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La geopolítica de YPF

03 mayo de 2012

Con la expropiación, ¿la Argentina rema contra el mundo o se incorpora a él?

El Gobierno argentino expropió el 51% de las acciones de Repsol?YPF y generó una fuerte reacción del Gobierno español, que busca la solidaridad de otros gobiernos y actores internacionales para su reclamo. ¿La Argentina rema contra el mundo, o se incorpora a él?

Quienes creen que la Argentina rema contra el mundo sopesan los riesgos de sanciones que enuncia el Gobierno español. En el plano bilateral, la Madre Patria puede restringir las importaciones provenientes de nuestro país. En el multilateral, pedir que la Unión Europea quite preferencias comerciales a la Argentina ?lo que requeriría unanimidad en el Consejo de Europa, algo difícil de lograr? e inducir una suba del riesgo de inversión argentina a través de sus bancos y agencias de seguros en la Unión de Berna ?riesgo que, cabe mencionar, ya es alto por la cuestión pendiente del Club de París, y que poco parece preocupar al Gobierno argentino.

En un segundo plano quedan iniciativas poco razonables, como la expulsión de la Argentina del G?20 que propicia The Wall Street Journal. Por otro lado, quienes creen que la Argentina se incorpora al mundo con esta decisión enfatizan el hecho de que la tendencia mundial es el aumento del control de los recursos energéticos por parte de empresas nacionales.

De acuerdo con la consultora Petroleum Intelligence Weekly Ranks, 16 de las 20 empresas más grandes de petróleo y gas del mundo son propiedad, en forma mayoritaria, parcial o total, de los Estados nacionales. Estas compañías, llamadas NOCs (National Oil Companies), controlan el 90% del petróleo mundial. En el imaginario social, el petróleo del mundo está en manos de grandes empresas multinacionales como Exxon, Shell o British Petroleum, pero esto no es así. La NOC Saudi Aramco, la mayor de todas las empresas petroleras del mundo, posee reservas que superan en diez veces a las de Exxon, la tercera más grande. La segunda es NIOC, la empresa petrolera iraní, la cuarta es la venezolana PDVSA y la quinta es la china CNPC.

Las NOCs son cualitativamente diferentes de las empresas privadas nacionales y multinacionales: mientras que estas últimas están esencialmente orientadas a la maximización de sus utilidades, las NOCs se plantean una pluralidad de objetivos económicos y sociales. Por esa razón, un estudio reciente del Banco Mundial sobre creación de valor por parte de las NOCs, coordinado por Silvana Tordo, concluye en que se trata de organizaciones muy difíciles de comparar. Las privadas y grandes multinacionales son relativamente más importantes en la producción: según PIWR, las NOCs poseen 9 de cada 10 barriles, pero extraen 5,5 ?el mencionado estudio del Banco Mundial dice que son 7,5?.

Y uno de los principales argumentos a favor de la privatización ?parcial o total? de las empresas petroleras fue y sigue siendo la eficiencia de las multinacionales. Las NOCs, como advertía un artículo de hace unos años The Economist, están dominadas por la política y tienden, por lo tanto, a contratar demasiada gente, a estar gerenciadas por políticos no especialistas en el negocio, y a desviar sus ganancias a subsidiar el Tesoro, generando desinversión.

En esta línea, suele atribuirse a la supuesta ineficiencia de las NOCs los problemas de caída de producción y sobreprecio que frecuentemente sufre el mercado energético mundial. De hecho, una de las explicaciones corrientes de la crisis petrolera mundial de los años '70 es atribuir la responsabilidad a los problemas organizacionales de las NOC, junto a la política de la OPEP. Esta línea de interpretación surge del hecho de que la oleada mundial de nacionalizaciones del petróleo se produce durante las décadas de 1950 y 1960 en Oriente Medio, Africa, Asia y América Latina.

Entre estos hitos, figura la renacionalización del petróleo argentino impulsada por la presidencia de Arturo Illia. Hasta entonces, el negocio del petróleo y gas había estado casi exclusivamente dominado por las grandes multinacionales de Estados Unidos y Europa, y sólo soviéticos y mexicanos lo habían desafiado. Las privatizaciones de las décadas del '80 y '90 fueron menores en gas y petróleo, comparadas con las de servicios públicos y comunicaciones, aunque se registraron muchos casos de incorporación de inversión privada internacional a partir del modelo de concesión de áreas.

Pero a partir del Siglo XXI, se produce una nueva oleada de nacionalizaciones, que comienza en la Rusia de Putin. En nuestra región, renacionalizan su industria petrolera Venezuela y Bolivia, y ahora se suma la Argentina. Esto, sumado al hecho de que la mayor parte de los nuevos descubrimientos de reservas se produjeron en áreas controladas por las NOCs, produjo un crecimiento de estas compañías, reflejado en los porcentajes citados.

Hay dos incentivos económicos a la nacionalización que explican esta tendencia: los precios del petróleo crecen, y tanto las mismas NOCs, que cuentan ya con gran experiencia en el manejo de sus negocios, como los BRICS, que están dispuestos a asociarse y consumir la producción energética exportable, estimulan a los países emergentes y en desarrollo a tomar control de sus recursos naturales. Cuando el CEO de Repsol advierte al Gobierno Argentino que ninguna empresa petrolera estará dispuesta a invertir en nuestro país después de la expropiación, no dice la verdad. El sabe que sobran los chinos, rusos y brasileños interesados en hacerlo.

(De la edición impresa)

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