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Imparcialidad y desconfianza: tensiones del Poder Judicial

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30 agosto de 2018

por Mara Pegoraro

El desafío de los poderes públicos es resolver la tensión entre legitimidad, validez y eficacia. El Poder Judicial es un poder público

"Será justicia” , esa frase que acompaña a cada sentencia o resolución judicial construye la idea, a estas alturas, mítica de que la justicia es un resultado alcanzable, casi como el resultado de un partido de fútbol: victoria, derrota o empate. Un resultado alcanzado luego de noventa minutos de juego, aproximadamente, o de un litigio construido y sustentado sobre un determinados procedimientos.

El lema se construye y se instituye bajo el axioma de que ambas partes del litigio operan de buena fe y que la decisión final resultara en alguna forma de reparación para el perjudicado, también conocido como víctima.

Se sugiere la noción de axioma porque la idea de que la decisión resulta justa se ha constituido como un enunciado tan evidente que no requiere demostración. Pero como es evidente en los tiempos que corren, si hay algo que requiere demostración constante es que las decisiones judiciales expresan a la justicia y resultan justas. O como diría el personaje nostálgico de Campanella, sino la justicia al menos una justicia.

En Argentina, el distanciamiento ya no crítico sino severo entre ciudadanía y justicia es cada vez más evidente, diferentes índices, mediciones, encuestas, locales, regionales e internacionales muestran el deterioro creciente de la confianza en la justicia.

Los índices de confianza en la justicia tanto en América Latina como a nivel local no alcanzan el 50%. La mayoría de los ciudadanos percibe que las decisiones son de máxima injustas y de mínima arbitrarias. Y lo cierto es además que el problema no se resuelve en el tiempo.

El Indice de Confianza en la Justicia (ICJ) realizado por la Escuela de Derecho de la UTDT reveló que la imparcialidad de la justicia argentina resultó poco o nada confiable para el 80% de los encuestados, el 77% indicó que la capacidad y eficiencia de la Justicia le merece poca o ninguna confianza y el 79% indicó que confiaba poco o nada en la honestidad de la Justicia. Nótese que el estudio fue realizado en el 2010.

En 2014, el Informe sobre la percepción de los habitantes de la CABA respecto de los niveles de acceso a la Justicia (2014) realizado por el Consejo de la Magistratura de la ciudad, revela que la mayoría de los ciudadanos manifiesta que encuentra dificultades en la comprensión del lenguaje utilizado en la justicia, y que al menos algunas veces le genera desconfianza.

Para el 2017, el estudio del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, registró un descenso en el índice de credibilidad del 19,7%, en 2015, al 11,7%, a fines de 2017.

Tenemos entonces dos problemas, la percepción de justicia y la confianza en las instituciones encargadas de proveer y garantizar decisiones justas y un acceso a la justicia eficiente. Aunque diferenciados,pertenecen al mismo universo conceptual y político.

La percepción de cuándo una decisión es justa es casi filosófico, ya Platón abordaba esta cuestión en el Libro I de República, preguntando en la voz mayéutica de Sócrates: ¿Qué es la justicia? ¿Qué determina, qué resultado sugiere, una solución justa? ¿Qué es lo propio de la justicia?

La cuestión está en que en los estados democráticos esos interrogantes filosóficamente planteados se vuelven operativos en el imperio de la ley, que se traduce en la construcción de un sistema de justicia que debe aprender a concebirse como poder del Estado y público y por ello sujeto al escrutinio ciudadano.

El Poder Judicial, construido teóricamente desde la lógica de los frenos y contrapesos, ha ido perdiendo, con la práctica, su idea de poder público con responsabilidad frente a la ciudadanía en su conjunto y no solo y exclusivamente frente a los justiciables.

El problema político lo señalaba John Rawls en Teoría de la Justicia. La justicia tiene un papel fundamental en favorecer y facilitar la cooperación social. Especialmente porque la justicia debe significar y ser sinónimo de imparcialidad.La justicia es la primera virtud de las instituciones y por lo tanto la que no solo debe manifestarse sino que además debe poder ser percibida intertemporalmente por todes. El problema de percepción de justicia se ubica en que las decisiones judiciales no son vistas como imparciales. Esa debilidad se explica por tres condiciones 1) la ausencia de independencia de los poderes judiciales de los poderes políticos de turno, 2) no siempre resulta evidente quien/es son los ganador/es y quien/es los perdedor/es y 3) el ganador debe coincidir con el que la voluntad, individual o colectiva, desea que resulte ganador.

El punto tres vendría hacer una versión judicial del vox populi vox dei. Dejaremos los riesgos y dificultades de esa asociación para otras notas. Lo cierto es que la debilidad en la confianza de las instituciones de justicia enfrenta al Poder Judicial, tanto del orden local, nacional como federal, a resolver la histórica tensión entre legitimidad, validez y eficiencia del que la justicia parecía estar exenta y excluida.

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