En menos de seis meses, la provincia tendrá a todas sus nuevas autoridades locales electas. El 13 de febrero es el cierre de listas y las generales, el 14 de junio.
Para evitar que el desarrollo de la campaña nacional impacte en la provincia de Santa Fe, el gobernador Antonio Bonfatti decidió anticipar las elecciones: el 19 de abril serán las primarias y el 14 de junio las generales.
Hasta aquí el panorama político santafesino convive con dudas y certezas. Por el lado del Frente Progresista, Miguel Lifschitz ha quedado consagrado como el candidato socialista a la gobernación para disputar en las Paso la postulación contra el radical Mario Barletta, quien tendrá sobre su espalda la responsabilidad de intentar lograr lo que en otro terruño sería lo normal, pero que en Santa Fe se ha convertido casi en un imposible: aprovechar el peso partidario e institucional.
El radicalismo santafesino retiene para sí la mayor cantidad de municipios y comunas y la mayor cantidad de legisladores pero todas las cabezas ejecutivas de los gobiernos provinciales del Frente Progresista han sido del socialismo, al igual que el de Rosario, la principal ciudad de la provincia. Habrá que esperar para saber si esta vez el radicalismo logra plasmar un apoyo unívoco a Barletta o si, como en el 2011, Lifschitz logra que sean varios los dirigentes boina blanca que se transfugan a las listas socialistas.
La principal preocupación de socialistas y radicales está enfocada en el PRO, quien tiene en Miguel Del Sel un candidato instalado que, en los comicios anteriores a gobernador, no triunfó apenas por un tris. Frente a esto, no pocas referencias socialistas admiten en privado que necesitan de una candidatura fuerte en el devaluado PJ santafesino para dividir en dos el voto de la oposición.
La variante más competitiva que podría tener electoralmente el peronismo es María Eugenia Bielsa, quien por estas horas define si será candidata.
Si la ex vicegobernadora no se presenta, las posibilidades del peronismo se eclipsan. Ante la indefinición actual, el diputado nacional Omar Perotti ha mostrado vocación para convertirse en candidato, al igual que el secretario de Transporte de la Nación, Alejandro Ramos. Desde La Cámpora vocean que si Bielsa no es de la partida, ese sector tendrá su propia referencia.
Bielsa renunció a la banca de diputada provincial a poco de asumir en 2011 denunciando al sector interno anclado en Agustín Rossi, quien apoyó a Luis Rubeo como presidente de la Cámara de Diputados pese a que la hermana del director técnico del Olympique de Marsella resultó la más votada en esa categoría, haciéndole ganar al PJ la mayoría merced al sistema de boleta única.
Hoy, el peronismo no podría darse el lujo de dejar afuera a ningún sector interno. Esa situación (además de las críticas de Bielsa por lo que entiende es una posición connivente del justicialismo legislativo con el gobierno socialista), es la que la hace dudar.
Por otro lado, hace un par de meses, Carlos Reutemann decidió abstenerse de respaldar a Sergio Massa en Santa Fe en pos de la unidad del PJ local pero, transcurrido el tiempo, esa posibilidad no se concretó. En el massismo, la salida de pista de Reutemann se pareció a una catástrofe.
El candidato presidencial del Frente Renovador carece de una figura capaz de llevar adelante una elección competitiva en Santa Fe y, ante eso, decidió apostar fuertemente por la candidatura del ex presidente de Federación Agraria, Eduardo Buzzi, quien se lanzó acompañado de Alberto Fernández, Felipe Solá y otros “coroneles” del massismo.
Podría darse en el Frente Renovador santafesino una competencia en primarias entre Buzzi y el diputado nacional Oscar “Cachi” Martínez. Hasta no hace demasiado tiempo, el reutemismo residual que abreva en el massismo ?y que fogonea la candidatura del ex dirigente federado? no descartaba un frente común con Del Sel. Esa opción se abortó porque todos los esfuerzos del PRO tienen como eje la candidatura presidencial de Mauricio Macri.
El gobernador Bonfatti estableció que el cierre de listas sea el próximo 13 de febrero, algo que obliga a unos y otros a extremar las negociaciones casi a contrarreloj. De acuerdo al cronograma, el gobernador electo deberá convivir seis meses con el mandatario saliente, algo que no registra antecedentes en Santa Fe. Nadie imagina cómo podrían convivir en semejante lapso de tiempo el actual titular de la Casa Gris con un sucesor de otro signo político sin que los plazos se modifiquen. Y si son Lifschitz o Barletta los continuadores de la gestión, deberán armarse de paciencia extrema para mantenerse en la antesala del poder hasta el 10 diciembre.
El adelantamiento de las elecciones también se convierte en una indirecta admisión de las remotas chances nacionales que tiene el Frente Amplio Unen de pujar por el primer puesto, pese a que Hermes Binner es precandidato presidencial del espacio.
Hoy el objetivo de mínima y máxima del socialismo ?además de implorar por una fórmula peronista que parta en dos el voto opositor? es hacer conocido territorialmente a Lifschitz, quien gobernó durante ocho años la ciudad de Rosario y es desde 2011 senador provincial.
Lifschitz ganará en la ciudad de Rosario, donde sí tiene niveles altos de adhesión y conocimiento, pero encuentra hoy amplios márgenes de desconocimiento en el centro-norte y en el centro-sur provincial. Para revertirlo, el socialismo repetirá el esquema que puso en práctica cuando Bonfatti sucedió a Binner: hará jugar el peso del aparato de gobierno e intentará que los intendentes y legisladores provinciales del Frente Progresista instalen el candidato. Para eso, como se explicó al comienzo de esta nota, necesitarán de la fortaleza distrital de la UCR. Se entiende por qué Lifschitz sigue repitiendo como un mantra la necesidad de acordar una fórmula con los radicales.
Al margen de negociaciones, roscas y posicionamientos, lo concreto es que dentro de seis meses Santa Fe tendrá a todas sus nuevas autoridades electas. Y el tiempo en política, se sabe, a veces es veloz.