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La visión política de Francisco

07 mayo de 2014

(Columna de José María Poirier, director de la revista Criterio)

El Papa es hoy el máximo referente social de los argentinos y quienes competirán en las elecciones del 2015 tendrán en cuenta ese dato.

Al día siguiente de ser elegido en Roma el papa Francisco, el centro porteño amaneció empapelado con afiches que rezaban: “Un Papa argentino y peronista”, festejo de ciertas agrupaciones gremiales. No pocos se preguntaron entonces dónde se ubica Bergoglio en el campo político. En primer lugar conviene señalar la atención que siempre le prestó a la política. En el libro titulado "Sobre el Cielo y la Tierra", escrito juntamente con el rabino Abraham Skorka, el entonces cardenal refería: “Todos somos animales políticos, en el sentido mayúsculo de la palabra política. Todos estamos llamados a una acción política de construcción en nuestro pueblo. La predicación de los valores humanos, religiosos, tiene una connotación política. Nos guste o no, la tiene”.

El jesuita Ignacio Pérez del Viso observa que el actual Papa mostró simpatías peronistas cuando no pocos en la Iglesia optaban por Perón, en sus diferentes versiones. Por su parte, el dirigente político Julio Bárbaro ha relatado las coincidencias entre muchos militantes de Guardia de Hierro y el ex arzobispo porteño. Monseñor Víctor Fernández, rector de la UCA y hombre de estrecha confianza de Francisco, expresa: “Si bien muchos lo identifican como peronista, jamás escuché que él se definiera como tal. Es verdad que algunas de sus convicciones profundas tienen una especial resonancia del discurso peronista: el pueblo más que los individuos, los pobres como interlocutores con una cultura propia, la importancia de una identidad nacional? Pero éstas son cuestiones sobre las que Bergoglio ha reflexionado acudiendo también a autores que no pertenecen al mundo peronista, o que son incluso anteriores al peronismo”.

Es de señalar que, para Bergoglio, Leopoldo Marechal es un autor predilecto; y en particular su novela "Megafón, o la guerra", en la que el escritor imagina una gesta revolucionaria de un grupo peronista que pretende reivindicar a Juan José Valle, fusilado en 1956, y condenar la Revolución del '55.

Como en casi todos los demás aspectos, en lo político Bergoglio no es clasificable de modo fácil, sobre todo si uno cae en la cuenta de dónde está hoy y se pregunta si no será acaso uno de los pocos estadistas que la Argentina ha producido en las últimas décadas.

En efecto, en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium (La alegría del Evangelio) Francisco da señales claras de su pensamiento y su estilo. El documento se convirtió en una suerte de texto programático de su pontificado. Fiel a su vocación pastoral, Francisco es claro y directo, al punto de que la lectura no ofrece las consabidas dificultades de textos magisteriales. La crítica al sistema económico surge de su pasión por los últimos, de su genuino interés por los que más sufren y deja entrever que para él la sociedad debe ser leída desde el concepto de pueblo, y no tanto de República.

Aquí aparece un punto discutible de su pensamiento político. Gustavo Irrazábal, abogado y doctor en teología, aclara: “El pensamiento de Bergoglio coincide con el de Lucio Gera, no el Gera de principio de los años '70, sino el de Puebla, en 1979. La idea fundamental era que el pueblo, más que los individuos, sería el verdadero sujeto de la historia y, por lo tanto, de la liberación integral. Era el pueblo de la Nación como encarnación particular del pueblo de Dios”.

Hoy, cuando los dirigentes políticos se sienten urgidos por una campaña que durará año y medio, y cuando todo parece indicar el final de la etapa kirchnerista, nadie quiere perder la oportunidad de contar con una foto junto al Santo Padre, merecer un saludo o recibir unas líneas. Quien quiera puede apropiarse de alguna frase suya que le viene a cuento. Todo indica que Francisco es hoy el máximo referente social para los argentinos. La percepción general es que desde el primer encuentro con Cristina Kirchner, luego de años de franco desencuentro, el Papa recibe a cuanto dirigente político, sindical o social pasa por Roma. Frases como “Cuiden a Cristina” pueden tener varias acepciones: defender el orden institucional, evitar enfrentamientos y anarquías, pero también reconocer aspectos de debilidad en la figura presidencial.

En rigor, la política argentina depende de todos nosotros y en particular de los dirigentes. Por más importantes que sean las observaciones papales, el acontecer político argentino no se modifica desde el balcón de San Pedro, sino desde las alianzas y las estrategias locales. Tampoco a nadie escapa que detrás de la Conferencia Episcopal de nuestro país, y de algunos obispos en particular, como en los casos del cardenal Mario Poli o de monseñor Jorge Lozano, se perciben las preocupaciones que siempre tuvo Bergoglio: lucha contra el narcotráfico, las carencias de la educación y el desempleo, los jóvenes ni-ni, la falta de atención a los marginados...temas que muchos políticos están incorporando finalmente, al menos desde el discurso mediático.

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