Por Leandro Ezequiel Gómez
"No me sorprende que el talento necesario para ser un
gran hombre de estado sea tan escaso en el mundo (...)"
John Gay, poeta. Carta privada, 1723 (1)
1723. O lo que es igual: trescientos años después, los argentinos concurriremos (aunque muchos no lo harán) a las urnas para elegir a algunas de las principales autoridades del país y renovar parte del Congreso.
¿Desbordan talento -aquello por cuya carencia Gay se asombraba casi 110.000 días atrás- Bullrich, Massa, Milei? ¿Grindetti, Kicillof, Píparo? ¿Macri -primo-, Marra, Santoro?
Por supuesto, cada votante tiene (o no) su vara de talento. Sea como fuere, estos son los candidatos más relevantes para la Presidencia y para la gobernación y jefatura de Gobierno de las Buenos Aires -la mayoría de los demás ejecutivos provinciales ya se dirimieron-.
Desde 1983, esta es la elección con mayor nivel de incertidumbre respecto a lo que puede darse en la votación presidencial y por el sillón de Dardo Rocha. ¿Habrá balotaje? Es muy probable que sí. Pero desde el mileísmo abrigan esperanzas de evitarlo. Suena poco factible: ¿Milei superando el 40%, y con 10 puntos de ventaja sobre su seguidor? Aquí está la otra (y principal) incógnita: ¿llega el ministro de Economía, el massista Sergio Massa, o la candidata de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich?
¿Kicillof logrará mantener la ventaja de las PASO, o el yate de Unión por la Patria (UxP) terminará tocado/escorado/hundido? Quizás (más que nada, muchos de quienes rodean a) Kicillof esté(n) encendiendo velas, pero no muchas, a la candidata de Milei en provincia, Carolina Píparo: de lo que se trataría para UxP es que el bullrichista Néstor Grindetti no sume mucho más que en agosto (incluyendo lo obtenido por Diego Santilli).
Por lo pronto, Axel difundió el fin de semana sus fotos en kayak junto a su esposa en la isla Martín García, tan distinta y lejana de Marbella. ¿Tan imposible le fue resistir primero, y controlar después, a Martín Insaurralde? Kicillof no exhibió mariscos ni champagne; tampoco chocolate. De eso no (se) habla.
Más incógnitas: ¿hasta dónde crecerá el corte de boletas, especialmente en el Gran Buenos Aires? ¿Mario Ishi relanzaría esta vez su -poco efectiva en 2009- caza de traidores? Impulsada por los intendentes, ¿esa práctica sería sinónimo de reconocer la victoria insoslayable de Milei y a la vez, las dificultades de la lista de Kicillof? De retener el poder en el pago chico también se trata lo del domingo para los barones (sin v) del GBA.
Con todas las variables económicas -y por extensión, las sociales- en desorden, UxP aún abriga esperanzas de ganar en Buenos Aires con Kicillof y de alcanzar noviembre con Massa. ¿Tal sería el rechazo y/o miedo que generan Milei (más Píparo y Marra)? ¿Tal sería el mal recuerdo que dejaron Mauricio Macri y María Eugenia Vidal? ¿O Massa y Kicillof sí son vistos por muchos votantes como talentosos gestores?
A esta altura, el Gobierno (o lo que es igual: Massa) ya gastó todo su arsenal (o su maquinita). Ya no tiene más margen de acción para elaborar un plan que pueda torcer de manera sorprendente el curso de los hechos.
La esperanza del massismo y del (pan)peronismo residiría apenas en el supuesto rechazo que generan el León y Pato, más sus ideas, en el electorado. ¿Quiénes podrían sumarse al declamado gobierno de unidad nacional de Massa?
Milei descansa en el enojo de una gran parte de la ciudadanía. Sin necesidad -ni posibilidad- de recurrir al clientelismo, está a las puertas (ya este fin de semana, ya en noviembre) de la presidencia. ¿Equipos con experiencia de gestión en el Estado? ¿Fortaleza en el Congreso y en las provincias? Tal vez haga propio el verso se hace camino al andar. Quedaría por ver hasta dónde llega su pensamiento y acción anti-sistema/casta.
¿Le alcanzará con sus propuestas dolarización (casi impracticable), tachaduras y uso a gran escala de la motosierra? Ya sabe que sin acudir a parte de lo que él denomina "casta" no podrá administrar y mucho menos gobernar. Acuerdos en el Congreso necesitará sí o sí, y con mandatarios locales también. Casi no tendría intendentes en el GBA, allí donde reside el 25% de los habitantes del país.
