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Los desafíos de Macri

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28 noviembre de 2015

(Columna de Facundo Matos Peychaux)

Garantizar la gobernabilidad y una buena gestión en la provincia de Buenos Aires y en el Congreso serán dos retos principales del Presidente electo. Lo favorecerá la fragmentación del peronismo.

El de Mauricio Macri será un gobierno sin mayoría en la cámara de Diputados, con un Senado dominado por el peronismo, mayoría de las gobernaciones en manos del PJ y sindicatos y organizaciones sociales de izquierda o peronistas. Por tanto, el desafío más importante para Macri será garantizar la gobernabilidad. Además, en menos de un mes desde que ganó hasta que empiece su gobierno, tendrá que haber armado equipos para tres gobiernos, con áreas en las que todavía no tiene dirigentes probados en gestión, como en Relaciones Exteriores o Defensa. Estos son algunos de los retos que enfrentará. Vayamos uno por uno.

EL EQUIPO

A corto plazo, una de las primeras tareas que tendrá es asignar funcionarios en los tres Estados que gobernará: Nación, la provincia de Buenos Aires y la ciudad de Buenos Aires. Además, deberá nombrar funcionarios en Anses, YPF, Aerolíneas Argentinas, integrantes de los directorios de las empresas con participación estatal, secretarías y subsecretarías, medios de comunicación estatales y otras tantas dependencias del sector público. Una tarea nada fácil para un partido que hasta ahora solo gobernaba la CABA.

Un primer rasgo que ha tenido Macri en la selección de funcionarios, heredado de su experiencia empresarial, fue el de privilegiar la formación de “equipos”. Aunque integrará a dirigentes y técnicos de distinta procedencia, lo va a hacer con sensible atención a este punto, para lo que ya demostró capacidad no solamente en la Ciudad sino al cerrar exitosamente las heridas abiertas por la interna porteña entre Gabriela Michetti y Horacio Rodríguez Larreta.

En su paso por la Ciudad, además, no hizo muchos cambios en su gabinete sino que fue proclive a mantener la estabilidad, algo que replicará seguramente en su gestión nacional, por lo que es esperable que no haya grandes cambios en un primer tiempo, aunque podría variar a futuro por cuanto la exposición de los ministros nacionales no es la misma que la de los porteños.

Entre los ministros, habrá macristas, radicales y cuadros de distintos orígenes, aunque no los elegirá por su condición partidaria sino más bien por la capacidad que vea en ellos para el cargo. Antes aún de alcanzar el Gobierno, advirtió que no gobernará en coalición según la definición formal del término. No habrá una alianza orgánica con la UCR ni la Coalición Cívica a nivel nacional, aunque tendrá con esos partidos un diálogo más fluido, nombrará algún ministro de entre sus dirigentes e integrará sí una coalición formal en algunos distritos a nivel subnacional (principalmente en la PBA, donde compartieron fórmula) y subprovincial (en los concejos deliberantes, tanto de la PBA como de las ciudades que gobernará el radicalismo en el interior del país). En el Congreso, en cambio, es donde la UCR podría recibir más espacios: la presidencia provisional del Senado, la presidencia de un eventual interbloque de Cambiemos.

Sin una coalición orgánica, la pregunta ?y otro de los desafíos del gobierno que se inicia el 10 de diciembre- es si el radicalismo va a tener incentivos para mantener su apoyo a Macri independientemente de la popularidad de su gestión. Con el triunfo de Cambiemos tan próximo en el tiempo, es inevitable que en los primeros meses la UCR respalde plenamente al Presidente electo. No obstante, después el radicalismo podría no tener tantos incentivos para apadrinar sus decisiones ejecutivas o proyectos legislativos, máxime si se trata de iniciativas que no gocen de amplia aceptación popular. Una pregunta relevante por cuanto en el corto plazo, Macri tendrá que tomar medidas poco populares a nivel económico.

EL PERONISMO

Otro desafío es la gobernabilidad con el peronismo como oposición. El temor al poder de desestabilización del justicialismo cuando es oposición está siempre latente. Tener un partido grande como el PJ en la oposición es siempre una dificultad extra por la que deben pasar los no peronistas.

Pero a pesar de todo eso, Macri tendrá varios puntos a su favor. En primer lugar, en el corto plazo, tendrá un peronismo dividido y sin un líder claro ?a diferencia de 1999- que entrará en un proceso de reconfiguración. Gobernadores peronistas que fueron electos con un discurso antikirchnerista, como los de Córdoba, San Luis, Río Negro, Chubut y La Pampa, podrían ser perfectamente interlocutores de Macri. En algunas de esas provincias (Córdoba y San Luis, centralmente), el candidato de Cambiemos derrotó ampliamente al FpV en el balotaje, por lo que eso incentivará seguramente a sus gobernadores a no tener un discurso muy opositor a Macri, al menos en un primer momento.

