(Columna de Alejandro Radonjic)
Los consultores esperan tranquilidad cambiaria y un nivel de actividad apagado. El segundo trimestre sería el mejor.
La pregunta sobre el devenir de la economía, opacada desde fines de enero por la muerte del fiscal Alberto Nisman y por un arranque de año desde el punto de vista económico (y sobre todo, cambiario) más tranquilo que el de 2014, siempre adquiere un carácter estratégico en un año electoral,pues afecta, de modo distinto,a todos los actores en danza. ¿Qué nos depara, pues, el 2015?
Todo indica que será otro año tacaño para el nivel de actividad. Los números que van llegando, pocos por ahora, apuntan a que la retracción insinuada en 2014 continúa: en enero, la producción de autos se retrajo 29,1%, la recaudación de IVA real registró una merma de 5,6%, la demanda eléctrica se redujo 2,7%, la industria (según el índice elaborado por Orlando Ferreres) produjo 1,5% menos que un año atrás y 0,2% menos que en diciembre y, por último, el PIB, según la misma consultora, habría caído 1,5% en el primer mes del año. “Las últimas estadísticas de diciembre y los primeros indicadores de enero confirman que la actividad continúa en baja, pero es prematuro afirmar si representa una nueva profundización de la caída”, dicen desde ACM. “El 2015 arrancó sin signos de reversión en el deterioro del nivel de actividad”, ratifican desde la Fundación Mediterránea. Más cauto, Nicolás Dujovne declara que “del nivel de actividad de 2015 todavía sabemos poco”. ¿Qué puede pasar en el año en su conjunto? Algunos apuntan a una retracción del PBI de 3% y otros, como el Estudio Bein, hablan de un crecimiento de 1,5% si, y sólo si, el país logra más financiamiento externo. Los demás pronósticos se ubican entre ambos extremos. No son diferencias menores. Pese a ello, los niveles de empleo se mantendrán relativamente estables y muchas firmas privilegiarán mantener sus dotaciones de personal a la espera del rebote en 2016. Aún con una caída de 3% del PBI, no se espera un salto abrupto en la tasa de desempleo.
La restricción externa (o “eterna”, al decir de Aldo Ferrer) está presionando fuerte y eso limita,como siempre lo hace, la capacidad de crecimiento pues el país, para crecer, necesita divisas para financiar sus importaciones y lubricar el aparato productivo.
La situación, en este aspecto, es apremiante pero mucho menos de lo que esperaban quienes presagiaban un 2014 con una caída, nuevamente, de las reservas. La apertura heterodoxa de la cuenta capital, como la llaman en el Estudio Bein, más la recesión (que hizo que las importaciones se desplomaran más de 10% en 2014), el cepoy el acuerdo con las cerealeras, permitieron aumentar el nivel de reservas brutas (actualmente orillan los US$ 31.000 millones). Esto fue clave para frenar la corrida y aplacar las expectativas de devaluación. El blue, al cierre de esta edición, cotizaba cerca de los $ 13. ¿Se podrá mantener lo que los analistas denominan pax cambiaria? El costo de seguir atrasando el tipo de cambio, desde ya, es otra discusión.También está la opción de una nueva emisión de deuda por parte de la Nación, las provincias o el sector privado. YPF y el Gobierno de la CABA lo acaban de hacer y esos dólares pronto irán para las reservas. La gran pregunta es si el equipo económico hará lo propio y, también, si tendrá más éxito que en diciembre pasado. Las condiciones, aseguran en el mercado, están dadaspor el rally de los bonos argentinos de las últimas semanas. También está sobre la opción de hacer un nuevo canje del Boden 15, que vence unos días antes de los comicios, y es el principal vencimiento que enfrenta el país este año. Si ambas, o una de las dos, opciones prosperan, el “problema reservas” quedará postergado y el BCRA podría darle algún uso más productivo a sus divisas.
Para el Gobierno, la quietud del dólar es clave en su afán de mantener a raya la inflación, sostener el consumo y tranquilizar las expectativas de los consumidores, siempre atentos a los vaivenes del “billete”. El Gobierno lo aprendió en 2014 pues luego de la devaluación de enero los precios se dispararon y la inflación anual fue récord en la era kirchnerista. Ahora, con el billete estacionado en $ 8,60/70 y las tarifas nuevamente congeladas, se le puso un techo, al menos por ahora, de 2% a la inflación. Eso frenó, aunque no revirtió, la erosión del salario real y este uno de los pocos factores que invitan a una mirada más optimista sobre 2015: si la inflación sigue relativamente calma, lo que depende crucialmente del precio del dólary de la política monetaria, podría haber cierta reactivación del consumo a partir de abril cuando lleguen los nuevos salarios(las paritarias cerrarán cerca de 30?32%) y las actualizaciones de las demás transferencia monetarias que llegan desde el Estado (jubilaciones ?que empezarán a cobrarse con aumento en marzo?, planes sociales, asignaciones, etcétera), que aumentarán entre 30% y 40%. El segundo y el tercer trimestre podrían ser los mejores del año en materia de consumo, el principal driver de la economía. A favor de cierto dinamismo del nivel de actividad también jugarán las polí- ticas monetaria y fiscal, que serán más expansivas. “Plata en la calle va a haber”, dice Carlos Melconian. En contra, jugarán las exportaciones, la industria (los principales sectores ?autos y construcción? andan mal)y la inversiónprivada, que seguirán en caída. El mundo (con Brasil estancando, China frenando y las commodities en picada) tampoco tenderán una mano.
El Gobierno intentará empujar la economía, pero sin descuidar los equilibrios que puedan estimular problemas en el frente cambiario. “El principal objetivo del equipo económico es llegar al 10 de diciembre, fecha de cierre del mandato de Cristina, sin sufrir una crisis cambiaria”, opina el economista Federico Muñoz. ¿El equipo económico seguirá cuidando celosamente la caja en dólares, aun a costa de sacrificar actividad, o será más generoso con la entrega de divisas al sector empresarial?
Pero así como la economía impactará en la política, el movimiento inverso también operará. A partir del tercer trimestre empezarán a jugar con fuerza las expectativas sobre el futuro Gobierno en la conducta de los agentes. Terra incógnita. Con matices, los tres principales candidatos (con Macri, aparentemente, sacando una ventaja sobre Massa y Scioli) aplicarían políticas más marketfriendlyy buscarían una macroeconomía más consistente, lo que podría estimular los animal spirits, aumentar la inversión, estimular el consumo y propiciar la llegada de inversiones a la espera del rebote. Por el contrario, la expectativa de un nuevo Gobierno con esas características, pero con una herencia gravosa y con poco poder político para encarar la agenda de reformas que precisa la economía,o la expectativa de una continuidad del kirchnerismo con un candidato que no sea Scioli, podría generar efectos adversos.
En suma, 2015 parece mostrar a una economía difícil para los que pretendan embanderarse como la continuación del modelo pero no lo suficiente como para propiciar un amplio voto castigo que lo haga imposible o que le deje servida en bandeja la victoria al opositor más extremo al actual orden económico.