Estas elecciones de renovación parlamentaria han dejado mucha tela para cortar, solo que la grieta en su malsana simplificación maniquea, anatemiza cualquier matiz, so pena de ser insultado, denunciado y execrado si uno dice algo diferente a lo esperado por estar haciéndole el juego al bando contrario -cualquiera él sea-.
La primera cuestión es la que venimos repitiendo desde hace mucho tiempo, aquí, en el estadista: la polarización ideológica no genera polarización electoral. Cuando más extremista es un discurso, a menos personas les llega. Y al ser elecciones legislativas, con muchos cargos en cuestión, el voto estratégico no prima, y entonces, la polarización ideológica genera la aparición de partidos de centro y un grado mayor de fragmentación partidaria.
En cambio, cuando hay pelea por solo un cargo, tal como son las elecciones presidenciales, en general los votos a terceras fuerzas tiende a disminuir (aunque cuando hay polarización ideológica, siempre un centro puede surgir, como con el Frente Renovador de Sergio Massa, que en realidad eran dos centros, uno peronista y otro no peronista, que cuando llegó el momento de decidirse en el balotaje su electorado se partió justo por el medio).
Otra cuestión es que fenómenos como el de Javier Milei, han sido interpretados dentro de la misma lógica de la grieta, en realidad, colocándose en un extremo todavía más alejado del centro que Juntos por el Cambio. Esto podría ser un error, ya que otro punto de vista consideraría a Milei más bien haciendo una “grieta contra la grieta”. Siendo sus ideas tan anacrónicas y utópicas, bordeando el anarquismo, lo que queda es especialmente un fenómeno de protesta potente. De ahí que lo haya votado más el electorado disconforme peronista antes que el de Juntos por el Cambio, que pese a su nombre, es mucho más conservador en términos de reformismo. El voto a Milei tiene que ver más con la Cicciolina, la porno diputada que llegó a su banca gracias a expresar el “vaffanculo” antipolítico que por su pregón de libertad sexual.
Desde la grieta se lee también el carácter apartidario del voto, “pese a su unidad, el peronismo perdió por goleada al irse ese voto descontento con Juntos por el Cambio”. En esta frase tan en boga hay mucho para discutir. En primer lugar, que significa “unidad del peronismo”, ¿qué estén sus líderes más importantes juntos en una foto? En estas elecciones, de nuevo, no hubo casi ninguna traslación del voto del FdT a JxC. Sucedió, igual que en las PASO pero en menor volumen, que muchos de los votantes del FdT no lo hicieron ni por él ni por JxC: votaron en blanco o a partidos pyme.
Y, de nuevo, los sectores más populares no apoyaron con la tanta intensidad a los candidatos de FdT, lo que es una novedad muy importante. Se hacia un análisis que partía de supuestos falsos: si no fueron a votar o votaron a partidos pequeños, es que están con mucha bronca y se van a pasar en la general al JxC. En realidad, los peronistas que no habían ido a votar en las PASO y fueron, lo hicieron por el FdT.
Y aquí se nos hace muy difícil soslayar la hipótesis de la mediación crucial de los intendentes. Ya que los sectores que esta vez no fueron a votar son los más proclives a ser captados por redes clientelares, siendo entonces la ausencia de esfuerzo del aparato partidario una consecuencia de la interna que se da entre los intendentes y gobernadores contra La Cámpora. El trabajo “a reglamento” de los intendentes en las PASO se convirtió en algo un poco más colaborativo en la general, aunque sin demasiado pasión que digamos.
Entonces, si bien el peronismo no se partió horizontalmente, si se dislocó verticalmente, sin que su electorado se decidiera por el principal partido opositor, que siguió sacando más o menos lo mismo. Y hasta se puede hipotetizar que a Alberto Fernández no le cayó nada mal esta derrota, que jugó a favor de su exigua autonomía. El domingo de las PASO, La Cámpora en sus proyectos expansionistas murió, y el domingo de las generales, fue enterrada.
Es que en Argentina, existe una distribución ideológica, pero es fundamentalmente centrista (o sea, asume una campana de Gauss), o sea es una distribución que se concentra en el centro. Sin embargo, este electorado centrista se encuentra dividido por una grieta insalvable que es la política: hay un electorado de centro que se divide entre el peronismo y el no peronismo. Prueba de ello es que lo que pierde el FdT no va a JxC.
De ahí la confusión generalizada entre polarización electoral y polarización ideológica, y el error, incluso de dirigentes, de pensar que fue un problema de ser “tibios” el que no garantizó el resultado electoral. Los votos disponibles eran peronistas, así que no sé cómo un discurso más gorila podía convocarlos y el ascenso de Milei, no equivale a pedir por más grieta, sino entender que ese voto es anti grieta. Por otro lado, los centristas opositores confunden “centrismo” con moderación cristiana y gandhiana, y son dos conceptos diferentes.
Confusión que está en “la gente” así que difícilmente pueda ser evitada, pero lo cierto que en una elección presidencial estos errores pueden pagarse muy caros.
Por eso, que apropiado es escuchar como música de fondo el fabuloso Confutatis del Requiem de Mozart https://open.spotify.com/album/2wNvwhS6pLo6jFydj10KCt?si=Cqp8MhCwTUWSi73EpwXuDw