(Columna de Natalia del Cogliano)
CFK utilizó la figura del JGM como en un sistema semipresidencial, cuando Presidente y Primer Ministro pertenecen al mismo partido.
La figura del jefe de Gabinete de Ministros nace con la reforma constitucional de 1994. Aunque en los hechos el jefe de Gabinete es también un ministro, los constituyentes introdujeron esta nueva figura al sistema político en gran medida inspirados en el semipresidencialismo, donde el Poder Ejecutivo es bicéfalo: Presidente + Primer Ministro. En efecto, la idea original de Raúl Alfonsín consistía en incorporar la figura de un Primer Ministro que actuara como jefe de Gobierno independiente del Presidente [1].
Como concesión importante a la UCR en el marco de las negociaciones para la reforma constitucional, el entonces presidente Carlos Menem concedió la introducción de una figura híbrida: un jefe de Gabinete con responsabilidad dual ante el Presidente y el Congreso. El mismo estaría a cargo de coordinar las reuniones de ministros y de entender sobre asuntos generales de la administración pública, pero no sería un jefe de Gobierno [2] autónomo.
Con el objetivo de atenuar el hiperpresidencialismo, los constituyentes pensaron en la figura del Premier semipresidencial, el cual, en situaciones de crisis o estancamiento de la gestión (siempre que el Presidente cuente con apoyo de la mayoría parlamentaria) puede ser utilizado por el Presidente como “fusible de recambio”. Esto es, que si es necesario darle una lavada de cara o relanzar la gestión en momentos de crisis, es posible hacerlo cambiando de Primer Ministro (dependiente de la confianza del Congreso). Además, en condiciones de gobierno dividido, el Premier semipresidencial le da a este tipo de régimen una flexibilidad ausente en el presidencialismo, dado que en tales ocasiones el Premier tomará las riendas del Gobierno. En efecto, inspirados en esta dinámica, los constituyentes establecieron que la primera atribución constitucional del jefe de Gabinete es “ejercer la administración general del país”. Además, “puede ser interpelado a los efectos del tratamiento de una moción de censura, por (?) cualquiera de las Cámaras, y ser removido por el voto de la mayoría absoluta de los miembros de cada una de las Cámaras”. Así, la intención de los constituyentes era crear una figura mucho más cercana a la de un Primer Ministro semipresidencial, que a la que finalmente fue.
Desde su instauración en 1995, ningún presidente cambió de jefe de Gabinete más de una vez, salvo Cristina Fernández de Kirchner. En efecto, del total de 15 jefes de Gabinete en funciones desde 1995, 6 (40%) correspondieron a la gestión de CFK. Claro que, para ser justos en cualquier comparación deberíamos descartar las breves presidencias de Ramón Puerta, Adolfo Rodríguez Saá y Eduardo Camaño, ninguna de las cuales duró más de siete días, y tal vez incluso la también breve presidencia de Eduardo Duhalde entre enero de 2002 y mayo de 2003. De esta manera, quedan solo las presidencias de Menem (1995- 1999), De la Rúa (1999-2001), y Néstor (2003- 2007) y Cristina Kirchner (2007-2015). Si bien desde la reforma CFK fue la única en cumplir dos mandatos consecutivos y, por tanto, en mantenerse más tiempo en el poder, cabe preguntarnos por qué si Menem y De la Rúa tuvieron 2 jefes de Gabinete cada uno y Néstor Kirchner 1, CFK tuvo 6 (3 por período presidencial) contando a Alberto Fernández, en el cargo desde la presidencia de su esposo. Entonces, ¿qué explica su mayor tasa de alternancia? ¿Qué nos dice esto sobre el modo en que la jefatura de Gabinete ha sido utilizada por la Presidenta?
El primer cambio de jefe de Gabinete durante el primer gobierno de CFK se dio como resultado del afamado conflicto del campo del año 2008. Transitando su quinto año al mando de la jefatura, Alberto Fernández fue el encargado de negociar con la Mesa de Enlace agropecuaria durante los casi cuatro meses de conflicto. Este proceso de negociación significaría un enorme desgaste para su figura. Además, el fracaso de la Resolución 125 en el Senado de la mano del “voto no positivo” del entonces vicepresidente Julio Cobos, significóun revés político sin precedentes para el kirchnerismo desde 2003. Ante tan compleja coyuntura era preciso relanzar la gestión. Para eso, una nueva figura en la jefatura de Gabinete resultaba esencial. Así, seis días después del “no positivo”, Sergio Massa asumía el cargo.
El paso de Massa por la jefatura no tendría la intensidad de su antecesor. Este ocuparía el cargo hasta el primer revés electoral del kirchnerismo en junio de 2009. Como resultado de unas elecciones apretadas, el oficialismo perdía 29 bancas en la Cámara de Diputados. En estas condiciones, la Presidenta optó por que Aníbal Fernández reemplazara a Massa y la acompañara hasta el final de su primer mandato.
Luego, la aplastante victoria de CFK en 2011 requirió de un nuevo cambio. Para inaugurar el nuevo Gobierno, la Presidenta eligió a un politólogo, Juan Manuel Abal Medina (h.), como jefe de Gabinete. Pero dos años más tarde, en octubre de 2013, el Gobierno recibía un nuevo revés electoral. Poco tiempo después, CFK optaba por cambiar fichas en su gabinete nombrando como jefe del mismo al gobernador Jorge Capitanich. A esos días poselectorales se sumaba una peculiaridad: la Presidenta había sido operada debiendo ausentarse de la escena política por prescripción médica durante más de un mes. Esta ausencia había generado expectativas y suscitado especulaciones de todo tipo.Para dar por tierra con los rumores de debilidad presidencial, la primera mandataria optó por la nominación de una fuerte figura peronista en la Jefatura de Gabinete.
Finalmente, la crítica situación por la que debiera atravesar el Gobierno como resultado del shock político generado por la denuncia presentada por el fiscal especial de la causa AMIA y su dudosa muerte, salpicada por divisiones dentro de los servicios de inteligencia, resultó en la vuelta de Fernández al cargo.
En definitiva, los cambios en jefatura de Gabinete durante la gestión de CFK en gran medida pueden explicarse por la funcionalidad que ésta le otorgó. CFK utilizó la figura del Jefe de Gabinete más como en un sistema semipresidencial cuando Presidente y Primer Ministro pertenecen al mismo partido político. Los distintos reemplazos dejan ver que sus jefes de Gabinete fueron claros “fusibles de recambio” en momentos críticos o políticamente claves de su gobierno. Como dijera Alfredo Scoccimarro en 2013, “el cargo de jefe de Gabinete es un fusible, si hacen falta modificaciones se empieza por ahí, son las reglas de la política” (Página 12, 19-11-2013).
[1] Negretto, G. (2001) “Negociando los poderes del presidente: reforma y cambio constitucional en la Argentina”, Desarrollo Económico.
[2] Ibid.