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PBA y CGT, dos disputas “oficialistas”

23 julio de 2012

(Columna de opinión de Nicolás Tereschuk, editor de artepolítica.com)

El PJ enfrenta los primeros reacomodamientos tras la renovación del liderazgo presidencial de CFK.

Los conflictos que la presidenta Cristina Kirchner mantiene con Hugo Moyano, por un lado y con Daniel Scioli, por otro, guardan una serie de similitudes que vale la pena no perder de vista si se quiere echar algo de luz a los motivos de estas disputas. En primer lugar, los actores aluden en muchos casos a complejos motivos económicos ?la alícuota del impuesto a las Ganancias o la asistencia financiera de la Nación a las provincias? cuando en realidad protagonizan conflictos políticos. Enredarse en los números puede ser muy interesante a la hora de debatir sobre las políticas públicas más indicadas para el país, aunque a veces dificulta entender el origen de las confrontaciones de este tipo.

Además, los dos conflictos tienen como telón de fondo algunos datos políticos “novedosos” para los recientes años de democracia y que son insoslayables: nunca un presidente obtuvo tanto apoyo popular en una elección, nunca la oposición fue superada por tanto margen por el oficialismo y nunca el kirchnerismo en el poder quedó sin un formato claro de sucesión presidencial a futuro. Por primera vez, el actual oficialismo tiene el desafío de mantener el poder político hasta el último día de mandato en 2015 sin que esté clara la forma que asumirá la continuidad política de ese sector. Como desafío adicional está el de mantener el liderazgo en el PJ.

Se suman a estas modificaciones del mapa político “modelo 2012” un cambio que parece haber llegado para quedarse en los próximos años y que deriva en reacomodamientos de todo tipo: una economía que crece a un ritmo menor al que mostró durante los pasados años kirchneristas.

Otra coincidencia en los conflictos que la Casa Rosada mantiene tanto con Moyano como con Scioli es que ambos significan un deterioro fuerte o una ruptura en sociedades políticas que, hasta el momento, han sido “exitosas” para ambas partes. Pactos que a su vez no se extendieron por uno o dos años sino durante la mayor parte del período 2003-2012. De esa manera, así como entre la mayoría de los asistentes al acto en Plaza de Mayo liderado por Moyano había votantes de Cristina Kirchner también los hay entre un sector de los simpatizantes del gobernador Scioli. No es posible, por lo tanto, equiparar estos conflictos a los que el oficialismo mantuvo con sectores sociales como “el campo”, cuyo “núcleo duro” ha sido muy refractario históricamente a los planteos kirchneristas ni con dirigentes aislados y sin bases de representación política o social, como el ex jefe de Gabinete, Alberto Fernández, o la ex ministra de Salud, Graciela Ocaña.

Las refriegas con sectores que eran aliados y que tienen algún nivel de despliegue político pueden significar un costo, un obstáculo para el Gobierno Nacional, quizás no en la actual coyuntura, pero sí ante el cambiante panorama político y económico que suele mostrar el país.

De todos modos, también es interesante percatarse de que, por un lado, los conflictos entre los presidentes (peronistas) y los gobernadores bonaerenses (peronistas) han sido recurrentes en la historia política argentina. También lo han sido en algunos casos las tensiones entre los presidentes (peronistas) y los secretarios generales de la CGT (peronistas). Y bueno es recordar también que casi siempre ha sido el ocupante de la Casa Rosada el que ha salido triunfador ?al menos en el corto plazo y en lo inmediato? en ese tipo de conflictos políticos.

Yendo al más crudo plano del poder, y como cualquier principiante en la política argentina sabe, ni un secretario general de la CGT ni un gobernador bonaerense han llegado por medio de los votos a la Presidencia de la Nación. Para repasar la disputa entre Cristina Kirchner y Scioli también es interesante despejar dos miradas algo “ingenuas” que parecen transmitir el ultrakirchnerismo y el “ultrasciolismo” (si es que eso existe). Por un lado, la forma en que los sectores devenidos en “ultra K” emparientan sin ningún tipo de matiz o de mediación al gobernador bonaerense con “la derecha” o “los poderes concentrados” debería ser revisada.

Los principales columnistas del diario Clarín y La Nación han comparado en los últimos días a Scioli con el protagonista de la película “Desde el Jardín”: lo han llamado “negador” y “falto de carisma”. También advirtieron que “nadie sabe cuál es el proyecto de Scioli”. Llamativo trato por parte de los medios más enfrentados “políticamente” al Gobierno para alguien que algunos sectores del ultrakirchnerismo acusan de ser la “esperanza blanca del establishment”.

Del otro lado, es notorio que el sciolismo sobreactúa cuando aparece en los medios “sorprendido” por el estilo siempre áspero del kirchnerismo en las confrontaciones políticas. Ya debería conocer esta impronta Scioli. Sobre todo porque ante la primera declaración que Néstor Kirchner consideró desatinada de su parte, nada menos que nueve años atrás, le quitó al entonces vicepresidente todos los resortes de poder y sólo le dejó su secretaria en el Senado.

Una lectura atenta del libro “Atrapada sin salida. Buenos Aires en la política nacional (1916-2007)”, de la politóloga María Matilde Ollier, nos revela que históricamente la provincia de Buenos Aires “por voluntad de su electorado o del poder central siempre compartió el signo del gobierno federal (?) Fue radical bajo el radicalismo, conservadora bajo el justismo, peronista bajo el peronismo, frondicista bajo Frondizi, illista bajo Illia, y nuevamente peronista en 1973”. En el período democrático reciente se sucedieron enfrentamientos entre liderazgos nacionales y provinciales dentro del peronismo. Herminio Iglesias ?apoyado por Lorenzo Miguel? versus Antonio Cafiero. Carlos Menem ?apoyado por distinto sectores del PJ? versus Antonio Cafiero. Y luego de un período de cooperación, Carlos Menem versus el bonaerense Eduardo Duhalde.

El conflicto entre “lo nacional” y “lo provincial” periódicamente ha estallado al interior del PJ por el manejo político de la provincia que más votos aporta para la elección de un presidente. Con todo, se trata de los primeros reacomodamientos internos en el PJ ante el “nuevo” liderazgo de Cristina Kirchner y aún quedan tres años y medio largos para ver qué resultado final arrojarán estas disputas en el oficialismo.

(De la edición impresa)

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