuestas mostraban un aumento de la popularidad presidencial: para cuando muere Néstor Kirchner, en octubre de 2010, la popularidad del Gobierno ya había experimentado una clara recuperación.

EL ESCENARIO 2012

Desde entonces, y con una actividad económica que volvió a mostrar “tasas chinas” en todos sus indicadores, el kirchnerismo vivió una primavera política que terminó de expresarse en la contundente reelección de Cristina Fernández en octubre de 2011. Pero comenzando el 2012, la economía regional vuelve a experimentar un ciclo de desaceleración. A pesar de que los indicadores de producción y consumo sigan mostrando actividad, el 2012 no repetirá el desempeño del año previo. Los pronósticos oscilan en el 3% de crecimiento anual, medio punto más o menos.

En este marco, para detener la fuga de divisas ?no muy diferente de la que también sufren otros países suramericanos?, el Gobierno Nacional toma medidas antipáticas, como las restricciones al mercado cambiario o una mayor presión impositiva. Esto produce una oleada de reacciones en sectores sociales de preferencias intensas, como la clase media alta porteña o los productores agropecuarios, que hoy no son electoralmente relevantes porque no están generando adhesión en los públicos numerosos de la clase media y trabajadora, pero son ruidosos y tienen poder de expresión.

La popularidad del Gobierno también cayó durante tres meses seguidos, aunque más de la mitad de los votantes aún mantiene una opinión favorable sobre el mismo. Esta leve caída de popularidad hoy no afecta al Gobierno porque tenía de sobra. Tras las elecciones, el “efecto ganador” le confirió a Cristina la adhesión de votantes que no habían sufragado por ella. Hoy, se reacomodaron las cosas y mantiene la adhesión de su base electoral, que también es más que suficiente. Cabe preguntarse qué sucedería en el caso de que la inevitable desaceleración del crecimiento se profundice, y haga que algunos votantes oficialistas de octubre cambien de opinión.

El kirchnerismo en 2012 cuenta con un elemento diferencial a su favor para atravesar una eventual coyuntura de disconformidad social: por primera vez , cuenta con un poder institucional “consolidado”. Es una fuerza mayoritaria en el Congreso y las provincias, el peronismo está relativamente unificado y, en las próximas elecciones legislativas, renovará una porción de su bancada: los diputados de 2009, la peor elección K. Esta situación novedosa despeja incertidumbres: si sus respaldos partidarios, legislativos y provinciales se mantienen estables, estaría en condiciones de considerar a los vaivenes incontrolables de la opinión pública como un factor más, y no ya como el determinante.

(De la edición impresa)

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