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Otra mirada sobre las democracias actuales

27 julio de 2011

(Publicado en la edición nº36)

El francés Alain Rouquié analiza los gobiernos actuales en América Latina trazando un recorrido desde el fin de las dictaduras.

En el último número de el estadista, pasábamos revista del nuevo libro de Guillermo O'Donnell sobre democracia delegativa, en el cual retoma el concepto que popularizó hace 20 años para analizar los regímenes latinoamericanos contemporáneos. Una de las conclusiones que asoma en esa obra sobre estas jóvenes democracias es el pesado lastre de las dictaduras de los '60/'70 que las condicionó en sus primeros años.

En esa línea, y en un estudio que bien podría ser complementario ?más allá de los puntos de vista divergentes en cuanto al análisis sobre algunos liderazgos regionales?, el nuevo libro del politólogo francés Alain Rouquié, “A la sombra de las dictaduras. La democracia en América Latina” (Fondo de Cultura Económica), desentraña la herencia dejada por los gobiernos de facto en los estados de América Latina y, a contramano de las críticas a los pocos acuerdos entre partidos, propone que la región vive una etapa de estabilidad democrática sustentada en tres puntos: el acuerdo en todo el arco partidario para no resolver la sucesión del poder a través de interrupciones vía golpes de Estado, la desmilitarización de la vida política en los países latinoamericanos y la solución constitucional de las inestabilidades políticas.

Casi treinta años después de la publicación de su ya clásico “El Estado militar en América Latina”, Rouquié evalúa en este nuevo ensayo la capacidad de la democracia de resistir a sus demonios. Mientras analiza en profundidad los procesos democráticos en el continente, sin perder de vista que sus líderes, sus formas y sus métodos son herederos de las dictaduras, el autor pasa revista de cómo, luego de décadas de gobiernos autoritarios, a partir de los años ochenta los países de América Latina fueron progresivamente uniéndose al campo democrático.

Sin embargo, plantea, “estas democracias restauradas no constituyen regímenes

totalmente representativos, son las herederas de las dictaduras, cuando no sus prisioneras”. La tesis del autor se basa en que esos juegos de coerciones que los autoritarismos imprimieron a la cultura política la afectan tanto como los arreglos institucionales que establecieron.

Rouquié se desempeña como presidente de la Casa de América Latina en París, y tiene experiencia regional tras sus pasos como embajador de Francia en El Salvador, Belice, México y Brasil. Tras varias décadas de dedicarse a la región, sus observaciones prácticamente se han constituido en una referencia fundamental para analizar los sistemas políticos locales, como es el caso de “Poder militar y sociedad política en la Argentina”, en donde expone las formas en las que se entretejió la corporación militar y su inserción en las relaciones de poder para explicar los sucesivos golpes que sufrió el país.

Ahora retoma esa senda para explicar que “la multiplicación de las democracias aparentes, de cuasidemocracias sesgadas en diversos grados que sólo mantienen la técnica de acceso al poder, es decir, los procedimientos electorales, y no el Estado de Derecho y el respeto por las minorías, torna necesaria una reflexión empírica y sin preconceptos sobre la imperfección del sistema, la permanencia de los espacios

autoritarios, el déficit de poder público y la precariedad institucional”.

Tal como sostiene el propio autor, “la democracia no está inscripta en la naturaleza. Es una construcción cultural compleja, azarosa, que avanza por ensayo y error”. Así como el recorrido de la bibliografía de O'Donnell da un pantallazo de los regímenes predominantes en la región (de “El Estado Burocrático Autoritario” a “Democracia Delegativa”), la evolución de la obra de Rouquié es similar: así como hace tres décadas su mirada estaba puesta en los gobiernos de facto de los que se comenzaba a salir y desentrañaba el poder militar, sus mecanismos, sus actores y sus múltiples formas en el continente (“El estado militar en América Latina”, 1984), en “A la sombra de las dictaduras” evalúa los procesos democráticos que se sucedieron desde la década del ochenta y sus participantes, mostrando cómo éstos (democracias y actores) son herederos de aquéllas y sus estructuras.

A lo largo de la obra, entonces, intenta captar en su génesis y su singularidad los múltiples desafíos que cree que enfrenta la democracia en América Latina. De manera clara y precisa presenta, a partir de la experiencia latinoamericana, elementos de reflexión sobre el sistema democrático, sus paradojas y sus límites. “La democracia es un conjunto de valores que los procedimientos electorales contribuyen a poner en marcha. Sin embargo, las elecciones no son la democracia”, sostiene Rouquié en línea con las nuevas teorías sobre expansión de derechos y democratización, tras realizar un trabajo comparativo de los procesos políticos y las formas de administración de los líderes latinoamericanos.

Las salidas negociadas de las dictaduras, el control de los ex dictadores sobre los nuevos gobiernos (y sus políticas sociales y económicas, entre otras), la participación

del empresariado y la Iglesia, la connivencia de los partidos políticos? la continuación, en definitiva, de modelos nacidos o profundizados por los gobiernos militares es en lo que se centra Rouquié para sostener, luego de analizar situaciones como las de Chile, la Argentina, Brasil o Bolivia, que los mecanismos democráticos

son lentos, pero que existe un Estado garante de derechos en sociedades en las que

la esperanza y la sospecha se encaraman como elementos “complementarios e indispensables de la vida democrática” en el continente.

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