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Una encrucijada federal

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20 septiembre de 2016

(Columna de Facundo Matos Peychaux)

En más de la mitad de los distritos, las listas que presente Cambiemos en 2017 competirán contra candidatos respaldados por gobernadores con buena relación con el Gobierno Nacional.

Camino a las elecciones del año que viene, el Gobierno Nacional se encontrará con un mismo dilema en más de la mitad de los distritos. En la mayoría de las provincias gobernadas por peronistas o terceras fuerzas, los candidatos a diputados y senadores de Cambiemos competirán contra las listas patrocinadas por los mandatarios provinciales, que en muchos casos mantienen una buena relación con el oficialismo nacional y han sido claves para el Gobierno en estos meses de gestión.

Las tensiones -en especial durante la campaña- no faltarán, como ya se empezó a ver en Córdoba (caso emblemático donde se dará el fenómeno), donde la mesa provincial de Cambiemos cuestiona el acercamiento de Mauricio Macri a Juan Schiaretti, mientras el gobernador peronista explora la posibilidad de una alianza con el macrismo para las próximas elecciones. Lo mismo sucederá -en mayor o menor medida- en Tierra del Fuego, Chubut, Río Negro, San Juan, Catamarca, La Rioja, Salta, Tucumán, Chaco, Santiago del Estero, Misiones y Entre Ríos, donde en muchos casos los jefes provinciales ya vienen negociando alianzas electorales con el Gobierno Nacional.

A priori, las salidas al dilema pueden ser tres. Sellar acuerdos con los gobernadores, a costa de sufrir reclamos por parte de los dirigentes locales de Cambiemos (en muchas provincias, encabezados por la UCR) y tener que compartir los lugares en las listas; o jugar activamente detrás de candidatos propio para aumentar su base legislativa, a riesgo de tensar la relación con los mandatarios provinciales y debilitar la alianza que tantos beneficios le trajo en el Congreso.

Otra opción, es que el Gobierno intente mantener el equilibrio, como vienen intentado hasta ahora las figuras nacionales que han viajado a las provincias donde ya se empiezan a divisar estas tensiones, quienes se muestran con oficialistas y opositores, y alternan declaraciones elogiosas a ambos.

Juega a favor de esta salida que al ser comicios de medio término, más que una elección nacional, son 24 elecciones distintas. Sin embargo, con apenas 22% de las bancas en Diputados y 20% de los senadores, 2017 será clave para Cambiemos para aumentar su peso en el Congreso y llevar adelante su agenda legislativa sin requerir de negociaciones constantes con los demás bloques (y con los gobernadores). Por eso, difícilmente el Gobierno adopte una actitud pasiva en el armado de las listas y durante la campaña.

En cambio, es esperable que haya un candidato con apoyo claro del Gobierno en cada distrito. Más aún, cuando el Gobierno apuesta a una eventual reactivación económica -más que a candidatos puntuales- como la herramienta clave para lograr un buen resultado electoral.

No obstante, la dinámica política de cada provincia es diferente y por ende, cada caso será distinto. En algunas provincias, como Río Negro y Chubut, la alianza con los gobernadores avanza a paso más firme. Ayuda en ese sentido el intento del Gobierno de dejar atrás las referencias amarillas y consolidar la marca Cambiemos, que -más flexible- permite la incorporación de figuras peronistas, como sucedió en la provincia de Buenos Aires con la adhesión de intendentes peronistas y de Joaquín de la Torre como ministro.

En tanto, donde haya más en juego y Cambiemos se vea con mayores chances, tenderá a jugar por separado. Asimismo, en las provincias la UCR tiene figuras y estructuras más competitivas o es la principal fuerza de oposición, los radicales reclamarán seguramente mayor distancia de la Nación y el peronismo local. Sin embargo, el poder de negociación de los boina blanca será débil en 2017, reconocen, y las listas, en última instancia, se armarán en Casa de Gobierno.

Finalmente, en varias provincias, ese problema no existirá. Es el caso de los cinco distritos gobernados por Cambiemos (CABA, la provincia de Buenos Aires, Mendoza, Jujuy y Corrientes) y también de aquellos con gobernadores enfrentados o sin una relación demasiado estrecha con la Nación (Santa Fe, Neuquén, La Pampa, Santa Cruz, Formosa y San Luis). Las últimas tres, clave para el Gobierno dado que elegirán senadores.

De todos modos, tres serán los distritos clave para Cambiemos, y en ninguno de ellos se dará el dilema.

El primero, la provincia de Buenos Aires, por su peso simbólico pero también por el aporte en términos de bancas que podría significar un buen resultado en el distrito más poblado del país. Allí, Cambiemos renueva apenas cuatro escaños en Diputados (de los 35 que se eligen) y se juega la posibilidad de sumar uno o dos senadores, que hoy no tiene.

El segundo, es la Ciudad de Buenos Aires, donde Cambiemos tiene mucho más para perder. En el distrito que vio nacer al PRO, el oficialismo pone en juego sus dos bancas de senadores -que no tendría dificultades para mantener-, y ocho de las trece bancas que se disputarán en 2017 por la CABA.

En el tercer distrito clave para Cambiemos, Santa Fe, tampoco tendrá este problema. La relación del Gobierno con el socialista Miguel Lifschitz está rota y empeorará seguramente con el armado de las listas camino a 2017, que amenzará con llevar más problemas a la coalición gobernante en la provincia. Allí el Gobierno buscará consolidar el crecimiento que tuvo en las últimas elecciones, cuando la gobernación se le escapó por un puñado de votos. De todos modos, con el peronista Omar Perotti como una figura cada vez más gravitante en la política local y la UCR dividida en varias tendencias y pujando un sector interno por acercarse al oficialismo nacional y otro por alejarse, la elección en Santa Fe tendrá varias particularidades.

Desde el lado de los gobernadores peronistas, en tanto, los incentivos para romper la alianza con la Nación tenderá a crecer a medida que transcurra el mandato de Mauricio Macri, aunque no necesariamente empujen a romper la sociedad con el Gobierno antes de las elecciones de medio término.

En primer lugar, con más recursos -fruto de la devolución del 15% que destinaban al financiamiento de la Anses- y como resultado de la reactivación económica que en mayor o menor medida existiría el año que viene, los jefes provinciales serán más autónomos de Casa Rosada. Pero además, a medida que se vaya dando la reconstrucción del peronismo y se acerque 2019, los incentivos para oponerse al Gobierno Nacional serán cada vez mayores. Como advierte un senador nacional peronista, "es tan inútil ser oficialista en el último año del mandato presidencial como ser opositor en el primero".

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