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¿Por qué la Argentina zigzaguea en Malvinas?

29 marzo de 2012

Brasil apoya al país en su reclamo, pero no de manera irrestricta.

Los asistentes al Congreso Portugués de Ciencia Política quedaron helados. Los embajadores del Mercosur en Lisboa estaban debatiendo sobre las relaciones con la Unión Europea cuando el ministro consejero brasileño largó la bomba. Respondiéndole al embajador paraguayo, que había enfatizado el apoyo irrestricto de Asunción a la posición argentina, Paulo Dias Feres continuó: “Si la rgentina decide ir a la guerra, Brasil no va a acompañar. Pero antes haríamos todos los esfuerzos para que tal cosa no ocurra”. Eso y decir que no lo convencían las declaraciones argentinas sobre la naturaleza pacífica del reclamo era lo mismo.

El embajador brasileño había debido ausentarse a último momento, y su segundo no sólo le plantaba cara a los tres superiores jerárquicos de los países vecinos sino que cuestionaba la buena fe de la presidenta Kirchner. El embajador argentino, el ex vicecanciller Jorge Faurie, mantuvo la sangre fría y respondió con altura al inesperado desafío. Pero el representante brasileño continuó, paternal: “Brasil es un país grande porque no vocifera. Las declaraciones de la presidenta Kirchner, y esto no es una crítica, no ayudan a resolver el conflicto. Brasil tiene excelentes relaciones comerciales con Gran Bretaña y no las va a arriesgar por caprichos ajenos”.

El público, que combinaba europeos y latinoamericanos, se revolvía incómodo tratando de adivinar hasta dónde llegaría la embestida. El representante brasileño agregó entonces, con toda soltura, que hablaba a título personal y no reflejaba necesariamente la posición de su gobierno. Cuando terminó el panel, las interpretaciones de los presentes se dividieron: unos consideraban que el escándalo se había debido a la desubicación de un mal profesional, mientras otros sugerían que la proclama escondía un recado oficial.

El gobierno de Brasil quiere desescalar el conflicto, y lo hace saber diciendo que no lo dice. Parece concebible que Chile sostenga una posición similar. Esto explicaría la sorprendente conferencia de prensa del mes pasado en la que la Presidenta, después de haber insinuado la suspensión de todos los vuelos a Malvinas, terminó disolviéndose en palabras para, días después, proponer lo contrario: aumentarlos. Hay quien crea que la diplomacia subterránea de los vecinos marcó los límites de la estrategia regionalizadora.

La siguiente maniobra del Gobierno ya no apuntó a socializar los costos con estados extranjeros sino con empresas nacionales. Las víctimas fueron el sector del turismo de Tierra del Fuego y las compañías que podrían participar en la exploración petrolera en el Atlántico Sur. Pero al daño autoinfligido se le suman contradicciones entre el discurso y la práctica. Así, al mismo tiempo que critica al colonialismo, la Argentina se incorpora a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), extraño bloque regional que incluye a nueve miembros cuyo jefe de Estado es? Isabel II: ¡la reina de Inglaterra! En caso de escepticismo basta contar: Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Belice, Granada, Jamaica, Santa Lucía, San Cristóbal y Nieves, y San Vicente y las Granadinas, más de un cuarto de la organización. Teniendo en cuenta que la CELAC también integra a los ocho miembros del ALBA, resulta que hay más países súbditos de la Corona que naciones bolivarianas. El colonialismo es invisible a los ojos?

La Guayana francesa constituye evidencia adicional de que la situación de las Malvinas es más común de lo que se piensa. En pleno territorio continental, Guayana no es un fenómeno insular como los estados recién mencionados. Lo más destacado, sin embargo, es que forma parte integral de Francia y de la Unión Europea. Aunque parezca increíble, la frontera terrestre más extensa de Francia no la separa de España, Suiza o Bélgica sino de Brasil. Más aún, debido a su cercanía con el Ecuador, Guayana constituye la rampa de lanzamiento espacial de la UE. ¿Cohetes europeos en la frontera de Brasil? Eso es lo de menos: submarinos nucleares franceses (y británicos) patrullan las costas del Cabo Cañaveral de Europa. La militarización del Atlántico Sur es una rancia obviedad, no una provocación reciente.

La mayor aspiración brasileña en política internacional es obtener un lugar permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Gran Bretaña apoya ese reclamo, la Argentina no. ¿Está dispuesto el Gobierno a cambiar de posición, asumiendo una subalternidad permanente frente a Brasil, a cambio de su apoyo irrestricto a la causa Malvinas? En caso contrario, lo único que se puede esperar del acompañamiento regional es que decrezca con el tiempo.

(De la edición impresa)

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