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Verdad, relato y realidad

07 mayo de 2012

(Columna de Iván Petrella, director acadeémico de la Fundación Pensar)

La inflación y el déficit energético son realidades que el Gobierno intenta ocultar.

En Imperio Michael Hardt y Antonio Negri escriben que “la verdad no nos hará libres, pero tomar el control de la producción de verdad, sí”. Podría ser lema del Gobierno Nacional. Es obvio, Hardt y Negri tienen sus raíces teóricas en Nietzsche y Foucault. Pero no quiero discutir teoría, quiero presentar de manera sencilla como opera, en la realidad, la producción de verdad de parte del Gobierno Nacional.

El Gobierno ha inaugurado una fábrica de producción de verdades que sirve para liberarse de las responsabilidades que le caben por la declinación argentina en relación al mundo y América Latina. Esta fábrica tiene el objetivo de producir y diseminar el relato oficial para que asome como la única verdad. El así llamado “relato” está construido sobre una cadena de medidas que incluye desde cambios metodológicos para especialistas hasta la intimidación de voces disidentes. Así se producen verdades. Dos ejemplos bastan para demostrarlo: la inflación y el déficit energético.

En 2007 el INDEC fue intervenido. En particular, se modificó la metodología utilizada para calcular el índice de inflación, reduciendo la cantidad y cobertura geográfica de los productos incluidos en el IPC: el número de variedades disminuyó 50%, el número de precios relevados disminuyó 60% y el promedio del número de observaciones por variedad disminuyó 50%. Entre los productos eliminados de la muestra se encuentran alimentos básicos ?como algunos cortes de carne? y servicios, como la enseñanza universitaria, el servicio doméstico y los cigarrillos. El resultado es un nivel de inflación oficial mucho menor al que el Gobierno debería reconocer sin estos cambios. Tras la intervención, queda la tarea de hacerla efectiva. Para ello el Gobierno se encargó de intimidar y de aplicar multas a consultoras privadas que difundían índices independientes.

Inclusive, se iniciaron acciones legales contra los economistas Carlos Melconian y Orlando Ferreres, fundamentadas en la aplicación de la Ley de Lealtad Comercial, sancionada por la última dictadura en mayo de 1983. Está claro que la racionalidad detrás de estas medidas es la de mantener una realidad creada a partir de las estadísticas oficiales. En lo que va del año la inflación oficial de enero fue de 0,9% y la de marzo de 0,9% en contraposición con el 2% y 2,3% estimado por consultoras privadas, respectivamente. En lugares donde el aparato de intimidación del Gobierno no llega, como la revista The Economist, han decidido sencillamente no publicar datos de inflación para el país.

El segundo ejemplo de producción de verdad es la expropiación de YPF. El “relato” se basa en un discurso nacionalista a favor de la recuperación de la soberanía de nuestros recursos energéticos. Sin embargo, hay una cruda realidad: la destrucción y el vaciamiento del aparato energético nacional han sido convalidados por los integrantes de este mismo Gobierno. En diciembre del 2007 Néstor Kirchner acordó el ingreso de Enrique Eskenazi, del Grupo Petersen, a YPF con la compra del 14,9%, luego incrementado al 25%, del capital accionario. Esta transacción fue financiada por diversos bancos internacionales y por la petrolera misma, que le otorgó un préstamo por casi la mitad del total de la transacción. YPF, con consentimiento del Gobierno, acordó pagar 90% de sus ingresos en dividendos para que Eskenazi pueda saldar su deuda.

El Gobierno Nacional, que ahora acusa a Repsol de vaciamiento, era dueño de la acción de oro, pero jamás cuestiono los balances de la empresa y hasta hace poco elogiaba el compromiso de la empresa de invertir en el país. ¿Cómo se tapa la crisis energética y el rol del Gobierno Nacional en ella? Siguiendo el método que ya vimos en el INDEC. El primer paso es un cambio metodológico. A partir del 2005 las reservas energéticas comenzaron a medirse tomando en cuenta la vida útil del yacimiento en lugar del final de la concesión de la empresa encargada de explotarlo como tradicionalmente se había hecho.

Según estadísticas de la Secretaría de Energía, a fines del 2002, las reservas de gas eran de 660 mil millones de metros cúbicos. Para fines del 2010, éstas eran de 358 mil millones de metros cúbicos: una disminución de 45%. En cuanto a las reservas de petróleo, el Gobierno de Kirchner recibió un total de 448 millones de metros cúbicos, mientras que a fines del año 2010 eran de 401 millones de metros cúbicos: una baja de 10%. Sin ese cambio metodológico la caída en reservas sería aún mucho mayor. Vemos, de nuevo, que se modifican estadísticas oficiales como parte de la producción de verdades. La inflación y la crisis energética son apenas dos ejemplos de la labor de una fábrica que trabaja con recursos sofisticados ?como los cambios metodológicos mencionados arriba? y otros más burdos.

Entre estos últimos esta la creación de un aparato mediático sostenido con privilegios y dineros públicos. Esta práctica se sostiene en el reparto discrecional de la pauta de publicidad oficial, beneficiando a los medios cuya línea editorial es afín al Gobierno, en detrimento de los restantes, especialmente diarios de alcance masivo como Clarín y La Nación. Esta distribución inequitativa está construida sobre un vacío desde el punto de vista legal, dada la ausencia de normas al respecto en la legislación federal. Los vacíos en la ley permiten al Gobierno mantener su relato a través de un grupo de medios amigos.

El Gobierno también ha creado un aparato paraoficial, a través de la politización de medios que se encargan de defender su gestión. Un claro ejemplo es el programa 6,7,8 en el canal de televisión pública, donde los periodistas repiten incansablemente las verdades del “relato” oficial. Otro ejemplo la proporciona la agencia oficial Télam, utilizada como una herramienta de propaganda al servicio del Gobierno y la construcción de verdad. Ya lo ha demostrado el ex director de la agencia, Martín García, cuando afirmó: “No queremos periodistas, queremos militantes”. Por otra parte, el Gobierno ha utilizado la cadena nacional, aun contrariando la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual impulsada por el kirchnerismo y sancionada en 2009, que en su artículo 75 establece que el Poder Ejecutivo podrá recurrir a este mecanismo solamente en “situaciones graves, excepcionales o de trascendencia institucional”. Néstor Kirchner la utilizó sólo dos veces durante su Presidencia, mientras que para Cristina Fernández no existen cifras exactas dadas la extensa utilización que hizo de las mismas.

La ausencia de conferencias de prensa durante el Gobierno de Cristina es otra manera de callar voces disidentes y el cuestionamiento del relato oficial por parte de los periodistas. La fábrica de verdades se construye sobre tergiversaciones en las estadísticas oficiales, la creación de un aparato de medios amigos a través de la distribución de beneficios y la intimidación y la eliminación de voces independientes. En este punto la política de nuestro país se cruza con la literatura, ya que parece tomar actualidad aquella reflexión de George Orwell en 1984, “quien controla el presente controla el pasado” y “quien controla el pasado controla el futuro”.

(De la edición impresa)

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