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Las claves del éxito: consumo, propuesta y liderazgo

22 agosto de 2011

(Columna de María Matilde Ollier)

El triunfo del kirchnerismo mostró que tiene una propuesta y una forma definidas de ejercer el poder.

Los resultados de las elecciones primarias dejaron sin palabras a más de un analista,

político y periodista. El triunfo rotundo de Cristina Kirchner, la perfila rumbo a una

nueva victoria, de manera relativamente cómoda, en la primera vuelta de octubre. No

sólo por las cifras obtenidas, y que excepto catástrofe mediante, seguramente habrán de repetirse o incluso incrementarse, sino por la dificultad a que se ve sometido cualquier opositor de lograr tan siquiera posicionarse como el futuro jefe de la oposición.

Se ha sostenido que semejante triunfo se debió a una oposición fragmentada que unida hubiese jaqueado la permanencia de la actual Presidenta al frente de la Casa Rosada. Este razonamiento ignora los carriles por los cuales transcurre la política hoy tanto en la Argentina como en el resto del mundo y olvida que ella no es la suma de las partes, sobre todo si los fragmentos no guardan una relación entre sí capaz de mostrar a la ciudadanía que hay allí una propuesta creíble y compartida con un liderazgo capaz de encarnarla.

La ausencia de ambas virtudes de la política ?propuesta y liderazgo? acabaron siendo

los puntos débiles de las oposiciones y, en consecuencia, el oficialismo obtuvo su gran ventaja. La propuesta presidencial, como de cualquier gobernante, está a la vista. Se puede acordar con ella, o no, pero nadie puede desconocerla.

La política a favor de los derechos humanos y del papel del Estado en la economía

conforman dos de los componentes más reconocidos de su gestión. Lo mismo ocurre con su liderazgo. Se puede acordar, o no, con la forma en que Cristina Kirchner ejerce el poder, pero es claro que lo hace. Es más, la muerte de su marido despejó el manto de duda sobre sus capacidades reales para gobernar.

Y ocurre que los liderazgos están adquiriendo creciente relevancia. La alta personalización por la cual atraviesa la política en el presente está poniendo entre la espada y la pared a sistemas partidarios consolidados en no pocos parlamentarismos. ¿Qué partido político puede ignorar las palabras de un líder que cuenta con el 60% de aprobación ciudadana? El sistema partidario por excelencia, el parlamentario, resulta víctima de este rasgo de la política contemporánea; así Europa sufre hoy el formidable impacto que sus líderes ejercen sobre la opinión pública, sobre la gestión del gobierno y sobre sus propios partidos. Ignorar este dato duro de la re lidad es no saber dónde se encuentra una de las claves de los actuales triunfos electorales.

Esta influencia de los liderazgos en los avatares de la política se refuerza en el presidencialismo, cuando sus tradiciones movimientistas y caudillescas vuelven más vital a los líderes en la renovación y marcha de los procesos políticos. Sin duda, las urnas, el 14 de agosto, evidenciaron la relevancia de los liderazgos en los resultados electorales.

Si bien es poco noble hacer leña del árbol caído, todos los analistas plantean con razón que las oposiciones tienen que repensar los errores cometidos. Sus performances

han sido pobres y sus reacciones posderrota no han sido las más constructivas en términos políticos. Ningún opositor llevó a cabo una buena elección ya sea porque alcanzó el piso, cuando ése era el desafío, o porque pasó del 6% que daban las encuestas a 11 puntos, cifra que dista mucho de representar una propuesta que demuestre hoy capacidad de convocatoria a mayorías ciudadanas. Esto no significa que no haya allí un potencial de cara al futuro, pero a los efectos del porvenir inmediato, el que se juega en dos meses, tiene poco para ofrecer.

Pero si propuesta y liderazgo juegan un rol clave, y la Presidenta los tuvo a su favor,

no es menos importante el papel del crecimiento sostenido volcado a mejorar la capacidad de consumo de los habitantes de este país. Este dato también ha colocado al oficialismo en una posición de obvia ventaja en relación a sus adversarios. No es ninguna novedad que varios presidentes en América Latina debieron dejar su cargo antes de tiempo en medio de severas crisis económicas.

En orden de ventajas, el amplio consumo de todos los sectores sociales y la ayuda económica a los más desamparados, quizás constituyen la clave primera del éxito de Cristina el domingo último, seguidos por su propuesta de gobierno y por su liderazgo.

Todo parece indicar que el oficialismo obtendrá su victoria en primera vuelta.

Por lo tanto, aquello que está en juego en octubre es si el Congreso conseguirá ser un ámbito de representación medianamente cohesionado del electorado opositor, capaz de permitir a esa franja ciudadana tener voz, o si asistiremos a una democracia coloreada en un solo tono. El peronismo ha obtenido en estas elecciones el 70% de los votos, cuando en 2003 sus tres candidatos lograron el 61%. Bienvenido el fin de una vieja antinomia. Queda ahora por construir una nueva alternativa.

(De la edición impresa)

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