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Cheques en blanco y contraseñas a la vista

Asoma un nuevo gobierno. Nuestras contraseñas, nuestras claves bancarias no se las damos a nadie, aunque, justo es decirlo, pongamos algo de confianza a esto que está por empezar.

Milei viene a dar vuelta la economía.
Milei viene a dar vuelta la economía. ee
Por Hernán Caram (*) y Federico Recagno (**) 23 noviembre de 2023

Siempre es la economía. Javier Milei es el nuevo Presidente de la Argentina. En los cuatro años del gobierno kirchnerista y aliados del peronismo, hay variables que no encontraron su piso. El salario, las jubilaciones, la producción, y más, descendieron en términos reales. Por su parte, otros componentes no parecen llegar a su techo. El dólar, los impuestos, el déficit fiscal, el gasto público crecen sin parar.

Con estos números no es sorpresa que no ganara las elecciones el oficialismo. Sí puede decirse que LLA es un espacio al que no se lo vio venir o, si se lo vio, no se lo tomó suficientemente en serio. 

El lenguaje cotidiano de los argentinos varía de acuerdo a la realidad que disfruta o padece. Hoy están de moda muchas palabras que provienen de las terapias psicológicas, de las ciencias médicas, producto de la pandemia y sus consecuencias. Pero, además, nos familiarizamos con términos económicos ajenos para el común de los ciudadanos en cualquier otro país del mundo.

Los argentinos hablamos del dólar, en sus múltiples versiones, sabemos de contado con liqui, de yuanes, de cepo, riesgo país, brecha cambiaria, corralito, emisión, devaluación, subsidios y siguen los conceptos.

Estamos acostumbrados a las crisis y nos defendemos como podemos de acuerdo a nuestros ingresos, a la inflación y a las sorpresas de las políticas en permanente cambio. Aún así, nos cuesta, producto de las nuevas tecnologías, comprender cómo hacer que lo poco se estire para hacer rendir más cada peso.

A raíz de la crisis sanitaria de la Covid-19 se desencadenaron dos procesos que necesitan ser debatidos e incorporados a la agenda pública. 

  • El primero, el avance significativo de la modernización, bancarización y digitalización de los medios de pagos y transacciones de la población. Según datos del Banco Central, en el año 2021 se sumaron 1,2 millones de personas humanas a la titularidad de cuentas bancarias y/o de pagos. Ello implicó que el 95,3% de la población adulta o 33,3 millones de personas accedan a una cuenta para realizar pagos, enviar y recibir dinero y canalizar ahorros e inversiones.  
  • El segundo, de carácter más preocupante, es el continuo crecimiento de los ya alarmantes niveles de desigualdad social y económica, impactando de manera diferencial tanto en las condiciones de vida como también en las habilidades y conocimientos financieros en los sectores más excluidos. 

Aquí también la problemática de la brecha de género se hace presente: los conocimientos e inclusión financiera se distribuyen de manera desigual entre varones y mujeres. Esta situación es indisociable de las inequidades aún persistentes en términos de ingresos entre hombres y mujeres. En el informe elaborado por Fundación Éforo, "Diferencias laborales entre mujeres: el impacto de la maternidad y el rol del cuidado", identificamos una desigualdad estructural entre los ingresos que perciben las mujeres y los varones: en los últimos 20 años, el salario de las mujeres se ubicó 27 puntos porcentuales por debajo de los ingresos medios de los hombres. Es decir que "por cada $100 que gana un varón, la mujer percibe $73, en promedio". La brecha de conocimiento es la otra cara de la brecha de ingresos. No por casualidad el endeudamiento de los hogares es significativamente superior en aquellos en que la jefatura recae en la mujer, situación que se agrava aún más si hay hijos/as. 

En este escenario, conocer los derechos que tenemos como consumidores, el acceso al crédito y el desarrollo de habilidades de planificación y administración de la economía doméstica son algunos de los puntos que no pueden faltar en las políticas de educación e inclusión financiera. Hablamos de un conjunto de conocimientos prácticos que empoderan a la ciudadanía brindando información valiosa para evaluar riesgos y elegir servicios financieros de calidad. 

En este sentido, algunas de las conclusiones de la "Encuesta Nacional sobre Educación Financiera", elaborada por el Instituto Abierto para el Desarrollo y Estudio de Políticas Públicas (IADEPP), permite una primera aproximación para comprender la situación actual de inclusión e igualdad financiera en Argentina. 

Uno de los primeros datos que se destacan en el estudio es que del total de encuestados, el 20% considera la propia situación como "mala", 11% la considera como "muy mala" y 45% como "regular". Es decir, que casi el 78% de la población participante del estudio percibe su situación entre regular, mala y muy mala. Y solo el 2,5% considera la propia situación como muy buena. 

La inestabilidad económica impacta y altera múltiples aspectos de la vida de las personas. No solo empeora la percepción de la propia situación, sino que también dificulta la proyección de nuevas metas personales como también la ampliación de los horizontes de planificación. En un régimen de alta incertidumbre económica, el corto plazo se convierte en un factor determinante de las decisiones individuales. 

Y no sólo los proyectos y los plazos de decisiones se ven modificados. Concretamente, las estrategias de las economías domésticas comienzan a regirse por las urgencias más elementales y apremiantes. Mientras el 27% de los hogares declara directamente "no llegar a fin de mes", el 39% tuvo que achicar gastos para hacerlo, y sólo el 6% afirmó poder ahorrar en el último mes. Y si abrimos este dato, observamos que las personas que sí pudieron ahorrar son en mayoría varones. Apenas el 2,5% de las mujeres encuestadas lograron ahorrar en el último mes.

