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Primarias: una temporada atípica

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14 abril de 2016

Con esfuerzo, Hillary Clinton obtendrá la candidatura demócrata, mientras que el establishment republicano se moviliza para frenar la nominación de Donald Trump.

Ya fue dicho: la actual campaña electoral de Estados Unidos es atípica. En años anteriores, con tantas primarias realizadas, ya se conocía el nombre de los candidatos. En 2016, todavía no. Pero abril puede ser un mes de definiciones, al menos en el campo demócrata.

El 5 de abril hubo primarias en Wisconsin y las encuestas anticipaban una leve ventaja de Bernie Sanders sobre Hillary Clinton. Pero allí sólo se eligen 96 delegados. Luego, el 19, vienen las primarias de Nueva York el en las cuales se eligen 291 delegados y allí se espera un amplio triunfo de Hillary. También ganará la mayoría de las primarias del 26 entre las cuales se destaca Pennsylvania porque aporta 189 delegados.

Hasta el momento Hillary cuenta con 1.712 delegados y se necesitan 2.382 para obtener la nominación y a fines de abril estará muy cerca de ese número por lo cual es probable que en ese momento Sanders ? que hasta ahora tiene 1.011 delegados? abandone la carrera. De todas maneras, hay que tener en cuenta que la gran ventaja que lleva Hillary se basa en que tiene el respaldo de la inmensa mayoría de los superdelegados que no fueron electos en las primarias sino que son figuras surgidas de la estructura partidaria (712 en total). De los 500 que ya se pronunciaron, 469 lo hicieron por Clinton y sólo 31 por su rival mientras que entre los que fueron elegidos la diferencia es mucho menor ? 1.243 a 980?. Este último dato revela las resistencias que genera Hillary en varios segmentos del electorado (los más jóvenes en particular), lo que hace, que aún con tantas primarias realizadas, no haya podido imponer su candidatura. No logra generar entusiasmo, algo que es clave en un país en el cual el voto no es obligatorio. Tal vez, si Trump el candidato republicano en noviembre, puede verse favorecida por un gran movilización electoral para impedir el triunfo de su adversario.

LA OTRA VEREDA

Desde hace un tiempo, el establishment republicano se propuso inflingirle una contundente derrota a Donald Trump en las primarias de Wisconsin cuyos resultados aún no se conocían al cierre de esta edición. El candidato al cual están apoyando los dirigentes tradicionales para lograr el objetivo de frenar a Trump es el senador Ted Cruz al que nunca quisieron pero al que ahora necesitan. Quieren cortar el crecimiento de Trump ?que ya ganó en veinte distritos? antes de que se realicen las primarias en grandes estados del este como Nueva York y Pennsylvania en los cuales sigue siendo el favorito.

Además, es quien más delegados a reunido hasta ahora (736), y si bien lleva una buena ventaja, todavía puede ser superado por Cruz que reúne sólo 463 y tendría algo más de 500 cuando sume a los de Wisconsin, en donde probablemente ganará. Ese sería el plan A. Pero si no pudiese concretarse, la dirigencia republicana aspira a que al menos no llegue a la Convención con el número de delegados suficiente (1.237) como para obtener la nominación. En ese caso, habría lo que se conoce como Convención dividida de la cual podría surgir un candidato consensuado entre distintos sectores, y que por supuesto, no sería Trump. Incluso, se prevé hacer modificaciones a las normas que rigen el proceso de selección del candidato. Ese sería el plan B. Está claro que se hará todo lo posible para que evitar que Trump sea nominado. Y razones no les faltan a los republicanos porque saben que en ese caso no tendrían ninguna posibilidad de volver a la Casa Blanca. Pero lo que más les preocupa es que la candidatura de Trump pondría en riesgo algo que ya tienen: la mayoría en el Congreso. En los años de comicios presidenciales votan muchas personas y eso favorece a los demócratas mientras que en las legislativas de medio término la participación es menor y eso les da una ventaja a los republicanos que en los últimos tiempos predominan en el Capitolio. Perder nuevamente la Presidencia luego de ocho años de Barack Obama, y además el Congreso, sería un golpe muy duro. Pero difícil de evitar si el candidato es Trump ya que tiene un elevado nivel de rechazo de casi el 67% de los ciudadanos. Y no hay un solo antecedente en la historia electoral mundial que haya ganado un candidato con una imagen negativa tan alta. Su apoyo es particularmente débil entre las mujeres y los latinos. Y, dadas las tendencias demográficas de Estados Unidos, es difícil ganar elecciones con un candidato poco atractivo para los votantes latinos como lo comprobaron en 2012 con Mitt Romney. Esa es una condición indispensable para cualquier candidato republicano con pretensiones de llegar a la Casa Blanca. Trump es exactamente lo contrario a lo que necesitan los republicanos. Claro que Cruz es también un candidato ideológicamente muy sesgado y que por lo tanto, en caso de ser nominado deberá cambiar, y mucho, si pretende ganar en noviembre.

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