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¿Qué chances tiene un outsider en Argentina?

10 junio de 2016

Donald Trump en Estados Unidos, Podemos en Europa, Keiko Fujimori en América Latina. ¿La política se cambia desde afuera?

Los outsiders son individuos que se presentan a elecciones sin carrera política previa. Generalmente gozan de reconocimiento en otras áreas, como el deporte, la ciencia o la cultura. Algunas veces son apadrinados por políticos establecidos; otras se lanzan solos.

Los estudios sobre outsiders suelen centrarse en la cúpula del poder: investigan a líderes que disputan el ejecutivo nacional, especialmente si ganan. Italia, un germinador del fenómeno, presenció en los últimos 25 años el ascenso y caída de Silvio Berlusconi (proveniente del deporte y la empresa), Antonio Di Pietro (Justicia) y Beppe Grillo (entretenimiento). En América Latina fueron notorios los casos de Alberto Fujimori (proveniente de la universidad), Hugo Chávez (militar) y Rafael Correa (universidad).

En Argentina existe tradición de outsiders para cargos legislativos y provinciales, pero no para presidente. Los casos más resonantes son Palito Ortega, Carlos Reutemann y Daniel Scioli, que fueron legisladores nacionales y gobernadores. Dos de ellos integraron fórmulas presidenciales, pero sólo cuando ya habían consolidado su militancia dentro de un partido establecido. Casos menos prominentes incluyen a Aldo Rico, Antonio Bussi (militares), Nito Artaza, Luis Brandoni (espectáculo) y Eduardo Borocotó (divulgación). También hay casos fallidos como el de José Corzo Gómez (periodista), Martha Mercader (escritora) y Juan Carlos Blumberg (justiciero).

La experiencia muestra que los outsiders apadrinados tuvieron carreras más largas (en el tiempo) y más exitosas (en los cargos) que los cuentapropistas. Y que el peronismo apadrinó mejor que el radicalismo.

¿Cuántos tipos de outsider hay? El politólogo Miguel Carreras clasifica a los candidatos en función de dos dimensiones: si están vinculadas con un partido y si exhiben experiencia política previa. En Argentina, la mayoría de los casos se encuadra en la categoría de amateur (candidato sin experiencia pero que se lanza dentro de un partido establecido) que en la más estricta de outsider (candidato nuevo que lanza un partido nuevo).

Dos condiciones favorecen la emergencia de outsiders. La primera es una crisis socioeconómica, generalmente acompañada por escándalos de corrupción, que castiga a los partidos establecidos. La segunda globa tres características del sistema electoral: elecciones desdobladas, no reelección y voto obligatorio.

Las politólogas Flavia Freidenberg y Esperanza Casullo coinciden en la explicación socioeconómica pero difieren en la institucional. Para ellas, la estrategia de los partidos explica más. Su trabajo sugiere que el ascenso de outsiders en América Latina resultó de la combinación de protestas antiausteridad con un consenso proajuste de los partidos establecidos. Ante la falta de alternativas surgieron opciones antisistema en Bolivia, Ecuador y Venezuela. Argentina fue una excepción porque, aunque sufrió una crisis, la salida fue el cambio de liderazgo en uno de los partidos establecidos y no la aparición de líderes por afuera. En Uruguay y Brasil, donde hubo partidos establecidos que promovieron políticas alternativas, los outsiders no hicieron falta.

¿Es previsible la aparición de outsiders en las elecciones argentinas de 2017? Salvo colapso económico, no.

Como la presidencia no está en juego, las campañas se provincializarán. Los gobernadores seleccionarán a los candidatos y los oficialismos tenderán a prevalecer. La excepción a la provincialización será Buenos Aires, donde se definen la suerte del gobierno nacional y la sucesión del peronismo. La provincia es una de las ocho que eligen senadores nacionales, y esa categoría es la llave a la presidencia. Es probable que tres opciones disputen el premio mayor: Sergio Massa (con la expectativa de liderar un peronismo reunificado), el candidato oficial del PJ (Scioli, Randazzo o Cristina) y la candidata del Presidente (Elisa Carrió o Gabriela Michetti). La tradición de que el vice pelee la provincia fue cultivada tanto por Menem (con Duhalde y con Ruckauf) como por Kirchner (con Scioli). Y las candidaturas femeninas ya mostraron su potencia con Chiche Duhalde, Graciela Fernández Meijide, Cristina Fernández y María Eugenia Vidal.

No está claro cuánto pesará la gestión bonaerense, pero para Vidal el resultado será tan importante como para Macri.

Sin crisis económica y sin colusión entre gobierno y oposición, la aparición de candidatos antisistema es impensable. Por eso, la única opción para líderes emergentes consiste en integrarse a las listas de partidos establecidos. Este turno favorece a amateurs que quieran tornarse insiders pero es letal para outsiders.

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