Dentro de la agenda de inclusión financiera, otra gran problemática se viene intensificando: el endeudamiento de los hogares. Cada vez son más las personas que tienen que solicitar algún tipo de financiamiento para cubrir gastos y llegar, literalmente, a fin de mes. Hablamos de que en la actualidad 7 de cada 10 hogares acudieron a algún tipo de financiamiento o endeudamiento (que incluye la situación de dejar impagas deudas), mientras un 27% informó no tener que pedir prestado dinero. Es importante subrayar que las personas declararon entre sus principales motivos de endeudamiento la compra de alimentos (38%), y se tratan en su mayoría de mujeres jubiladas o desempleados/as. Así, si tuviéramos que identificar unas de las principales causas de endeudamiento de las economías domésticas no deberíamos buscar en proyectos de inversión, refacciones, mantenimiento o mejora del hogar, sino en poder cubrir la canasta básica de alimentos. 

La segunda causa más importante de endeudamiento son los servicios básicos ya que, ante la falta de financiamiento para afrontarlos, los encuestados afirmaron tener que dejar impagas algunas de las cuentas. A la cabeza de las facturas impagas figuran las de servicios de luz, agua, gas y teléfono con 54%, y en segundo lugar la tarjeta de crédito con 40%. Este último caso es el de mayor riesgo al generarse deudas cuyos financiamientos resultan significativamente mayores dadas las altas tasas de interés.

En el informe surge que aproximadamente el 75% de las personas tiene algún motivo o proyecto que las impulsa a ahorrar, pero solo el 7,3% logra cumplir con objetivos mensuales de ahorro. Proyectos y sueños abundan, pero la reducción de los ingresos, la escasa información disponible y la falta de líneas de crédito más específicas se combinan y dan forma a un escenario en el que la administración y planificación se tornan en un problema que excede las habilidades individuales.

Desde otro punto de vista, en un contexto de inestabilidad, la planificación se pliega en plazos cada vez más cortos de tiempo: 6 de cada 10 personas que se proponen ahorrar no logran cumplir sus metas. Y esta dificultad no se distribuye igualitariamente en la población: son las mujeres, jóvenes en general, y personas con bajo nivel educativo las que menos probabilidades tienen de cumplir sus objetivos.

También se indagó sobre la confianza que depositamos en los bancos. Tanto para la banca privada o pública, los niveles de confianza son bastantes similares, rondando entre 74% y 75% de aprobación que va desde "muy conforme" y "conforme", apenas superior para la banca privada, pero significativamente más alta respecto a la confianza que las personas depositan en otras entidades financieras que apenas llegan al 55%. Los sistemas formales y legales de acceso al crédito se sostienen como los canales privilegiados para tomar decisiones financieras.

Otro aspecto importante es la elección de los instrumentos de ahorro mejor ponderados, permitiendo conocer el perfil de riesgo que se asume al invertir en determinadas herramientas financieras. Del relevamiento se desprende que mientras sólo el 17,3% opta por los plazos fijos, casi el 40% declaró no reconocer en los plazos fijos una opción para ahorrar. Sin embargo, cuando se consultó sobre la utilización de bonos, acciones o criptomonedas para ahorrar, solo 3,4% afirmó conocer y utilizarlos, cifra muy inferior al nivel de desconocimiento que asciende casi el 60%.

Si tuviéramos que subrayar alguno de los puntos más importantes es el hecho de que cada vez más personas gastan casi todo su salario sólo para cubrir sus necesidades básicas o se endeudan para cubrir las compras de alimentos. 

Esta situación da forma a una espiral de endeudamiento que asfixia las economías domésticas, obligándolas a reducir los horizontes aspiracionales a un corto plazo cada vez más inmediato.

La promoción y el desarrollo de una agenda integral de educación financiera es una herramienta que la política pública tiene a disposición para reducir desigualdades sociales y alentar decisiones que excedan el inmediato corto plazo. Cuando pensamos en una sociedad más inclusiva y equitativa, la administración del dinero, la incorporación de hábitos financieros saludables, la planificación de las economías domésticas, como también la mayor oferta de financiamientos con perspectivas inclusivas, crean oportunidades de desarrollo personal. 

La educación financiera tiene asegurado un rol clave en la economía del futuro, pero es necesaria desarrollarla hoy. De hecho, acceder a mejores condiciones de igualdad en las temáticas vinculadas a las habilidades y capacidades financieras permite tomar mejores decisiones. Incluso fortalece la planificación y desplaza, en la medida de lo posible, las lógicas de improvisación constante que reducen los horizontes a plazos cada vez más acotados. 

De la misma manera que la inquietud y la acción ciudadana no son algo ya dado en la sociedad, sino que tienen que ser cultivadas y maduradas a lo largo del tiempo, la adquisición de conocimientos y habilidades de administración y planificación requiere de un proyecto común que valore la construcción de una sociedad empoderada y capacitada en materia de educación financiera.

Asoma un nuevo gobierno. Javier Milei es economista, lo que hace suponer una mirada especial a la economía. Los argentinos han votado, esperan un cambio. La incertidumbre persiste más allá de que la renovación del Ejecutivo hace aparecer un futuro distinto a esta realidad pesada y estancada.

Cada vez que elegimos presidente aparecen quienes pretenden un cheque en blanco a la nueva gestión. Difícil que nuestra desconfianza otorgue esa facultad. Nuestras contraseñas, nuestras claves bancarias no se las damos a nadie, aunque, justo es decirlo, pongamos algo de confianza a esto que está por empezar.

 

(*) Investigador
(**) Presidente de Fundación Éforo

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