La luna de miel de una parte del electorado con el oficialismo deja la paradójica sensación de una elección despolitizada.
Un fantasma recorre el análisis político: el fantasma de la certidumbre. El 14 de agosto resultó ser una suerte de preelección que se proyecta sobre octubre a partir de un “efecto información” que traslada fuertes expectativas. Una extraña luna de miel
electoral. Las primarias fueron un triunfo rotundo de Cristina Kirchner, del recuerdo aún vivo de su esposo, y de los líderes territoriales del peronismo. Los más de diez millones de votos que obtuvo la precandidatura de la Presidenta a la reelección no registran antecedentes en la historia electoral argentina, y no generan escenarios de cambio de tendencia.
¿Qué cataclismo podría suceder, de acá al 23 de octubre, para que este caudal electoral se reduzca de 50,2% a 39,9%? Nada que podamos imaginar. ¿Los efectos de una nueva fase de la crisis económica global? No hay siquiera tiempo de que esa hipotética onda expansiva llegue al bolsillo de los votantes en tan poco tiempo y, aun en ese caso, cabe preguntarse si acaso así no aumentaría la disposición del electorado a votar por Cristina Kirchner, habida cuenta de que su gestión está identificada por muchos con la estabilidad macroeconómica, y las propuestas opositoras no.
¿Una arremetida de denuncias mediáticas de corrupción? Los grandes medios críticos del Gobierno lo hicieron sistemáticamente ?el caso Shocklender, por ejemplo? y ello no impidió el éxito electoral de la Presidenta; la decadencia electoral de Elisa Carrió sugiere que esa estrategia hoy no está funcionando. ¿Un temor al apoyo excesivo, como sugiere el periodista Mariano Grondona? Todo es posible en el mundo social, pero que millones de votantes del oficialismo se asusten de su amplio triunfo y decidan pasarse a la oposición parece bastante poco probable.
Eso no es todo. Un cambio de escenario requeriría, junto a un abrupto y masivo cambio de opinión de millones de votantes de CFK en las primarias, que uno entre Eduardo Duhalde, Ricardo Alfonsín o Hermes Binner sume cuatro millones de nuevos votantes en tres meses para superar el 30% y llegar, así, a un balotaje. Este último parece tener más potencial que los otros para sumar votos, pero no se prevé que pueda absorber a todo el voto opositor. Una alianza, ya sabemos, es virtualmente imposible, pues nadie se baja ?ni puede pedir a los otros que se bajen? porque ello significaría dejar en la orfandad a sus candidatos legislativos y locales. “Ahora hay que pelear hasta el último concejal” ,reconoció Duhalde.
UN POCO MAS
La victoria del oficialismo en las primarias se explica porque algo más de la mitad de la población está conforme con su gestión, y porque una porción aún mayor tiene una percepción favorable de la situación económica. No casualmente, Cristina Kirchner designó a su ministro de Economía como candidato a vice, y durante toda esta breve campaña electoral, el oficialismo se dedicó a hablar de temas económicos. Si a ello sumamos el tamaño de la coalición oficialista a nivel nacional y la debilidad organizativa de la oposición, tenemos varias razones que la explican.
Pero en las generales, aunque parezca una perogrullada, a las razones anteriores se suma el “efecto primarias” que, por diferentes razones, potenciará su desempeño. El gradual retorno de disidentes al hogar peronista, y las campañas de candidatos que promueven el corte de boleta, son algunos de los síntomas del crecimiento de la Presidenta, que concurrirá a elecciones en las condiciones más favorables.
El poder de Cristina al interior del oficialismo se incrementa, la oposición se reescribe,
habrá una nueva administración económica, una nueva relación con la CGT: la luna
de miel electoral deja la paradójica sensación de una elección despolitizada, de cuyos
resultados ya no dependen las futuras decisiones de gobierno.
(De la edición impresa)