(Columna del politólogo Hernán Pablo Toppi)
Existen indicios para suponer una continuidad del favoritismo del FpV en las elecciones del año que viene
El 2003 representó el inicio del período kirchnerista al frente del Gobierno. Una economía en recuperación y una oposición fragmentada e inestable, llevó a que en poco tiempo, el FpV se transforme en la fuerza predominante de la arena política nacional.
Ahora bien, la coyuntura socioeconómica actual es diferente a la de años anteriores. La crisis económica y el aumento del conflicto social demuestran que las políticas adoptadas por el gobierno kirchnerista ya no parecen tener el mismo resultado favorable de antaño. Sin embargo, este escenario desfavorable para el Gobierno Nacional, puede no ser causa suficiente para que el FpV vea reducidas sus posibilidades electorales en 2015 y que, paralelamente, las fuerzas de la oposición incrementen las suyas. Desde mi lectura, existen indicios para suponer una continuidad del favoritismo del kirchnerismo en las elecciones del año que viene.
Los indicios se vinculan con los recursos políticopartidarios que deben controlar los diversos partidos para aspirar a obtener un respaldo electoral que les posibilite ganar una elección nacional. Como veremos a continuación, tales recursos los resumimos en el contar con una estructura partidaria lo más nacionalizada posible y en el poder expresar una propuesta atractiva para el electorado. El diagnóstico que aquí se defiende es que las fuerzas de la oposición no cuentan con el mismo control que el kirchnerismo sobre estos recursos, lo cual puede limitar las posibilidades de incrementar su competitividad en las próximas elecciones. En otros términos, mientras que el FpV posee una estructura partidaria nacionalizada (presente en prácticamente todo el país) y con más de un posible candidato relevante a la presidencia con experiencia en gestión sea como gobernante o miembro del Gabinete (Scioli y Randazzo, por ejemplo), las fuerzas políticas de la oposición se encuentran en un escenario de desventaja, al no estar en las mismas condiciones de satisfacción simultánea de ambos recursos.
LAS FUERZAS
Como dijimos, el primer aspecto a evaluar es el vinculado con el nivel de nacionalización de la estructura partidaria. No todas las agrupaciones de la oposición cuentan con el mismo alcance territorial que tiene el FpV. El más cercano es UNEN gracias a que la UCR puede ofrecer su estructura nacional. Esta suerte no es compartida por las otras fuerzas opositoras relevantes de la actualidad: el PRO y el Frente Renovador (FR). Estas se encuentran territorializadas, al no contar con una estructura política expandida y consolidada en los diferentes escenarios competitivos que conforman al país. Ambas agrupaciones, no obstante, han buscado en este último tiempo, superar su carácter metropolitano mediante una estrategia de incorporación de referentes subnacionales (políticos, del espectáculo o del deporte). El objetivo de esta estrategia es triple. Por un lado, hacer “pie” en los distritos subnacionales. Por otro, el poder competir en mejores condiciones contra los partidos que ya tienen una maquinaria políticoelectoral desarrollada y expandida en el territorio nacional. Finalmente, aunque en estrecha relación con los dos puntos anteriores, está el objetivo de incrementar las posibilidades de obtener votos para la candidatura presidencial de su partido en los distritos donde buscan consolidarse (Macri en el PRO y Massa en el FR). ¿Por qué esto es importante? Porque para ganar una elección presidencial es necesario sacar la mayor cantidad de votos en todo el país y no sólo en algunos distritos específicos (por más importantes que estos sean). Por ejemplo, una agrupación política puede terminar primera en la ciudad de Buenos Aires y en la provincia de Buenos Aires (los dos distritos más importantes del país) pero finalizar tercera al momento de contabilizar la totalidad de los votos a nivel país (esto fue lo que le ocurrió al PRO en la elección legislativa del 2009). Trasladando esta experiencia a una elección presidencial, el carácter territorializado puede transformarse en una debilidad determinante para una agrupación con aspiraciones electorales nacionales. Es en este sentido, que creo que el potencial de las candidaturas de Massa y Macri puede verse limitado frente a la maquinaria electoral del FpV y de UNEN, más cuando estas se pongan en funcionamiento en defensa de su respectivo candidato presidencial.
El segundo aspecto a mencionar refiere a la constitución de candidaturas atractivas para el electorado. El PRO y el FR ya han explicitado sus respectivas ofertas: Macri y Massa, respectivamente. El FpV y UNEN todavía no la tienen. En estas últimas agrupaciones, encontramos precandidatos y (hasta el momento) habrá que esperar a las PASO para su definición. Sin embargo, UNEN puede correr en desventaja en este punto, fundamentalmente por la confiabilidad de la coalición, la cual puede repercutir en el atractivo de su candidatura presidencial. Veamos a qué nos referimos. El nivel de competitividad no solo puede ser mermado por debilidades estructurales sino también por errores de estrategia que pueden reducir el atractivo electoral de una agrupación. En este sentido, puede decirse que UNEN está cometiendo dos errores de estrategia.
Para entender el primero, hay que hacer memoria. Desde el 2003, la mayoría de las agrupaciones con aspiraciones nacionales no sobrevivieron (en términos de la etiqueta con la que se presentaron al electorado) sino que desaparecieron o mutaron en nuevas organizaciones. Corolario, muchos partidos han sido de corto plazo (el FpV ha sido una de las grandes excepciones y he allí su fortaleza en este punto en particular). Recordando esto, cada vez que ha sucedido un hecho conflictivo dentro de UNEN han surgido expresiones al interior de la coalición (las declaraciones cruzadas entre Carrió y Solanas o las reacciones encontradas a los sucesivos intentos de acercamiento con el PRO o el Frente Renovador) que alimentan los temores sobre las posibilidades de continuidad de la coalición. Así pues, si el electorado llega a compartir este temor, el atractivo de una coalición como UNEN puede verse diluido. Y esto es posible que suceda en un país como la Argentina, donde el electorado aún recuerda la experiencia de la Alianza.
Finalmente, el segundo error es producto de un intento para incrementar las posibilidades electorales. El problema está en que la solución que se ofrece es peor que la enfermedad. Específicamente, en la actualidad, vemos un intento de parte de (algunos) dirigentes de UNEN de acercar posiciones ya sea con el PRO (Carrió) o con el FR (Morales) pensando en 2015. Sin embargo, tales acercamientos si aspiran a transformarse en una coalición mayor, lo harán a partir de nombres más que de proyectos compartidos. El error de estrategia se encuentra en suponer que la mera sumatoria de nombres, lleva a un incremento equivalente de votos. El sumar nombres no amplía el atractivo electoral sino muchas veces lo reduce, más cuando los liderazgos que conforman la coalición son incompatibles. Alfonsín y De Narváez en 2011 chocaron con esta realidad y UNEN puede volver a hacerlo en 2015 si persiste en esta estrategia.