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MI (Martín Indeciso)

15 septiembre de 2014

(Columna de Sebastián Iñurrieta)

El diputado está cada vez más lejos de Daniel Scioli y cada vez más cerca de Tigre. ¿Cuáles son las estrategias de Scioli y de Massa para retenerlo y tentarlo, respectivamente? Insaurralde, por ahora, no tiene incentivos para apurarse.

Una historia de amor, desencuentros, un corazón confundido, celos, rencor, pasión, sospechas, envidia?todos los típicos ingredientes de un culebrón de telenovela. El aún incierto triángulo amoroso bonaerense entre Daniel Scioli y Sergio Massa por Martín Insaurralde continúa su entrega por capítulos, acercándose a su gran final, estipulado como previa de las primarias 2015.

Es toda una clásica historia de género. Un joven intendente del conurbano devenido a nivel nacional en candidato a diputado kirchnerista, primero rechazado por los suyos y que luego fue cortejado por un poderoso gobernador hasta que empezó a mirar con otros ojos a su vencedor legislativo, el líder renovador. De los pretendientes, uno resultará ser el galán y el otro, el villano. Martín, el de barrio (de Lomas de Zamora), hoy está alejado de su ex padrino. Fue Scioli quien consoló a Insaurralde cuando, con la derrota a cuestas posPASO, el kirchnerismo olvidó que la propia Cristina Fernández de Kirchner lo había elegido como su postulante, aprovechando la reclusión presidencial en Olivos por orden médica. Allí nació el romance, al punto que durante el verano, el intendente de licencia se mostraba como un virtual ministro bonaerense sin cartera, compartiendo actos de gestión con el resto del gabinete sciolista. También llevó al Congreso un proyecto de ley escrito en La Plata. A modo de chiste, se lo catalogaba como el único legislador nacional que respondía directamente a DOS.

Después del café a principios de agosto (que fue té con pasta frola) en el Bapro porteño, invitación que surgió de una chicana del gobernador y que el por ahora diputado del FpV aceptó para capitalizar su puja por él, Scioli no volvió a hablar con su ex ahijado. No hubo instantánea de ambos. En la filosofía sciolista: si no hay foto, no existió. Despechado, fue su manera de ningunearlo.

UN SMS EN EL TELEFONO

Desde entonces, Massa aumentó la intensidad del cortejo de seducción. El tigrense le envía el mismo mensaje de texto todos los días: “¿Cuándo te pasás?”. El bautismo renovador sigue siendo una promesa, lo que impacienta al muy poco paciente ex jefe de Gabinete cristinista. Está probando de su propia medicina: el misterio de la ambigüedad como jugada política.

Desde el FR aparecieron las presiones por nervios. “Yo entiendo que está acá, que Martín está en el Frente Renovador, doy por sentado que está acá”, opinó, sin objetividad, el intendente de San Isidro, Gustavo Posse. Y también chicanas, de aquellos temerosos por la probable llegada de Insaurralde. “El Frente Renovador presentó un pedido de juicio político contra (el vicepresidente Amado) Boudou. Hay que determinar qué postura fija con respecto a ese tema”, golpeó el jefe del bloque de Diputados, Darío Giustozzi, que ve diluirse sus aspiraciones en una eventual primaria contra el lomense.

MOVIMIENTOS SIMULTANEOS

Más allá del horizonte: 2015. A Massa no le preocupa la rebelión en su granja. Como así tampoco que Insaurralde no traiga consigo en su mudanza a Tigre todos los votos que le auguran las prematuras encuestas. Ocurre que gana en los dos posibles escenarios. En el mejor de los casos, el lomense se impone en unas atractivas PASO renovadoras. Y en el peor, si de acá a 2015 su nombre pierde competitividad electoral, le arrebató al sciolismo su mejor candidato hoy.

Tomándolo ya como ajeno, el gobernador alienta la postulación del intendente matancero Fernando Espinoza. Por lo que se podría replicar la fórmula ganadora en la reactivación del justicialismo bonaerense si finalmente lo acompaña la ministra de Gobierno provincial, Cristina Alvarez Rodríguez. Detrás del sueño que no pudo cumplir Alberto Balestrini, con cuasi plena seguridad del reciente visto bueno del ex motonauta, el jefe comunal planifica lanzarse como sucesor el 17 de noviembre, el Día del Militante. “No es nuestro. A lo sumo es el candidato de Scioli”, negaban a Insaurralde en un ministerio nacional aún antes de que se tomaran por ciertos los rumores de la garrocha. El kirchnerismo lo dio por perdido en forma anticipada. Por eso, identificando tal vez en él su propia historia, el mandatario bonaerense lo adoptó como hijo. Sin ninguna palabra de amor político, como las dedicadas a Espinoza o hasta al ex archienemigo vice Gabriel Mariotto, en la gobernación hay un doble juego. Ante el silencio inmutable de Scioli, que deja trascender que no le interesa su sucesión sino que está abocado a su propia candidatura, envía emisarios. Como su esposa, Karina Rabolini. “Insaurralde es una buena persona ¿Cómo lo va a dejar a Daniel?”, se preguntó la ex modelo, negando la ruptura.

