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La riesgosa estrategia de poner a Scioli en la línea de fuego

09 enero de 2015

Varios sectores del FpV reprendieron públicamente al gobernador Daniel Scioli por su participación en un evento organizado por el diario Clarín. El camino es riesgoso. El oficialismo podría estar debilitando a su único candidato con chances electorales.

La lluvia de críticas que recibió Daniel Scioli por parte de varios sectores del kirchnerismo tras participar de un evento organizado por el diario Clarín es riesgosa. Los protagonistas de las declaraciones fueron funcionarios de jerarquía, ministros y aspirantes a la Presidencia, y ninguno temió cargar contra el candidato oficialista con mayor intención de voto. Parecería entonces que algo se rompió: la tregua alcanzada entre Scioli y el núcleo duro del kirchnerismo, con la cual el gobernador se lograba posicionar como el candidato del oficialismo a cambio de aceptar ciertos condicionamientos.

Hasta fin de año, el alto el fuego daba sus frutos. Scioli se kirchnerizó, centró su discurso en una férrea defensa de la gestión presidencial y logró empezar a mostrarse como la opción más segura para conseguir la “re-reelección del proyecto”, como dijo un senador del FpV en los últimos días. De hecho, las encuestas respaldaron su estrategia y lo mostraron como el candidato con mayores posibilidades de obtener la Presidencia, por encima de Mauricio Macri y Sergio Massa.

Por eso la sorpresa cuando comenzó la lluvia de cuestionamientos. El oficialismo juega con fuego al minar la imagen de su candidato con mayores posibilidades y le ahorra a la oposición el trabajo de rivalizar con él. La mansedumbre con que el gobernador afronta los embates internos, para colmo, suele ser motivo de indignación y reprimenda por parte del electorado no kirchnerista, al cual Scioli debe convencer si quiere triunfar.

La estrategia de cuestionarlo públicamente tenía sentido cuando el objetivo era aleccionarlo de que para consolidarse como candidato del FpV debía aceptar las reglas de juego que impusiera la Presidenta. Scioli lo entendió. El bonaerense no tiene problemas en que Cristina le imponga el candidato a vicepresidente y los legisladores nacionales, como no tuvo problema con que designara a Gabriel Mariotto como vicegobernador en 2011. Scioli nunca se dedicó a la construcción política territorial y de hecho son escasos los dirigentes que se declaran sciolistas antes que kirchneristas.

Sin embargo, eso no le impidió ganarse el aval de buena parte de los gobernadores y dirigentes del peronismo hacia su candidatura. En la última semana, el gobernador de Misiones, Maurice Closs, hizo público su apoyo al bonaerense. “Tenemos que tener un enorme cuidado. Tenemos que intentar que estos escarceos naturales de la política no trasciendan a mayores, porque en definitiva nos vamos a tener que encolumnar detrás del que resulte ganador en las PASO”, se sinceró, revelando de la mejor forma el pragmatismo peronista. Paradójicamente, ya que Closs es de origen radical.

Pero los sectores del kirchnerismo duro se oponen a su candidatura y consideran que su reciente “kirchnerización” discursiva no es suficiente para asegurar la continuación de las políticas actuales en los próximos años. Creen, con justa razón, que Scioli no es el natural sucesor de Cristina y Néstor Kirchner porque tendría una vinculación amistosa con las corporaciones. Los sciolistas lo atribuyen al perfil dialoguista del gobernador pero advierten que se trata de diferencias de formas y no de fondo.

Pero entonces, ¿cuál es la estrategia kirchnerista? Sin duda están en el oficialismo quienes preferirían frustrar sus posibilidades de seguir en el gobierno a costa de no arriar las banderas progresistas. Como premio consuelo les quedaría el erigirse como partido líder de la oposición y velar por que no se echen para atrás las conquistas sociales de la última década. ¿Podría ser esa la estrategia de Cristina? ¿Valdría la pena?

Es tan riesgoso el camino elegido por algunos sectores del kirchnerismo que no cabe sino preguntarse si la Presidenta ha decidido impedir la candidatura de Scioli. Está claro que Cristina no se dejaría que un candidato explícitamente apoyado por ella se enfrente al gobernador, ya que correría serio riesgo de ser derrotado. Por eso, lo más probable es que la Presidenta imponga a su candidato e impida la candidatura de Scioli o que le deje ser el candidato del oficialismo sin intervenir en las PASO. Pero si este último es el camino elegido, el oficialismo corre el riesgo de estar criticando más que la propia oposición al candidato más competitivo que tiene.

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