La elección de Mendoza vino sin sorpresas. Cornejo vuelve a la gobernación habiendo sacado una diferencia de 10 puntos. El futuro líder de la oposición, De Marchi, no guarda tantas diferencias con el mandatario electo y se espera una alianza tácita que reúne el 70% de la voluntades de la provincia.
El sueño de Larreta de gobernar con el 70% parece que solo es posible en Mendoza ¿La clave de esto? Que el peronismo saque menos de 15 puntos. La provincia andina se suma a los distritos subnacionales donde el peronismo está en una caída tal que se puede esperar una transformación. En el caso mendocino, el Partido Verde estuvo a menos de tres puntos de sacarle la tercera posición al peronismo.
Con Mendoza el radicalismo se aseguró su quinto gobierno provincial para el periodo 2023-2027. A pesar de no haber encabezado las fórmulas presidenciales guarda un lugar fundamental en la dimensión territorial.
Este triunfo, junto con el de Santa Fe, le da a Bullrich el impulso que tanto le hace falta para entrar en el balotaje. Está claro que es la candidata de Juntos por el Cambio la que tendría más respaldo territorial y parlamentario para gobernar dado el sistema político que dejó predecir las PASO. Sin embargo, de perder Bullrich, tanto Milei como Massa deberán ampliar su base legislativa y de un lado o del otro habrá presiones para partir las coaliciones.
Mendoza, como otras tantas provincias, muestra un sistema de partidos que cada vez está más lejos de la situación nacional. La disputa entre Cornejo y De Marchi es un ejemplo de la potencial división entre el radicalismo y el PRO, con un acercamiento de estos últimos con los libertarios.
Las PASO dejaron un escenario de tercios, pero adelantaron una configuración de posibles alianzas legislativas con cinco actores relevantes. PRO, radicales, kirchnerismo, massismo-tercera vía y libertarios van a ser los protagonistas del Congreso que se viene para el próximo bienio. Una mayoría, por más circunstancial que sea, va a necesitar a tres de estas cinco formaciones. Sin embargo, con Mendoza se refuerza la hegemonía federal del radicalismo y los peronismos provinciales, ambos posibles aliados de cualquiera de las fórmulas con chances de llegar a la Rosada.
