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La clase media y el kirchnerismo

31 mayo de 2013

(Columna de Nicolás Tereschuk)

En contra de lo que suele afirmarse a la ligera, los sectores medios urbanos han estado en un lugar protagónico de las políticas oficiales

El Partido de los Trabajadores (PT) brasileño no se cansa de afirmar que en sus diez años de gestión 40 millones de personas pasaron a engrosar las clases medias. Con una reducción de la pobreza que ha ido desde cerca del 50% de la población en 2003 a algo menos del 20% en 2012 ?calculada por la CTA que encabeza Hugo Yasky sobre la premisa de una inflación interanual en torno al 24% en 2012?, la gestión kirchnerista puede mostrar un fenómeno similar.

Seguramente, el hecho de que no se trate de un fenómeno inédito sino más bien de una “recuperación” o de una “reparación” en un país que conoció décadas de mayor cohesión social, la Casa Rosada prefiera no gritarlo a los cuatro vientos, como hacen desde el Planalto. El kirchnerismo no sólo ha sido (re) creador de clases medias. En contra de lo que suele afirmarse a la ligera, los escurridizos sectores medios urbanos han estado en un lugar protagónico cuando se analizan los principales temas, políticas y acciones que han desvelado a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner.

¿Cómo analizar, si no, algunas de las primeras medidas del Gobierno que pavimentaron en términos “simbólicos” buena parte de las actuales gestiones? ¿Eran el recambio en la Corte Suprema o la política de Derechos Humanos un reclamo de los “sectores populares” en la Argentina? ¿En qué franjas de la sociedad cayeron mejor esas iniciativas? Por otra parte, ¿qué sectores estaban en mejores condiciones de aprovechar el “boom” de empleo y consumo cuando la recuperación económica a tasas chinas dio la señal de largada? ¿Quiénes pudieron plegarse con más rapidez a una situación de bonanza económica, sumarse a las mejores oportunidades laborales y los mejores sueldos? Seguramente sectores con posibilidades de acceso a educación superior y otros bagajes culturales similares.

En ese contexto, uno de los primeros conflictos que sacudió los cimientos políticos del kirchnerismo fue la movilización masiva liderada por Juan Carlos Blumberg para exigir mayor seguridad en 2004. El oficialismo se mimetizó entonces con los planteos del “ingeniero”, aprobando en el Congreso una serie de reformas inconexas, poco efectivas y hasta contradictorias con los objetivos que decían perseguir. La foto del joven asesinado Axel Blumberg sigue hasta hoy en el despacho presidencial como recuerdo de aquel reclamo que fue masivo pero en el que la voz de los sectores medios urbanos tuvo un lugar preponderante.

Los experimentos políticos en pos de la Transversalidad ?incluyendo a sectores de centroizquierda? y la Concertación Plural ?con los dirigentes que, como decía por entonces el intendente de San Isidro, Gustavo Posse, gustaban de llamarse “radicales G” o “radicales que gobiernan” (sic)? también daban cuenta de ese interés del kirchnerismo por no descuidar a los sectores sociales no peronistas, que podemos vincular a las clases medias.

El esfuerzo político del kirchnerismo no estuvo puesto sólo en estos sectores sociales, desde ya. Sedujo a sectores de desocupados y piqueteros que exigían mejoras urgentes ?les dio beneficios, negoció con sus dirigentes y plantó la bandera de la no represión a la protesta social, punto este que se toca a su vez con el reclamo de un sector progresista de los sectores medios urbanos que desde 2001 ve con muy malos ojos las imágenes de policías usando palos, gases y balas de goma para despejar manifestaciones?.

Las elecciones legislativas de 2005 y la “madre de todas las batallas” electorales en la provincia de Buenos Aires pueden entenderse como una disputa en la que estuvieron en juego las bases del voto peronista ?en muchas ocasiones más abajo en la escala social que las clases medias?, acción a la que el kirchnerismo también se dedicó entonces con ahínco.

NUEVAS ETAPAS

Durante todo ese período de seducción a sectores medios, en el que el Gobierno se llevó de maravillas con el Grupo Clarín ?con Alberto Fernández como embajador privilegiado? y Néstor Kirchner resultaba un personaje simpático para las cámaras de CQC, la cosecha en términos de votos no fue del todo descollante para el oficialismo en esas capas sociales.

En las elecciones de 2007, la diputada Elisa Carrió inauguró la insólita categoría de “legitimidad segmentada” al analizar los resultados electorales nacionales y tras comprobar que la ciudad de Buenos Aires ?donde ella se impuso?, Córdoba ?provincia en la que ganó la fórmula Roberto Lavagna-Gerardo Morales? y Santa Fe ?donde la líder de la Coalición Cívica estuvo a algo más de un punto porcentual de imponerse? parecían darle en parte la espalda al kirchnerismo. Pino Solanas hablaría un par de años después de baja “calidad del voto” en algunas provincias argentinas.

Hacia 2008 se inauguró un escenario de tensión del kirchnerismo con sectores empresarios de ingresos bastante más altos que los de los sectores medios por las retenciones móviles a las exportaciones de granos. Por entonces, en las grandes ciudades se registraron caídas en la imagen positiva de Cristina Kirchner. ¿Las clases medias urbanas parecían plegarse al reclamo de la Mesa de Enlace? ¿O se trataba más bien de una dinámica en la cual esas capas de asalariados, profesionales, ejecutivos y pequeños y medianos comerciantes y empresarios condenaban demasiado “vértigo” político, demasiada “tensión” o un proceso demasiado rápido de cambios?

Los kirchneristas ?algunos de los cuales vieron surgir su identidad política por ese espacio político recién en 2008? comenzaron entonces a dar un debate (¿interno o hacia afuera?) sobre las clases medias, en cuanto a si era conveniente continuar con una política de seducción o si se trataba de una batalla “perdida”. Como fuera, y a pesar de que cierto sentido común del análisis político indica que el kirchnerismo se alejó desde entonces de esos sectores, la realidad parece más compleja.

Con la moratoria previsional, la estatización de las AFJP y la ley de movilidad jubilatoria, el kirchnerismo seduce permanentemente a un sector que, sea cual fuere su nivel de ingresos, suele “sentirse” de clase media, como es el de los jubilados y pensionados. La Ley de Medios y la norma que consagró el matrimonio igualitario no respondían precisamente a demandas directas de los sectores populares, sino de intelectuales, activistas y organizaciones que en muchos casos tienen en sus filas a los consabidos sectores medios. La renuencia del Gobierno a eliminar los cuantiosos subsidios que reciben sectores medios (y medios altos, o aún más) por el consumo de servicios públicos, la no liberación de los precios de los combustibles o la ley que regula a las prepagas pueden ser entendidas también como medidas más o menos recientes que revelan que el kirchnerismo no deja “a la buena de Dios” a estos sectores, ni mucho menos.

Claro que el año pasado llegó una medida que pega en el corazón de la identidad de los sectores con capacidad de ahorro en la Argentina ?los pobres y los indigentes, lamentablemente, no suelen poder ahorrar?: se trata de la prohibición de la compra de dólares para atesoramiento.

¿Cambió ahora para siempre la relación del kirchnerismo con los sectores medios? ¿No habrá más medidas de seducción hacia esas capas sociales? Todavía es muy temprano para decirlo. La historia continúa.

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