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Los clivajes que deja la política del aborto

06 agosto de 2018

Por Tiffany D. Barnes y Santiago Alles

A falta de horas para que el Senado vote el proyecto de despenalización del aborto, la expectativa generalizada es que la despenalización del aborto no reúne apoyo suficiente: el think-tank Economía Feminista, que lleva un conteo de la posición individual de todos los senadores, espera que (una versión más lavada de) el proyecto aprobado por Diputados pierda con 32 votos a favor y 36 en contra. Los conteos preliminares de La Nación y Clarín no difieren significativamente.

Ideología versus identidad partidaria

La identidad partidaria, muy en especial al tratar proyectos relevantes, es típicamente un predictor confiable de la posición de los legisladores. En Estados Unidos, donde los debates sobre aborto ocupan un lugar prominente en la agenda política, el tema enciende agudas divisiones entre los partidos políticos: pocos republicanos apoyan legislación pro-choice, del mismo modo que la amplia mayoría de los demócratas defienden regularmente los derechos de las mujeres a elegir. Los partidos políticos ocupan un lugar aún más central en la Argentina. La literatura comparada brinda considerable evidencia de la importancia de la disciplina de partido para los legisladores argentinos: los jefes de bancada deciden cómo va a votar el partido, y el bloque sigue la línea partidaria. No obstante, la legislación sobre aborto es profundamente divisiva dentro de los partidos. Las entrevistas con legisladores argentinos indican que el aborto es uno de los escasos temas donde los legisladores están autorizados a desviarse de la autoridad del partido y votar de acuerdo con sus creencias personales. De este modo, con la excepción de pequeños partidos de extrema izquierda, los partidos no han elaborado una posición unificada sobre el tema, y la composición partidista no ha sido muy útil para anticipar el voto de los legisladores.

Las divisiones dentro del PRO proveen un buen ejemplo. Mauricio Macri, aunque personalmente en contra del aborto, alentó al Congreso a abordar el tema, y si el proyecto llegara a ser aprobado en el Senado, no lo vetará. Gabriela Michetti, por su parte, ha declarado públicamente que se opone a la autorización de abortos incluso en casos de violación, a pesar de que la ley permite el aborto en tales situaciones desde hace décadas. Y Silvia Lospennato, figura central en el liderazgo de Cambiemos en la Cámara, fue una de las promotoras más importantes del proyecto: su discurso en el recinto cerrando el debate fue uno de los hits que dejó la votación en Diputados. Las encuestas del Observatorio de Elites Parlamentarias de América Latina, recolectadas en tres sesiones legislativas (2003-2007, 2007-2011 y 2009-2013), proporcionan evidencia sistemática de que tales divisiones intra-partidarias son comunes: la identificación del partido es un indicador débil de la posición de los legisladores sobre el aborto. De manera similar, sexo y edad de los legisladores no explican sus posturas: mujeres y jóvenes son legisladores algo más pro-choice, pero tales diferencias no son grandes.

Las preferencias ideológicas individuales son un predictor considerablemente más confiable. Los partidos políticos argentinos, al menos los más grandes, son ideológicamente heterogéneos. Y aun cuando la ideología no informa la mayoría de los votos que los legisladores emiten en el recinto porque normalmente se impone la disciplina partidaria, cuando a los legisladores se les permite romper filas, la posición de los legisladores sobre un espectro izquierda-derecha cobra importancia. Para ilustrar esto, la Figura 1 usa datos de las encuestas de elites para mostrar la asociación entre la posición ideológica de los legisladores en una escala izquierda-derecha (eje horizontal) y su apoyo a la despenalización del aborto (eje vertical); los colores indican la pertenencia partidaria.

La geografía del Senado

El hecho que la ideología individual ocupara un lugar tan prominente en la posición de los legisladores colocaba a las posiciones más conservadoras en una posición de fortaleza en el Senado: representadas todas las provincias en paridad, el Senado sobrerrepresenta a los electores rurales, más conservadores. Mientras el conjunto de los votantes nacionales, de acuerdo a las encuestas dadas a conocer en los medios, se encuentran divididos sobre el tema en grupos relativamente iguales, con alrededor del 45% de cada lado, el apoyo del proyecto de ley goza de escaso apoyo en algunas regiones: un tercio (o menos) de los votantes en las provincias del NEA, NOA y Cuyo se manifiestan a favor del proyecto, y 39 de los 72 senadores provienen de esos distritos. Tales discrepancias regionales son consistentes a las halladas por LAPOP en años anteriores.

En este contexto, las posibilidades del proyecto quedaron sujetas a la introducción de enmiendas que acercaran las posiciones de algunos senadores moderados. No obstante, aun en ese escenario, todas las fuentes coinciden en que las chances del proyecto son escasas.

Los partidos frente al aborto

Hasta hace sólo unos meses, el aborto ocupaba un lugar menor en el debate político en Argentina, y los partidos no enfrentaron la necesidad de adoptar una postura unificada. En los años inmediatamente posteriores a Roe v. Wade, los partidos estadounidenses tampoco se distinguían en torno al derecho al aborto: en 1980, aproximadamente el mismo número de demócratas y republicanos -alrededor de 35% vs. 30%, respectivamente, según datos de ANES- estaban de acuerdo que "una mujer siempre debería poder acceder a un aborto, como una decisión personal". Sin embargo, la era Reagan realineó la arena política y con el paso del tiempo, las posiciones de los votantes sobre el tema comenzaron a alinearse con su identificación partidaria: en 2016, aproximadamente el 63% de los votantes demócratas estaba de acuerdo con esa afirmación, en comparación con sólo el 26% de los republicanos. La discusión sobre el aborto en Argentina puede seguir un patrón similar.

Independientemente de si el proyecto de ley pasa o no en el Senado, es razonable esperar que el aborto se convierta en una fractura mayor en la política argentina. Tanto los movimientos feministas como los grupos conservadores utilizarán este tema para movilizar sus organizaciones de base, mientras que numerosos votantes -dado que el aborto es ahora una conversación política abierta- es probable que definan su voto a partir de las posiciones de los partidos sobre el tema. Los partidos entonces enfrentarán incentivos para adoptar una postura clara y unificada. La lección que podemos extraer de las últimas décadas en la política estadounidense es que, si los votantes están polarizados sobre el aborto, es muy probable que los partidos se acomoden a esos alineamientos, y que los futuros debates sobre el aborto se articulen en términos partidistas.

Tiffany D. Barnes (@tiffanydbarnes) es profesora asociada en el Departamento de Ciencia Política, University of Kentucky y Santiago Alles es investigador posdoctoral en la Facultad de Ciencia Política, Universidad del Rosario (Bogotá, Colombia)

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