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La agenda progresista

21 mayo de 2012

El amplio apoyo a la recuperación de YPF fue una novedad. Los próximos temas que podría impulsar el oficialismo y los realineamientos partidarios.

Quiero, una vez más, agradecer a los distintos partidos de la oposición que acompañaron este proyecto”, dijo la Presidenta al promulgar la Ley 26.741, una de las decisiones más riesgosas hasta ahora tomadas por el kirchnerismo: la recuperación del control del Estado de YPF. El proyecto recibió el apoyo de 203 diputados y 63 senadores. Fue la ley más con más votos positivos desde el 2003 a la fecha.

Es un trofeo K inusual: propio y, a la vez, de gran parte de la oposición. De manual, Cristina lo compartió, por ahora.

A los habituales apoyos de las bancadas del progresismo no kirchnerista, se sumaron otras expresiones políticas y la Unión Cívica Radical, el segundo bloque en importancia tanto en Diputados como en el Senado. La UCR aportó 38 votos en la Cámara Baja y 13 en la Alta. La iniciativa del oficialismo incomodó al partido centenario y la decisión orgánica surgió luego de fuertes debates sobre cómo debía posicionarse. ¿Había que privilegiar el carácter progresista (luego de la “derechización” que, algunos dicen, contribuyó a la pobre performance electoral de 2011), la coherencia con la tradición histórico-partidaria y desoír las presiones explícitas de los grandes medios? ¿O había que, como sostenían otros, privilegiar el carácter de opositor y no sucumbir al “chantaje emocional” (Oscar Aguad dixit)? Primó la primera visión, pero no fue unánime. Se ausentaron y/o votaron en contra cuatro diputados.

En el FAP también hubo una discusión sobre cómo posicionarse, aunque el apoyo a la iniciativa ?dada la manera en que votaron sus legisladores en cuestiones previas? haya sido menos sorpresivo. El conductor del espacio, Hermes Binner, cree que el futuro del FAP dependerá, entre otras cosas, de que muestre organicidad en el Congreso. El objetivo no se cumplió 100%: en el Senado, se abstuvo Norma Morandini, quien acompañó a Binner en la fórmula presidencial de 2011 y, en Diputados, se ausentó Margarita Stolbizer, el puntal bonaerense de la novel agrupación, y otros dos diputados del FAP.

¿Es acertada esta estrategia? Desde el punto de vista electoral, ¿hay un electorado progresista huérfano (esto es, no encolumnado en el FPV) tan vasto como para que se lo disputen la UCR, el FAP y otros partidos menores? ¿Se puede “construir” por izquierda? ¿O a la izquierda del kirchnerismo “está la pared” y pescar votos allí es bizantino? La conveniencia electoral no es (ni debe ser) el vector detrás de los alineamientos legislativos, pero responder estas preguntas permite bosquejar qué pasará en el próximo tiempo en la arena político partidaria. En pocos meses más, se lanzará la campaña para las elecciones legislativas de 2013.

El PRO fue el único partido de relevancia nacional (o que lo pretende ser), que se opuso al proyecto, no sólo públicamente, sino en el recinto. En términos orgánicos, fue el más cohesionado: todos sus legisladores votaron en contra. Es cierto: es una bancada chica y fácil de alinear (11 diputados y ningún senador). El rédito electoral de oponerse a una iniciativa tan popular puede ser, a primera vista, escaso. “No creo que lo beneficie. YPF no es un buen filón para diferenciarse del oficialismo”, sostiene el analista Ricardo Rouvier. Pero se ha logrado desmarcar, del resto del arco opositor. Lo consolida como alternativa al oficialismo. Saber aprovechar ese comodín es otra cuestión. “Esto es conveniente para un macrismo que quiere conquistar al peronismo no K y a los radicales”, agrega Rouvier. Que el peronismo disidente haya sido otro de los grandes opositores a la iniciativa no es un dato menor: 18 de sus 21 diputados votaron en contra.

El kirchnerismo podría impulsar nuevas iniciativas de contenido progresista que sometan a los partidos de la oposición, a excepción del PRO, a nuevos interrogantes sobre cómo posicionarse. ¿Contará, nuevamente, el Gobierno con el apoyo de sectores? ¿Se irá, como sugiere Sebastián Etchemendy en su nota en esta edición, hacia una “despolarización” del sistema político, diferente a la de los últimos años? ¿O la votación de YPF fue una excepción?

¿POR IZQUIERDA, NO?

El politólogo Andrés Escudero cree que no hay un electorado progresista tan vasto. “Me parece que con Macri proyectado y con el FPV consolidado en el rumbo político es difícil que una opción progresista supere el 10-15%”, dice, y añade: “Es más, un Macri proyectado ayudaría a que el componente progresista del FPV se mantenga fiel por miedo a la derecha”. Por allí debe leerse el interés, más que explícito, en polarizar con Macri. La Casa Rosada nunca escondió su deseo de que haya una opción de centroizquierda versus una de centroderecha.

Para Nicolás Tereschuk, también politólogo, “en el terreno político, es difícil que haya una construcción alternativa al kirchnerismo por izquierda”. Un espacio potencial de construcción, añade, es el sindical: “Allí donde los sindicatos tradicionales no tengan estrategias inteligentes de contención de afiliados”.

VAMOS POR TODO

“El kirchnerismo continúa con su pragmatismo y con una direccionalidad hacia la centroizquierda”, sostiene Rouvier. El grueso de las medidas implementadas en lo que va del segundo mandato de CFK tienen una raíz económica. Según Tereschuk, el espíritu de estas medidas es “independizar al Gobierno, tanto de los empresarios como de los sindicatos, ante un año difícil en materia económica”.

“Vamos por todo”, la frase en boga en el universo K, es una señal de voluntad más no una hoja de ruta. ¿Qué implica? ¿Se avanzará sobre otras rentas extraordinarias, como la financiera o minera? ¿Se potenciará el Estado de Bienestar, a pesar de que las cuentas públicas estén cada vez más estrechas? ¿Se reformará el sistema impositivo, el arma de distribución del ingreso más potente con la que cuentan un Estado? ¿Se apuntará más hacia los derechos individuales y/o civiles, como el matrimonio igualitario, la despenalización de la tenencia de drogas y la demorada cuestión del aborto? ¿Se potenciará el entramado productivo del interior del país y evitar, así, su despoblamiento, contracara del aumento poblacional de los conurbanos, especialmente el bonaerense? ¿Habrá cambios en los gobiernos de las fuerzas de seguridad pública? ¿Se avanzará hacia un esquema de mayor libertad sindical?

Los items de la agenda progresista que el kirchnerismo no ha abordado o, directamente, esquivado, no son pocos. Está claro que el kirchnerismo no levantará todas estas banderas, pues algunas de ellas conspirarían contra su propio esquema de poder. Por eso, muchos progresistas creen que el peronismo conspira contra una transformación en serio del país. Es que el costo de no hacerlo (la posibilidad que le “construyan” por izquierda) no parece ser, hoy por hoy, muy alto. Una cuestión clave será la marcha de la economía, más allá de lo que haga el Gobierno con la agenda progresista. Si la Presidenta no logra “cuidar los garbanzos” , sí habrá una mayor posibilidad de que una opción por izquierda (FAP, Proyecto Sur o, incluso, la UCR) surja como una alternativa seria.

(De la edición impresa)

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