¿Podrá Bullrich llegar a la segunda vuelta después de su leve mejoría en el segundo debate presidencial y de anunciar a Horacio Rodríguez Larreta -antes tan despreciado- como jefe de Gabinete?
Tal vez le deba más al yate-gate, y a la deriva de los indicadores económicos, su eventual llegada a esa instancia. Claro está que no se desenvuelve con comodidad en las finanzas y en la economía. Ocurre que es aquí donde residen las mayores demandas de los argentinos. La seguridad/inseguridad y la honestidad/corrupción vienen después.
Quizás algunos de los últimos exabruptos hiperinflacionistas de Milei la ayuden. También podría verse beneficiada por cierta mesura exhibida por su referente, Carlos Melconian, que se diferenció y se diferencia del líder libertario.
Kicillof descansa en la división del voto opositor en la provincia: Grindetti y Píparo disputan entre ellos dos. Casi segura ganancia para los candidatos a intendentes de UxP a lo largo y ancho de la llanura, aún en los municipios que se tiñeron de rojo (UCR) o amarillo (Pro) en 2015 y 2019. Clave: la boleta física de intendente, concejales y consejeros escolares es indivisible.
De ser reelecto en la gobernación, y luego de la caída de Insaurralde (hasta ayer nomás tan apoyado por el discreto Máximo Kirchner, primer candidato a diputado nacional), Kicillof bien podría reclamar ser el primus inter pares de los gobernadores peronistas, que después de todo, serán inéditamente pocos. Tal vez sea el inicio de la partitura de esa nueva canción de la que habló hace unas semanas.
En las primarias, casi doce millones de votantes no optaron por los cinco frentes que llegaron a la elección de octubre. La manera en la que buena parte de ellos elija este domingo (muchos no votaron y volverán a ausentarse) será decisiva también. Córdoba será determinante: ayer tan macrista; hoy tan poco bullrichista, apenas schiarettista, ¿sorprendentemente? mileísta.
Tal vez, descorazonadamente, la mayoría de los votantes acuda a sufragar más por bronca, con frustración o "en contra de (...) pero también en contra de (...)". Sin real esperanza, sin real perspectiva de futuro positivo. Para los días, semanas y meses posteriores quedará conocer la capacidad de gobernabilidad (de Alberto Fernández, el viajante de fin de curso y de quien lo suceda); el nivel de real cohesión de Juntos por el Cambio en caso de quedar afuera del ballotage; la predisposición a colaborar de La Libertad Avanza si se perfila como ganador en noviembre; y si Massa queda afuera, también la salubridad de Unión por la Patria.
Podría decirse que el hecho de que Bullrich -de poco memorable gestión en seguridad-, Massa -también discreto como ministro, donde casi no tuvo ventajas- o Milei -un asombroso ex outsider, ya rodeado de muchísimos insiders; alguien que ha llegado a hablar de venta de órganos humanos- lleguen a la primera magistratura se trataría más de un milagro, una vuelta del destino, que del reflejo de un país que reboza de crecimiento sostenido en años, en el que la sociedad se proyecta al futuro.
El domingo a eso de las 23:59 (ya no soñemos con tener una buena y representativa carga de datos a las 21, aún con pocas listas luego del filtro de las -¿inservibles?- primarias) se conocerá la respuesta a muchos de estos interrogantes y a este otro: si Sergio Tomás Massa, el massista, el ministro de Economía desde hace 15 meses, era el mejor candidato del oficialismo, y si Patricia Bullrich, la ex ministra de seguridad era la mejor opción de entre todos los dirigentes del Pro y de la UCR, el partido (más que) centenario que fue casi sin protestar detrás de su figura.
Si hay balotaje, el que quede afuera de estos dos dirigentes será uno de los grandes derrotados. ¿Los otros? Cristina (que se ha autoimpuesto un símil de clandestinidad en el Sur) o Macri...que no hace mucho proyectaba en público apoyos a un Gobierno (racional) de Milei.
Unas horas después, al abrir los mercados, se conocerá la reacción de los distintos actores que pueden influir, por ejemplo, en los precios del dólar y en la política económica. ¿Cuál será el techo del dólar?
Se abrirá un escenario si Massa pasa al balotaje y otro muy distinto si queda afuera. También si Mieli queda a las puertas de una segura victoria en noviembre, o si crece poco respecto de la primaria. Penúltimo interrogante: ¿el domingo será un pasaje a lo desconocido?
¿Talento o milagro? Sea como fuere, John Gay volvería a desilusionarse.
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