La existencia de un espacio partidario moderado es un fenómeno ampliamente estudiado. Por fuera de la creciente polarización que atraviesan las democracias occidentales, el centro ideológico contribuye a la gobernabilidad del oficialismo.
El quiebre del bipartidismo puede llevar a estas formaciones a convertirse en actores de veto, cuya consecuencia está abierta a múltiples interpretaciones.
Por un lado, si se focaliza en la estabilidad y en la satisfacción de las demandas del votante mediano, el hecho de que representantes pragmáticos puedan poner obstáculos a propuestas más radicales sirve de prevención frente a extremismos.
Otra interpretación se centra en que estas formaciones incentivan la competencia centrífuga, radicalizando a los partidos de los extremos. A su vez, el hecho de que dependa de dirigentes pragmáticos la gobernabilidad de una administración puede afectar la eficiencia del procesos de elaboración de políticas públicas.
Si el espacio de centro está definido más por su moderación y flexibilidad que por una identidad propia, se generan los incentivos para acomodar sus intereses a los del mejor postor, llevando a que la necesidad de negociación constante eleve el costo de las decisiones del gobierno y afecte el dinamismo de la administración.
En Argentina la formación de un nuevo frente electoral de centro ha sido una constante en los años, o meses, previos a las elecciones nacionales. Desde el 2003 se han sucedido una serie de espacios moderados que no han sabido construir una identidad perdurable, y se han difuminado bajo los focos de la polarización.
Las democracias actuales están marcadas por incentivos hacía la radicalización discursiva. Sin embargo, no deja de existir una demanda ciudadana por mensajes de unión y moderación. En el sistema político argentino de las últimas décadas esta demanda ha sido reiteradamente defraudada por representantes que no han resistido las tentaciones para incorporarse en gobiernos que arruinaron su legitimidad.
Los objetivos iniciales del Frente Renovador, UNEN, UNA, Alternativa Federal y Consenso Federal (entre otros) han fracasado por las mismas tensiones e incentivos. Con cierta racionalidad, los dirigentes han entendido la dificultad de sobrevivir en contextos de polarización y abandonaron sus propósitos, consolidando la creencia colectiva de que estos espacios se crean con el único fin de conseguir cargos.
Sin embargo, así como en las últimas elecciones presidenciales sucedió lo imprevisto, hay cuatro variables que en su momento han motivado decisiones que llevaron a la desaparición de los espacios de centro que comienzan a cambiar:
- Número de partidos: la irrupción de La Libertad Avanza del año pasado haciendo de las elecciones generales un panorama de tercios derrumba la creencia que el presidencialismo argentino sólo puede funcionar con dos partidos o coaliciones.
- Clivajes: en la medida que la división identitaria entre peronismo y antiperonismo del electorado se difumina, nacen nuevos clivajes bajo la agenda oficialista. En este sentido, se puede esperar que la metodología de la incorrección política y el amateurismo que caracteriza al Gobierno eleve a una antítesis que se constituya en un espacio que valore la política profesional y la moderación discursiva.
- Nuevos alineamientos: el sismo en el sistema de partidos que generó el tercio de votantes que se inclinaron por LLA dejó una serie de huérfanos políticos cuyos incentivos ahora se alinean para cooperar electoralmente. Los escándalos del peronismo aceleran la fuga de dirigentes que buscan alejar se del kirchnerismo. Allí los esperan el radicalismo, el justicialismo federal, las formaciones provinciales, entre otros.
- Sistema electoral: el posible cambio de la boleta partidaria a la única representaría otro beneficio para las candidaturas del espacio de centro que resulte el año que viene. El espacio que contará con personería nacional tendrá presencia mediática en todo el país pero el armado tendrá sus deficiencias en muchos distritos. Para ello, la BUP es una gran herramienta para mejorar las expectativas del espacio.
Hacemos Unión Cívica para el Desarrollo
Para que la formación en gestación no sufra de los males de sus antecesoras será clave que logre posicionarse más allá de un medio aritmético en el sistema de partidos, y se proyecte como un centro con contenido. La demanda electoral por un espacio semejante estará presente el año que viene y probablemente aún con más fuerza en el 27.
Los muchachos cordobeses, el radicalismo opositor, las palomas del PRO, el peronismo arrepentido, las formaciones provinciales, los lilitos y los socialistas son los colectivos cuyas fichas ya están puestas en la construcción de un espacio "del medio".
Entre ellos, el más activo hasta el momento es Schiaretti y sus aliados del justicialismo bonaerense que tienen claro el propósito de tener presencia nacional y continuar el camino iniciado en el 23. Alrededor de ellos comienzan a buscar el mismo objetivo Manes, Lousteau y Larreta. Este último parece el más decidido a generar un espacio de reflexión para dotar de contenido al espacio. Todos ellos ven con buenos ojos la construcción de un gran espacio republicano y desarrollista que enfrente las prácticas autoritarias y al discurso libertario.
Los partidos provinciales serán fundamentales para que en las elecciones legislativas el flamante espacio consiga ganar, tanto representación, como lugar en la agenda nacional. Estarán tentados a negociar con el oficialismo para asegurarse su poder local, sin embargo, si se saben construir expectativas, se puede dar el clima para que los incentivos se enfoquen en las ganancias de largo plazo de participar del frente que puede ganar la batalla por la polarización con el Gobierno.