El segundo debate presidencial nos dejó una muestra más intensa del intercambio político: un ida y vuelta más álgido, más "picante", que tuvo a los/as candidatos/as intentando capitalizar uno de los últimos eventos de alto impacto antes de la elección. También nos dejó dos preguntas compartidas por periodistas, analistas y espectadores: ¿cómo le fue a cada candidato? Y ¿quién salió ganando o perdiendo? Para abordar la respuesta, es necesario examinar el desempeño de los cinco candidatos en tres niveles: el espectáculo, el contenido y el rédito político. Y a esto, quizás, agregarle una pequeña comparación con su propio rendimiento en el primer debate.
Sobre el espectáculo, es importante recordar que el debate es un evento comunicacional, televisado y streameado. Seguido y multiplicado en directo a través de todas las plataformas digitales. Por eso, es una puesta en escena. Y acá se gana o se pierde con la oratoria, el histrionismo y el showmanship de cada candidato/a. Pero el debate es también un momento de la institucionalidad democrática. un espacio para postular ideas y propuestas. Y aquí pesa el contenido:el manejo de la información, la solidez de los argumentos y la efectividad para argumentar. Por último y quizás la dimensión más difícil de evaluar: el rédito político. Es decir, cuánto aporta la actuación de cada participante a su propia estrategia política. ¿Reforzó la creencia de los propios y les brindó argumentos? ¿Polemizó con los adversarios? ¿Persuadió a los independientes o indecisos? O sea ¿rindió políticamente? De la conjunción de estos tres (o cuatro) elementos, surge la respuesta a una pregunta compleja: ¿quién ganó?
Milei
Contenido en sus formas, repitió la estrategia de mostrarse como un presidenciable. Un poco más picante en las preguntas y respuestas, donde casi se ve emerger al personaje mediático, no exageró el histrionismo e hizo una apuesta conservadora.
Desde el contenido, procuró mostrar un perfil técnico en los distintos temas que abordó. Por momentos eso lo hizo pecar de confuso: la alusión a un paper académico que aborda la cuestión de la seguridad como un problema económico (postulando que para disminuir el crimen es necesario aumentar costos y disminuir beneficios al delito) generó ruido en el mensaje y le quitó efectividad. Volvió a cometer algunos errores, quizás derivados de la (tal vez juzgada necesaria) sobreactuación ideológica: ayer, la negación de la Agenda 2030.
Su objetivo era no perder: salió a buscar el empate y lo logró. Siguió la crítica contra la casta, aunque al dirigirse a Massa construía a su adversario... mientras que las críticas a Bullrich parecían más orientadas a persuadir a un votante potencial
¿Contra sí mismo? Igual que en el debate anterior. Que en su caso, es un éxito.
Massa
Buena oratoria, manejo de datos y tiempos. No leía, miraba a cámara y le hablaba a un "vos" individualizado. Con tono ameno y estilo didáctico, buscó generar cercanía. Se defendió bastante bien, frente a un ataque mucho más intenso que en el primer debate.
En contenido, expuso algunas ideas bastante concretas. Fue uno de los pocos que ensayó propuestas específicas para públicos puntuales, sobre todo en producción y empleo (uno de sus temas centrales). En contra... es el ministro de Economía. Y no se lo dejaron pasar.
Respecto de sus objetivos, sin dudas reforzó el voto propio y buscó polemizar con Milei. Por momentos resultó evidente la especulación con una segunda vuelta y la búsqueda del voto "no-Milei" de Schiaretti o Bregman -a quien preguntó casi en directo a quién debería acompañar la izquierda en un ballotage-. Muy en la línea del "gobierno de unidad nacional" que incluye también a referentes hoy en JxC.
Mucho más atacado, se lo vió más incómodo que en el primer debate y cometió algunos errores no forzados. Estuvo bien, pero salió peor parado que en el debate anterior.
Bullrich
Con una vocación mucho más a la ofensiva y un perfil más agresivo, subiendo el tono y el volumen de la voz. Igual, leyó mucho (demasiado). Interpelaba directamente a Massa y a Milei (los llamaba por su apellido al comienzo de cada alocución) y buscaba polemizar a dos bandas. A esta imagen de fiereza, no le contribuyó su lenguaje corporal, que la mostró incómoda (¿el maquillaje? ¿el resfrío?).
En contenido, se la notó más cómoda debatiendo sobre seguridad (es es SU tema) que sobre economía o producción, donde volvió a postular ideas confusas con poca claridad. Volvió a mostrar cierta falta de hilo conductor en el discurso, déficit que suele originarse en la debilidad conceptual de definiciones previas.
El desafío era grande: consolidar un voto propio mostrándose como una alternativa real frente a las encuestas que la ubican fuera del ballotage. Detener la sangría del voto JxC que migra hacia Milei y recuperar a quienes ya se habían ido.
¿Contra sí misma? Sin dudas mejor que en el primer debate, más decidida a ser protagonista. Aunque sólo por momentos alcanzó a mostrar la imagen de solidez que necesitaba.
Schiaretti
Resultó evidente la preparación y la capacidad que dan los años de experiencia, sobre todo para transformar preguntas en nuevas oportunidades de exposición. Con una performance de gran contundencia, no leyó en ningún momento. Habló mirando a cámara y dirigiendo el mensaje al electorado. Buena oratoria, argumentos y manejo de los tiempos.
Fue sin duda el más programático de todos. Estructuró un discurso para mostrarse como estadista y hombre de gestión. Tuvo propuestas bastante concretas, bien desarrolladas y asentadas en la experiencia del "modelo Córdoba", sin caer en la exageración que lo catapultó al meme en el primer debate.
Respecto de sus objetivos, la propuesta discursiva funcionó bien para consolidar el voto propio (sobre todo cordobés) y buscar ampliar en la gran pecera que es "el interior". Sin dudas amplió su nivel de conocimiento (volvió a ser el candidato más googleado), aunque el desafío de persuadir nuevos electores en un contexto tan polarizado es enorme.
Mantuvo su performance respecto del debate anterior, lo cual consolida su perfil. Todo ganancia.
Bregman
Igual que en el primer debate, excelente manejo de la oratoria. Clara al expresar sus ideas y con un lenguaje corporal que acompañó el mensaje. Con mucha flexibilidad, se dirigía alternadamente a otros candidatos/as y al electorado (sobre todo el propio).
Tiene la fortaleza de partir de un discurso como el de la izquierda, sedimentado y con capacidad interpretativa para cualquier fenómeno -dentro de sus propios marcos-. Esto le permitió argumentar, polemizar y responder con facilidad, aunque las ideas fuerza que propone no tengan mucha permeabilidad.
Si el objetivo es reforzar el voto propio, se consigue con creces. La pregunta siempre es ¿qué otro electorado procura conquistar?
Para esta instancia, la "sorpresa" de buena parte del electorado frente a una candidata de gran performance estaba agotada. Estuvo igual (de bien) que en el primer debate, lo cual no agregó prácticamente nada nuevo a su perfil.