El jefe de Gobierno es el dirigente nacional que más creció en las encuestas en los últimos meses y ya se ubica en la pelea grande para el 2015
Dentro del lote de presidenciables, el que muestra un mayor crecimiento desde las últimas elecciones legislativas es Mauricio Macri. Es lo que reflejan las encuestas. Está instalado, aunque algunos pasos más atrás, en el podio junto a Sergio Massa y Daniel Scioli. En un sondeo encargado por el PRO, afirman que en la provincia de Buenos Aires Macri tiene una intención de voto de 20%, sólo dos puntos menos que Scioli y cuatro menos que Massa. Un reciente sondeo de Management & Fit lo ubica con una intención de voto cercana al 17%. Pero más que la foto, también impacta la película: en diciembre no llegaba al 10%. Viene subiendo a un ritmo de un punto por mes.
¿Qué explica este desempeño? En primer lugar, y en esto coinciden todos los analistas, su gestión está bien evaluada por los habitantes de la Ciudad, por las millones de personas que entran diariamente a ella (lo que explica los buenos números de Macri en el conurbano) y por las decenas de miles de viajeros de otras provincias encandilados por las modernas luces del Metrobus. A su vez, los medios nacionales se encargan de difundir la gestión local en todo el país y eso suple las debilidades del armado nacional del PRO. La evaluación positiva del Gobierno porteño creció veinte puntos en los últimos meses. Así, el PRO consolida un núcleo duro de votantes en la Ciudad que no baja del 35% en elecciones ejecutivas.
Además, los expertos destacan que la comunicación es seria y profesional. El PRO es una fuerza consciente de sus defectos y trata de enmendarlos. Ahora funciona como una organización política ?de hecho es la tercera más importante del país? y dejó de lado, en buena medida, su inicial estética elitista y los festejos de sus triunfos electorales como si fueran una fiesta de fin de curso. Macri aprendió y ya no comete errores del estilo de nombrar ministro de Educación a Abel Posse.
Y no dudó en mostrarse en un par de actividades con la Presidenta, lo cual siempre es redituable. A la sociedad le gusta que quienes tengan responsabilidades de gobierno dialoguen entre ellos porque entiende que del conflicto no surge nada bueno. Había, asimismo, muchos prejuicios sobre el macrismo que se fueron disipando. En el PRO han incorporado el valor de lo público en su discurso. Y eso traduce en políticas concretas como las de transporte. Macri logra, así, presentarse como alguien que enfrenta los problemas y resuelve cosas, capaz de hacerse cargo de los temas “duros” de la agenda. Es visto, además, como alguien lineal y previsible que expresa algo nuevo en la política. En las últimas mediciones sobre intención de voto, también se vio favorecido por el estancamiento de Scioli y Massa.
De todas maneras, el crecimiento de Macri encuentra límites en la política. Cuenta con una estructura modesta y está claro que no se puede gobernar la Argentina con treinta diputados y media docena de senadores (actualmente tiene 18 y 3, respectivamente) que sería la representación parlamentaria del PRO si, por ejemplo, obtuviese el 25% de las elecciones de 2015. A partir de ese punto comienza el debate sobre la política de alianzas.
¿A QUIEN ACERCARSE?
Quienes llevan adelante el armado nacional del PRO sostienen que en este momento la estrategia es llevar la expansión del amarillo lo más lejos posible. Para una segunda etapa, la única hipótesis de negociación que tienen es con el FAUnen. Hoy el distanciamiento con Massa es muy pronunciado pese a que había quienes en el PRO impulsaban una unión, como el intendente de Vicente López, Jorge Macri, hoy también alejado del su ex colega de Tigre. Un acuerdo con el FAU le daría al PRO recursos institucionales de los que hoy carece pero le quitaría sustento a su idea de presentarse como algo distinto a las fuerzas políticas tradicionales.
Un dato clave es la lectura que se haga del final del gobierno de Cristina y los desafíos pendientes. Cuanto más crítico sea percibido el escenario, mayor será el justificativo para lograr un acuerdo que le de mayor poder a la próxima administración.
¿Y qué pasa del otro lado? En el FAU predomina la idea de que no puede haber un acercamiento con Macri, al menos en esta etapa. También hay que tener en cuenta que no existe una presión social para lograr un acuerdo porque la mayoría de la sociedad no ve que el país esté en una situación crítica y tampoco avala cualquier tipo de acuerdo político si no está fundamentado en coincidencias sólidas. Pero hay radicales con varias elecciones sobre sus espaldas, e insospechados de tener simpatías por el PRO, que suponen que el acuerdo con Macri será, finalmente, inevitable. Estiman que habrá una presión creciente del radicalismo del interior del país en esa dirección.
Pero en el puerto el escenario cambia. En la CABA, en el mismo corazón del macrismo, puede haber competencia entre el PRO y el FAU por la jefatura de Gobierno. A su vez, en la provincia de Buenos Aires, los radicales que todavía se cuestionan el acuerdo con De Narváez en 2011 son poco propensos a un acuerdo. Porque, como se sabe, en el radicalismo bonaerense abundan las definiciones ideológicas pero escasean los votos y los candidatos competitivos.
Claro que un acercamiento con Macri podría llevar a la destrucción del novel Frente Amplio Unen dado que son pocos los dirigentes que han mostrado una actitud favorable en ese sentido. En muchos distritos, un acuerdo con el PRO les aseguraría a los candidatos radicales el acceso a la gobernación o las grandes intendencias según los casos. De hecho ya se han formalizado alianzas en Catamarca, Santa Cruz y Tucumán. El segundo distrito electoral ?Córdoba? es terreno fértil para un acuerdo. Entre Ríos sería otro caso y todo indica que habrá más. Muchas de las elecciones locales se harán antes que las primarias lo cual es una presión adicional para un acercamiento.
De haber un acuerdo, ¿cuándo debería hacerse: antes o después de las primarias, o recién para una eventual segunda vuelta? Falta mucho para poder dar una respuesta a esos interrogantes. De todas maneras, la lógica sería formalizar una alianza entre el FAU y el PRO para que Macri y los candidatos de las otras fuerzas compitan en primarias por la candidatura presidencial. Es riesgoso, pero después de las primarias podría ser tarde. De todos modos, cualquier definición en ese sentido deberá esperar unos meses hasta tanto cada uno sepa realmente hasta dónde puede llegar sólo con lo propio.