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Los heterogéneos sub 45 oficialistas

30 enero de 2012

El fenómeno de la militancia juvenil e incorporación de jóvenes a la política excede largamente a La Cámpora. Máximo Kirchner y la figura del “monje negro” que conviene a todos.

Uno de los mayores mitos que se ha creado en torno al kirchnerismo, especialmente tras la muerte de Néstor Kirchner, es sobre la importante cantidad de jóvenes que se han sumado a la militancia política desde 2003 a esta parte, que se hicieron visibles para la población en general durante esos concurridos funerales y que para la dirigencia política habían asomado con La Cámpora como buque insignia varios meses atrás. Pero el fenómeno excede largamente a la agrupación que tiene al hijo de la Presidenta como uno de sus hombres fuertes.

La propia Presidenta se encargó de reforzar esa faceta cuando al anunciar que competiría por la reelección se calificó así misma y a su misión para este nuevo mandato como un “puente generacional”, algo que corporizó a lo largo del año como quedó en evidencia con las listas legislativas de todo el país.

DEL FREPASO A LA CAMPORA

¿Qué tienen en común el jefe de gabinete Juan Manuel Abal Medina, su segundo Facundo Nejamkis, el director de la Anses Diego Bossio y el ministro de Economía, Hernán Lorenzino? Son quizás los cuatro sub 45 con mayores responsabilidades dentro del Gobierno y ninguno proviene, más allá de la buena sintonía que tengan, de La Cámpora. Con comienzos en el Frente Grande, Abal Medina y Nejamkis hicieron toda la carrera de lo que marcó durante años el manual del progresismo porteño, que continuó dentro del Frepaso y luego en los primeros años de Aníbal Ibarra.

Fue en esa época que se unieron a otros hombres que tendrían también destinos importantes en el kirchnerismo, como el actual diputado Roberto Feletti o el senador Daniel Filmus. Diego Bossio entró en las grandes ligas de la política de la mano del ahora embajador en Colombia Celso Jaque. Si bien desde su nuevo puesto ha tejido excelentes lazos con La Cámpora, en el entorno del funcionario se diferencian de la agrupación juvenil. Un hombre que lo acompaña a diario, lo graficó con los resultados

del 23 de octubre: “El único candidato de ellos que peleó por un puesto Ejecutivo (Juan Ustarroz en Mercedes) perdió, mientras que el único candidato 100% del riñón de Bossio (Francisco Pérez en Mendoza) ganó una elección que parecía perdida meses atrás”.

El nuevo ministro de Economía es otro caso emblemático. Aún más joven que Abal Medina (39 y 43 años respectivamente), hizo carrera dentro del organigrama económico con la chapa de técnico pero sin ocultar su formación peronista. Algo totalmente distinto a su nuevo segundo, el ex Aerolíneas, Axel Kiciloff, a quien en el barullo mediático se señala como miembro de La Cámpora pero proviene de una agrupación universitaria ?TNT? que nació, y cuyo espíritu sobrevive aún desperdigado en varios otros recientes funcionarios, a la izquierda de los postulados camporistas. Lo cierto es que Axel Kicillof designó en su equipo a Augusto Costa ?que comandará la nueva Subsecretaría de Competitividad?, Emmanuel Agis y Nicolás Arceo, tres compañeros del su Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino (Cenda), la usina que fundó junto a otros economistas de izquierda, muy críticos del Indec, con el objetivo central de realizar investigaciones en base a estadísticas confiables.

Hoy esas muestras de divergencias son las que generan leves resquemores dentro del cada vez más vasto universo de jóvenes K ligados a la economía. Justamente la llegada de los hombres de Kiciloff desplazó de varios lugares clave a los hombres de la Gran Makro, la agrupación de economistas K sub 40, no camporistas, que había creado su antecesor, Roberto Feletti. Además de estas incógnitas, las designaciones que realizó Kicillof causaron un fuerte malestar entre los jóvenes kirchneristas. En La Cámpora

afirman que los nuevos subsecretarios nunca defendieron ni militaron en favor del Gobierno.

Más bien todo lo contrario: el Cenda se constituyó como un centro de estudios que corría al kirchnerismo por izquierda. Pero más allá del heterogéneo grupo de funcionarios sub 45 no identificados en La Cámpora que en su mayoría ingresaron al Gobierno antes de 2010, la agrupación continúa siendo la principal referencia a la hora de englobar a los jóvenes kirchneristas. Será el principal subbloque del kirchnerismo, con unos ocho legisladores que ya están trabajando en el funcionamiento legislativo con la supervisión del pingüino Fernando Basanta desde el Ministerio de Justicia. El hombre fuerte del bloque será Eduardo de Pedro, quien delega la exposición en su compañero de bancada y secretario general de La Cámpora, Andrés Larroque, pero es el nexo en muchos temas con Abal Medina.

De Pedro es, además, quien más ha logrado posicionar gente de confianza en, por ejemplo, lugares como el Ministerio que desde lo formal sigue conduciendo Julio Alak pero que en el día a día maneja el secretario de Justicia y también camporista, Julián Alvarez, quien construye políticamente en nombre de la agrupación en el sur del conurbano. Junto a la agrupación K por excelencia, otros grupos juveniles harán su debut en Diputados y lograron meterse en la discusión de las listas de todo el país como parte de la estrategia del puente generacional planteado por la Presidenta y que excede a la más conocida de las organizaciones K sub 45.

Facundo Moyano (Juventud Sindical), Leonardo Grosso (Movimiento Evita) y Horacio Pietragalla (Hijos) también asumieron bancas en la Cámara Baja el 10 de diciembre como parte de esa nueva cuota juvenil que parece haber llegado a la lógica K de cierre de listas para quedarse. Justamente Grosso puso en palabras lo que sienten que se espera de ellos: “Con tanta incorporación de militancia y de elementos nuevos, el Congreso empieza a vivir el proceso que vive la Argentina y que Cristina destaca que vive América latina cuando ella dice que los gobiernos se parecen cada vez más a sus pueblos. En el Congreso va a ser igual, ahora se va a parecer más a nuestro pueblo también”.

Es que, justamente, la pertenencia a La Cámpora se ha convertido, en parte como efecto buscado desde adentro y que las constantes menciones opositoras y mediáticas han ayudado a construir, una suerte de credencial que habilita ascensos y facilidades políticas dentro del mundo K. La figura de Máximo Kirchner juega un rol clave en ese entramado y multiplica varias veces la lectura del párrafo anterior. A los que lo rodean en alguna medida y tienen diálogo con él les conviene el mito de un superministro que

interviene en cada una de las decisiones de Gobierno.

Y parte de ese relato se agiganta, sin embargo, por los críticos de las “formas” kirchneristas a quienes la figura del hijo con funciones de Gobierno y ribetes dedócratas les calza perfecto en la creación de una forma de gobernar asimilable a una monarquía más que a un pleno funcionamiento institucional. El hijo de la Presidenta, mientras tanto, habla con algunos referentes de la agrupación juvenil y deja que crezca el volumen político de la frase “lo hablé con Máximo”, como puerta de aprobación a proyectos y ascensos.

(De la edición impresa)

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