De este modo, el escenario en el Congreso podría no ser tan negativo. Sin un bloque peronista sólido y con algunos gobernadores peronistas en buenas relaciones con el Gobierno Nacional, tendrá más margen para negociar con diputados y senadores de bloques opositores. Tres provincias que serán claves en el Senado son Misiones, Santiago del Estero y La Rioja, donde los tres senadores de cada una de las provincias pertenecen al mismo partido al que sus gobernadores.

En los tres casos, además, son provincias muy dependientes de los recursos nacionales para pagar salarios. Según la consultora económica NOAnomics, el gasto en personal del Estado en Santiago del Estero, Misiones y La Rioja es de 50, 52,7 y 59,2 por ciento, respectivamente, mientras que esos gastos se financian solo en un 28,5, 41,3 y 13 por ciento, respectivamente, con recursos propios de la provincia.

El mismo cuadro lo tienen la mayoría de las provincias del norte, que a su vez están sobrerrepresentadas en el Congreso. Como señalaba Vicente Palermo en un foro de coaliciones organizado por el Club Político Argentino, “es mucho más fácil y barato construir coaliciones territorialmente hablando con gobernadores que tienen control de legisladores en provincias de bajo mantenimiento donde transferencias de pequeñas cantidades de dinero “compran” legisladores”. El desafío residirá en cómo administrar los recursos, ya que todos los gobernadores querrán mejorar su posición.

BUENOS AIRES

Al mismo tiempo, será clave para Macri que María Eugenia Vidal logre hacer una buena gestión en la provincia de Buenos Aires. En primer lugar, por cuanto el distrito (y el conurbano en especial) es clave para garantizar la gobernabilidad y es una de las vidrieras más significativas de la política; lo que sucede en el Gran Buenos Aires, repercute a nivel nacional. En segundo lugar, porque Vidal es del riñón de Macri, por lo que los logros y problemas de Vidal serán logros y problemas por extensión, de Macri.

Para eso, necesitará recursos, lo que implicará sacar de un lado para poner en otro. En la PBA vive el 40 por ciento de la población y se genera un tercio del PIB nacional, pero la Nación le da apenas un 19 por ciento de la masa de recursos coparticipables. En cambio, provincias mucho más chicas reciben en términos relativos una cuota mayor de recursos.

A ese problema ?en un contexto económico desfavorable- deberá encontrarle una solución Macri, aunque no podrá hacerlo por la vía de una nueva ley de coparticipación, por cuanto todas las provincias deberían estar de acuerdo con el mismo texto de ley, algo imposible.

De este modo, advierte la politóloga Victoria Murillo, “las políticas de ajuste que le tocarán no le harán fácil la gobernabilidad con tantos jugadores que tienen algo que perder y no están centralizados, y con una opinión pública que, en gran medida, cree que es evitable el ajuste”. “La inflación, la caída de reservas, la escasez de dólares, el conflicto con los holdouts, entre otros, serán temas que deberá resolver y es difícil que no tenga costos políticos hacerlo ni que no le generen tensión en términos de gobernabilidad, como por ejemplo, en los recursos a las provincias o el impacto de la quita de subsidios”, responde a la consulta de el estadista.

En cambio, Macri tendrá a su favor que el peso institucional del peronismo será mucho menor a partir de diciembre. Si bien gobernará la mayoría de las provincias, no tendrá la provincia de Buenos Aires ni otros tres de los cinco distritos más grandes del país. En la restante, Córdoba, el gobernador electo Juan Schiaretti mantiene una muy buena relación con candidato de Cambiemos. La agenda de reclamos de Córdoba, muy relegada en los últimos años por el Gobierno Nacional, tiene muchos puntos sobre los que podría dar alguna solución Macri, con pocos costos y muchos beneficios, aunque en este plano también la forma en que elija distribuir los recursos será decisiva.

LA CALLE

En tanto, la ascendencia del peronismo y la izquierda entre sindicatos y organizaciones sociales, lo que le da poder de movilización en la calle al justicialismo, seguirá existiendo y será el principal punto a tener en cuenta por parte del PRO. De hecho, según Murillo, “la movilización social será difícil de controlar en contexto de pocos recursos y con animadversión ideológica y puede ser atizada por la interna PJ”.

De todos modos, podría verse matizado por cuanto Cambiemos se hizo de varios municipios en el GBA y Macri demostró haber ganado gimnasia en la negociación con los gremios durante su gestión porteña, además de su reciente acercamiento a Hugo Moyano.

A partir del 10 de diciembre, la relación del líder del PRO con la ciudadanía dejará de estar mediada por el kirchnerismo y estará determinada más por las cuestiones económicas y la gestión, entre otros factores. Si bien recibió casi 13 millones de votos en el balotaje, su piso de adhesión son los 5,5 millones de votos que recibió en las PASO, cuando sus votantes tenían otras opciones por las que elegir pero optaron por él. La diferencia son votantes que en muchos casos guardan alguna reserva respecto de su figura pero lo preferían antes que a Scioli. Más aún, cuando el candidato del FpV cosechó apenas 720.000 votos menos. Ganarse la adhesión de unos y otros, será otro de los retos centrales de Macri a largo plazo.

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