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Progre, ¿qué será de ti?

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14 noviembre de 2015

(Columna de Gonzalo Sarasqueta)

El progresismo debe demostrar ?cuanto antes? buenos reflejos si pretende volver a los estantes más visibles de la góndola política

"Cuando parece más cerca, es cuando se aleja más”, cantaba Atahualpa Yupanqui sobre el horizonte. El progresismo emula al prolífico cantautor, aunque su espejismo es otro: la construcción de una mayoría sostenible. En 2011, la constelación de la centroizquierda, agrupada bajo el paraguas del Frente Amplio Progresista (FAP), alcanzó el 16,81% de los votos. Cuatro primaveras después, la cosecha arañó el 2,53%. Números contundentes que invitan a la fuerza al diván para revisar errores, recalcular objetivos y reconstituir?una vez más? el paquete socialdemócrata.

Abundan las variables explicativas para entender tamaño sopetón: la implosión de UNEN; el reemplazo de candidato a último momento (Margarita Stolbizer se hizo cargo del volante en marzo, cuando Hermes Binner renunció a sus aspiraciones presidenciales); un escenario electoral sensible a opciones de centroderecha; la vaguedad del mensaje elaborado, y la escasez de recursos para afrontar una campaña multinivel ?territorial, cibernética y mediática?. Sobra material para la catarsis, aunque no hay tiempo para el autoflagelo. El progresismo criollo enfrenta muchísimos desafíos y debe demostrar ?cuanto antes? buenos reflejos, si pretende volver a los estantes más visibles de la góndola política.

¡A NO MAREARSE CON EL PENDULO!

La instancia del balotaje es un haz analítico interesante para comprender la situación actual de la izquierda democrática. Hasta el momento, el Partido Socialista y Libres del Sur recomendaron el voto en blanco. El GEN, en cambio, todavía no se pronunció institucionalmente. Stolbizer solo advirtió que “Daniel Scioli no era una opción”; ergo: blanco o Mauricio Macri. Gerardo Milman, director del AFSCA por la oposición e integrante de la mesa chica del partido, avisó que se inclinaría por el jefe porteño. Minutos después, pegó el portazo por Twitter. Aseveró que se iba de la fuerza porque su perspectiva no era respetada.

Más allá de las discrepancias y la imposibilidad de erigir una postura en común, lo que subyace a esta desorganización de juicios es la incomodidad (crónica) del progresismo. El espacio no termina de cincelar su propuesta superadora frente a la dicotomía democracia sustantiva (bienestar de la mayoría) versus democracia procedimental (respeto a las reglas).Tradiciones que hoy encarnan el FpV y Cambiemos, respectivamente.

La socialdemocracia argentina suele marearse fácil frente a las oscilaciones de ese péndulo. ¿Ejemplo palpable? Ajustando mínimamente la lente hermenéutica, se podrá percibir que la narrativa de Progresistas “chocó” en varios tramos de la campaña con la de Cambiemos. Ambos apuntaban contra la corrupción sistémica del kirchnerismo, el sometimiento de la Justicia al poder político y la malversación de fondos públicos. Esta superposición terminó estacionando simbólicamente a Progresistas en el ala izquierda de Cambiemos. Ocupó el lado sensible del republicanismo. Claro que las papeletas fueron a parar al mejor retador del kirchnerismo. Por ende, error a dos bandas: en la proyección de una identidad propia y en la cata de la coyuntura.

SOBRE INGENIERIA Y LUNFARDO

Después de la caía del Muro de Berlín, el filósofo italiano Norberto Bobbio repetía incansablemente que “hay que de establecer las nuevas fronteras de la izquierda”. Dicha colosal tarea tiene por delante Progresistas. Y la agenda se desagrega en dos: arquitectura de alianzas y repertorio discursivo.

Descartando a la UCR y la Coalición Cívica, ambas satisfechas con el capital político que recogieron en esta cita electoral con Cambiemos, al progresismo no le quedan escuderías para tentar en el centro del espectro ideológico. Más allá de ese meridiano, habitan el peronismo federal, el massismo y otros átomos dispersos del peronismo, que cuesta imaginar detrás del estandarte de la izquierda democrática. Entonces, aparece el dilema: recoger las migas “progres” que deje el kirchnerismo (Nuevo Encuentro, Socialistas para la Victoria, PC) o animarse a ojear hacia la izquierda (FIT, MAS, MST, CTA, Movimientos sociales, Patria Grande, Luis Zamora, etcétera). No hay mucho más. La ingeniería deberá resistir los embates coyunturales, los egos de liderazgo y los sectarismos partidarios. Todos factores que atentan contra las empresas políticas de largo aliento.

En cuanto a la prosa, emerge otro reto importante: concebir un relato seductor. El mito posee un valor perenne en la formación de los grandes movimientos populares, sostenía el peruano José Carlos Mariátegui. Y andaba en lo cierto: para llegar a las mayorías, se necesita una historia que cautive, interpele, motive y comprometa. ¿La materia prima para escribir el guión? Igualdad, democracia pluralista, autogobierno y reconocimiento de las minorías son algunas de las ideas fuerza que pueden generar amplios consensos en el tejido social.

El cómo no será secundario. El progresismo suele emplear un lenguaje racional. Sus exposiciones son meramente argumentativas. Y, además, el vocabulario que utiliza es complejo, lo que dificulta la absorción del mensaje por parte del destinatario. En sentido contrario, el peronismo ?en sus diferentes envases?,Macri y algunos de sus capataces ponen la mira en los sentimientos. Detrás de ellos van sus gestos, palabras, estéticas, actos y simbología. Activan lo que se llama el lenguaje emocional: una herramienta comunicacional efectiva que busca despertar las fibras sensibles del ciudadano sin caer en el golpe bajo. El lunfardo es otra cuenta pendiente. No temerle a los modismos, expresiones o dichos circulantes. Esto le aportará frescura, liviandad y cercanía.

ENTRE GARROCHAS Y BANDERAS

El pronóstico es delicado para la centroizquierda. Más allá del veredicto del balotaje, el frente Cambiemos dispondrá de un vasto Estado para repatriar a los radicales exiliados en otras fuerzas (como, por ejemplo, el GEN). Contener a los garrochistas que quieran saltar a las arenas amarillas será una de las principales tareas en las próximas semanas. Eso viendo el vaso medio vacío. Craneando el largo plazo, el panorama aclara. Sea Scioli o Macri el próximo inquilino de la Casa Rosada, Progresistas tendrá la oportunidad de antagonizar con un presidente de centroderecha. Desde ahí podrá ondear sus banderas, reciclar su ethos y recuperar terreno. Aunque siempre teniendo en cuenta que, para salir del círculo vicioso de la oposición permanente, hacen falta otros dotes. Entre ellos, creatividad. “O inventamos o erramos”, advirtió el prócer venezolano Simón Rodríguez. La disyuntiva le calza justo al presente de la socialdemocracia.

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