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Kamala trajo energía, pasión y esperanza

48 horas después de la renuncia de Biden, Harris ya se había asegurado la mayoría de los delegados.

Kamala Harris.
Kamala Harris. Archivo.
Jennifer M. Piscopo 01 septiembre de 2024

Veinte mil miembros del Partido Demócrata descendieron sobre Chicago del 14 al 19 de agosto. Fueron delegados e invitados especiales a la Convención Nacional Demócrata (DNC por sus siglas en inglés), donde los demócratas nominaron oficialmente a la vicepresidenta Kamala Harris como su candidata presidencial. La convención se resume con una palabra: celebración.

En Estados Unidos, los partidos celebran las convenciones de nominación cada cuatro años. Delegados de los 50 estados y de los territorios votan por el candidato presidencial del partido. Las convenciones suelen ser coronaciones, no concursos, porque el nominado ya ganó las elecciones primarias a nivel estatal y ya contó con una mayoría de delegados. La "llamada nominal", donde los delegados de cada estado y territorio emiten sus votos, es una formalidad. 

La verdadera atracción son los discursos. Las luminarias del partido presentan los actos de apertura y conferencias magistrales cada noche. El broche de oro ocurre en la noche final, cuando el nominado o la nominada hace su discurso de campaña. 

La DNC de 2024 siguió este guión, pero con una diferencia clave. En contraste con los nominados anteriores, Harris no había competido en ninguna primaria. La convención no solo sería su coronación, sino su introducción.

Era un giro para el partido y electorado. En un debate con Donald Trump el 28 de junio, el presidente, y presumible candidato demócrata, Joe Biden se mostró tambaleante y débil. Surgieron preguntas sobre si Biden, con 81 años, tenía la energía para derrotar a Trump y servir un segundo mandato. La presión para que Biden renunciara a su nominación aumentó. Finalmente lo hizo el 21 de julio.

Biden nombró a Harris como su sucesora. Sin embargo, los delegados estaban técnicamente comprometidos con Biden, ya que era su nombre que aparecía en las boletas de las primarias estatales.

Algunos líderes del Partido Demócrata querían una "convención abierta", permitiendo que diferentes candidatos compitieran por los votos de los delegados en Chicago. Esta estrategia podría haber resultado desastrosa. La Convención Nacional Republicana ya se reunió y su nominado, el expresidente Trump, ya estaba en campaña. Con solo tres meses hasta las elecciones generales, una convención abierta significaría que los demócratas pasarían el tiempo luchando entre ellos cuando podrían haber estado luchando contra Trump.

La necesidad de poner el partido en frente de la ambición prevaleció rápidamente. Unas 24 horas después de la renuncia de Biden, todas las figuras importantes que podrían haber buscado la nominación —como la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer y el ministro de Transporte, Pete Buttigieg— se declararon por Harris. A las 48 horas, Harris ya se había asegurado la mayoría de los delegados.

Los votantes también hablaron, abriendo sus billeteras. En las primeras 24 horas de la declaración de Harris, el comité de Acción Política del Partido Demócrata recaudó US$ 150 millones, y la campaña propia recaudó otros US$ 81 millones. El 60% de los donantes a Harris fueron personas que hicieron su primera contribución de este ciclo electoral. La recaudación total de US$ 231 millones fue la más grande en un solo día para cualquier candidato presidencial.

La Convención Nacional Demócrata necesitaba mantener esta energía y entusiasmo. Con solo unas semanas para rediseñar el evento alrededor de Harris, los líderes planearon una fiesta. Llenaron la convención con música, danza y gente famosa, desde la presentadora de televisión Oprah Winfrey hasta la diva del pop Pink. El rapero Lil Jon incluso apareció, para entregar los votos de Georgia en la "llamada nominal".

Las figuras más populares del partido buscaron ser inspiradores. Enfatizaron el mismo tema: Harris es la persona para el momento. Hillary Clinton y Barack y Michelle Obama posicionaron a Harris como heredera de su legado. Los protagonistas del frente progresista del partido, como la congresista de Nueva York Alexandria Ocasio-Cortez, respaldaron el compromiso que Harris tiene con el bienestar de las familias de clase media y trabajadora.

El evento también tocó notas serias. Los oradores recordaron las amenazas que Trump representa para la democracia estadounidense y el Estado de Derecho. Defendieron lo que una presidencia de Harris podría lograr: una economía de oportunidades para todos y todas, libertad reproductiva para las mujeres y la restauración de un derecho federal al aborto, la defensa de la democracia en el extranjero, y un país comprometido con la compasión y la dignidad.

Los mensajes están diseñados como contrapuntos claros a los de Trump. El expresidente vende división y escarnio. Imagina un Estados Unidos dañado y oscuro, llena de crimen violentoinmigrantes peligrosos. Su compañero de boleta, el senador de Ohio JD Vance, menosprecia a los padres sin hijos biológicos.

En contraste, Harris ofrece unidad y alegría. Presenta un Estados Unidos dinámico y pluralista, llena de personas esforzadas y soñadoras. La convención celebró la historia personal de Harris: como una mujer multirracial, de descendencia afro y asiático, nacida de padres inmigrantes, casada con un hombre judío y madrastra de dos hijos, personifica la diversidad que Trump rechaza.

Últimamente, las convenciones existen para movilizar e inspirar a los partidarios, para que salgan y convenzan los votantes. El dinero indica que la DNC logró: Harris recaudó otros US$ 82 millones durante la convención. Su total hasta ahora —US$ 540 millones— le da una notable ventaja sobre Trump. Aunque es demasiado pronto para decir si este entusiasmo se traducirá en victoria en noviembre, está claro que Kamala Harris trajo energía, pasión y esperanza a la campaña de los demócratas.

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