Por otro lado, en subterráneo, la tropa naranja intenta sin éxito ocultar el resentimiento: opera encuestas de Aresco que maltratan al lomense y llegan al paroxismo del imposible, como dar por ganador al secretario de Seguridad, Sergio Berni, por 4 puntos si el lomense es massista (26,2% contra 22,3%). Debajo del enfado subyace la postura superada del “No te necesitamos”. Y exhiben los antecedentes: “Scioli le trasladó sus votos en campaña, lo puede hacer por otro el año que viene”, hipotetizan en el laboratorio electoral naranja con la creación de un nuevo Insaurralde si pierden al original.

EL JUEGO DE MARTIN

Martín, siempre Martín. Insaurralde apela al misterio massista y al uso de las fotografías patentado por Scioli. En Lomas de Zamora ya lo denominan renovador sin carnet. El salto será la última jugada planificada. No puede hacerse antes de tiempo para el buscado golpe de efecto. En el mientras tanto, el diputado precisa mantenerse a flote a pesar de las olas (naranjas y kirchneristas) en un difícil equilibrio: sentado aún en su banca del bloque del FpV. “No va a anunciar su pase con un voto”, auguraban en la previa de la votación del nuevo canje de deuda, una de esos proyectos que la Casa Rosada envía al Congreso con un medidor de oficialismo en sangre. Dos semanas antes de la votación, Insaurralde ya le había prometido su mano alzada a la presidenta de la bancada, Juliana Di Tullio, su ex compañera de ruta en campaña. Así lo hizo aunque le enrostren el archivo de la votación cuando sea massista.

RICOS Y MEDIATICOS

Descartado un voto “no positivo”, para no convertirse en un nuevo Julio Cobos, el otro camino para evitar un apoyo en el recinto era regresar ya al municipio. Una idea que circula hace tiempo en su mente, para tener un margen de autonomía aún renovador, pero que prefiere acercar lo más posible al inicio de la campaña. La interna previa al 2015 desatada entre el intendente suplente, Santiago Carasatorre (que como peronista clásico es tentado por el sciolismo para responder verticalmente a la doctrina partidaria) y su jefe de Gabinete, Guillermo Viñuales, llegará a un punto que necesitará su vuelta al municipio para desactivarla.

Por otra parte, el kirchnerismo fogonea su despedida legislativa. Su compañero de bloque, Jorge Landau, apoyó el proyecto que impulsa Elisa Carrió para eliminar la figura de dipu-intendentes, los jefes comunales que tomaron licencia para asumir una banca, una práctica extendida en los renovadores, en la que Insaurralde es el único caso K. Es la salida perfecta: empujado por el mismo oficialismo a las filas renovadoras. Por eso en Lomas celebran los exabruptos de los ultra como Carlos Kunkel o Luis D'Elía. “Es lo que él quiere, por eso no pienso criticarlo. No lo pienso echar, que sea él quien se vaya”, entendió el intempestivo Mariotto, con una lucidez inédita, que acarrea una pelea de pago chico con Insaurralde desde su compartida cuna de nacimiento.

Hoy la partida de Insaurralde está atada al lanzamiento de Massa, que sería a fines de septiembre. “No vamos a ir a un espacio sin candidato a Presidente”, justifican la demora cerca del diputado.

Lo cierto es que la excusa esconde el temor de que el tigrense sucumba a las presiones pejotistas, con Scioli a la cabeza, de resignar su deseo y termine compitiendo en la provincia. “Descartá eso”, lo negó cuando se lo preguntaron en radio El Mundo, horas antes de que la alianza PRO-UCR se impusiera en los pequeños comicios de la cordobesa Marcos Juárez, que ya tiene la relevancia de Normandía para el PJ asustadizo por la derrota del gobernador José Manuel De la Sota ante las tropas aliadas.

El GPS de Insaurralde hoy marca Tigre, donde vive en secreto su nuevo apasionado romance. Pero faltan varios capítulos para el final de esta telenovela. Y es como suele decirse: del amor al odio hay una sola encuesta.

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