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¿Y si en octubre pasa lo mismo?

Casa-Rosada
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09 agosto de 2015

La cosa es así. El domingo 9 de agosto, 21,9 millones de argentinos emitieron “votos afirmativos”, es decir, votaron a un precandidato presidencial: 8,4 fueron para Daniel Scioli, 5,3 fueron para Mauricio Macri, 3,1 para Sergio Massa, 769.000 para “Margarita”, 462.000 para “El Adolfo” y 370.000 para el joven Nicolás Del Caño. El poroteo da 18,5 millones. Estos son los seis precandidatos que se convirtieron en candidatos y son lo que pugnarán el 25-O para suceder a CFK. Los restantes 3,4 millones de votos afirmativos fueron a precandidatos que no pasaron el corte que imponen las PASO o perdieron su respectiva interna. Conclusión: hay 3,4 millones de votos que deberán votar a alguien distinto en las generales (al margen de que otros tantos miles seguramente votarán a otro candidato a pesar de que el original esté disponible en octubre, como veremos más adelante). Vayamos un poco más allá.

Si a esos 3,4 millones les restamos los que fueron a otras opciones dentro de las mismas PASO (por ejemplo, a Ernesto Sanz en Cambiemos o a Jorge Altamira en el FIT), y presumimos que esos votos van a quien ganó la interna, el universo de votos a pescar desde ahora a octubre se reduce considerablemente y es de apenas 390.000 votos. Casi nada: dos puntos a nivel nacional.

¿Cuál es el propósito de este análisis? Sugerir que no habrá grandes corrimientos de votos (si medimos por frentes) el 25-O. El análisis da por descontado que los votos que fueron a los perdedores en las internas (el grueso de esos 3,4 millones antes aludidos en el primer párrafo) se quedarán, mayoritariamente, en casa. ¿Es así? Veamos.

Quienes votaron a Sanz y “Lilita” votarían, mayoritariamente, a Macri. La imagen de los tres competidores juntos en la noche del 9- A, que se repetirá en los próximos dos meses, ayuda a aglutinar la tropa. Algunos votos, no muchos, irán hacia Margarita Stolbizer. Nada que pueda cambiar el fiel de la balanza. Son votos “republicanos” y, sobre todo, opositores al Gobierno. El recorrido inverso también es posible: al quedar tan lejos, es probable que varios de los votantes de Stolbizer, haciendo lo que la ciencia política denomina voto estratégico, fluyan hacia Macri, el candidato mejor posicionado para vencer al kirchnerismo.

Lo mismo calcularán algunos votantes de Massa, y esta es una de las grandes incógnitas que despejará el escrutinio del 25 de octubre. Sus votantes saben que, si bien hizo una elección no tan mala como preveían las encuestas, admiten que al joven líder renovador no le alcanza para meterse en la pelea principal. Sin embargo, varios analistas menosprecian la capacidad de Massa de retener a sus votantes e, incluso, a los de DLS. Si algo demostró el dirigente oriundo de San Martín es ser un luchador y, por consiguiente, muchos de los que lo apoyaron seguramente le renueven su apoyo el 25-O. ¿Los votantes delasotistas abandonarán el barco? Algunos se irán a Macri y otros, a Scioli. Pero la mayoría responde a DLS, el “dueño” de los votos, y este ratificó que hará campaña por Massa. Asimismo, el ex intendente de Tigre logró subirse, una vez más (y van?), al ring y seguramente pueda aumentar su caudal propio con la campaña enfática que está haciendo. Y más aún si hay debate presidencial, ya que es el que cuenta con mejor oratoria de los tres front-runners.

En el FIT, no hay mucho análisis: casi todos los 355.000 votos de Altamira irán a Del Caño.

¿Y Scioli? Tranquilo, mira a todos desde arriba. Sabe que los 8,4 millones que lo acompañaron, aun si el dólar libre se va a $ 20, lo van a seguir haciendo mayoritariamente. Recibirá varios miles de votos de DLS y probablemente algunos de Massa. Con esos aportes (y los de muchos, sobre todo bonaerenses, que no fueron a sufragar el 9- A) superará el 40% muy probablemente. La gran pregunta es si le sacará 10 puntos de diferencia a Macri. Ahí está la gran duda del 25-O. Con un Scioli que rondará el 40- 42%, la gran pregunta es cuánto puede crecer Macri en base a, desde ya, Sanz y Carrió pero, sobre todo, a expensas de Massa. Necesita, si pretende forzar un noviembre, estar arriba de los 32 puntos y, por ahora, no los tiene.

En conclusión, si bien habrá corrimientos de votos, en octubre no veremos números muy distintos, como muchos especulan (o acaso desean). El elector es más estable de lo que se cree y no se deja seducir fácilmente. Se consumirán ríos de tinta y se transmitirán miles de spots en radio y TV, pero hay elementos para pensar que no va a cambiar mucho la imagen que entregaron las primarias. Como dice el politólogo Germán Lodola, “las PASO se parecen demasiado a octubre”. Veremos.

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