El incremento de la violencia en Brasil es alarmante y está cada vez más concentrada en términos geográficos y etarios pero las respuestas del Gobierno no apuntan a la raíz del problema
por Carolina Sampó (*)
La militarización de Río de Janeiro como respuesta al avance de la criminalidad y la violencia en la ciudad carioca, ha dado mucho de qué hablar. Sin embargo, y a pesar de la gravedad de los hechos que llevaron a la militarización, muchas veces se ignora que lo que acontece en Río de Janeiro es solo una muestra de lo que sucede en otras zonas de Brasil.
Vale decir que el incremento de la violencia en el país vecino es alarmante. Durante el primer semestre de 2017 hubo 155 muertes diarias, es decir 6 por hora. Según datos del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal (2018), para el año 2017, 17 de las 50 ciudades más violentas del mundo son brasileras (Natal, Fortaleza y Belem encabezan la lista); con tasas de homicidios cuatro veces más altas que la media nacional, que se acercan a las de los países centroamericanos (entre 70 y 102 homicidios cada 100 mil habitantes).
Es necesario destacar que la violencia aparece cada vez más concentrada en términos geográficos y etarios. Tanto el Norte como el Noreste del país, muestran un marcado ascenso de la tasa de homicidios (Atlas da violência, 2017), concentradas en jóvenes hombres de entre 15 y 19 años. Según Carvalho (2017) se trata de jóvenes negros pobres, de la periferia, vinculados al tráfico de drogas. En este sentido, es necesario resaltar cómo se cruzan el incremento de la violencia y el avance del crimen organizado, especialmente el dedicado al narcotráfico.
Existe consenso en que el Primeiro Comando da Capital (PCC), organización criminal surgida en las penitenciarías de San Pablo, es el grupo más extendido y poderoso de Brasil (con presencia en los 27 estados). E incluso se habla de su transnacionalización hacia Paraguay y Bolivia y, en menor medida a Perú, sin descartar una potencial incursión en la Colombia del posacuerdo. En segundo lugar, se ubica el Comando Vermelho (CV), organización de origen carioca que ha tejido redes suficientemente fuertes como para expandirse a la mayoría de los estados brasileros y, enfrentarse al temido PCC. Tercero, la creciente importancia de la Familia Do Norte (FDN), que controla casi todo el territorio amazónico, ya que cuenta con el monopolio del tráfico de drogas en esa zona (y exporta a Europa cocaína proveniente de Perú y Colombia) al tiempo que controla el sistema carcelario. Aliada del CV y enemiga del PCC, la FDN es señalada como la culpable en el quiebre del pacto de no agresión entre estas dos organizaciones que, a principios de 2017, disparó la espiral de la violencia.
En consecuencia, en al menos cuatro estados de Brasil existe un enfrentamiento abierto entre el PCC y el CV o la FDN (Río de Janeiro, Ceará, Amazonas y Roraima), mientras que en otros seis estados (Acre, Maranhaô, Rondonia, Sergipe, Paraíba y Santa Catarina) el conflicto está latente (en base a Sampaio, 2017 y Hisayasu, 2017). Muchos analistas destacan que, cuando el PCC ingresa a una zona que no controlaba, lo hace con muchísima violencia. Pero, que una vez que consigue la hegemonía de la misma, la situación se estabiliza y baja la violencia. En ese sentido, podemos afirmar que en la actualidad, el PCC continúa llevando adelante una estrategia expansiva que pretende consolidar su presencia en todo el territorio brasilero y garantizar su hegemonía. Es por eso que la violencia está concentrada en estados que hoy están en manos del CV o de la FDN (Río de Janeiro y Amazonas especialmente).
Queda claro que, la militarización de Río de Janeiro, lejos de solucionar el problema que subyace al incremento de la violencia y al avance de la criminalidad, apunta a dar respuestas rápidas a las demandas de la sociedad civil. En pocas palabras, es una estrategia política que poco tiene que ver con combatir al crimen organizado y mucho se relaciona con garantizar cierto caudal electoral que garantice la continuidad en el poder de quienes ocupan hoy los lugares más destacados. Además, no puede perderse de vista que Río de Janeiro es la cara de Brasil frente al mundo, su carta de presentación. En consecuencia, y con el objetivo de recuperar credibilidad a nivel internacional, la clase política debe demostrar que es capaz de combatir y controlar el avance de la criminalidad. De lo contrario, la imagen de Brasil seguirá cayendo y con ella, la posibilidad de ser el líder regional indiscutible.
(*) Conicet ? IRI
Referencias
Carvalho, Marco (2017) “Brasil registra 28 mil homicidios no 1er semestre” 21 de Agosto de 2017, Estadao. Disponible en http://brasil.estadao.com.br/ noticias/geral,brasil-registra-28-mil-homicidiosno-1-semestre,70001943908 entrado el 11/09/17
Cerqueira, D et Al. (2017) Atlas da violência. Instituto de pesquisa económica aplicada y Forum Brasileiro de Segurança publica, Rio de Janeiro, Junio 2017. Disponible en http://www.ipea.gov. br/atlasviolencia/download/2/2017 entrado el 20/8/17
Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal (2018) “Metodología del ranking (2017) de las 50 ciudades más violentas del mundo” Mexico DF. Disponible en https:// www.seguridadjusticiaypaz.org.mx/ranking-deciudades-2017 entrado el 08/04/2018
Sampaio, A (2017) Aggressive takeover. Shifts in Brazil underworld augur rising violence. HIS Jane´s Intelligence Review. March 2017.
Hisayasu, A. (2017) “27 facç?es disputam controle do crime orgnizado em todos os Estados do país” 27 de enero de 2017, O Estado de S.Paulo disponible en http://brasil.estadao.com. br/noticias/geral,27-faccoes-disputam-controledo-crime-organizado-em-todos-os-estados-dopais,10000098770 entrado el 26/12/17